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jueves, junio 24, 2010










Equipo pokemon




martes, agosto 25, 2009










¿Cómo puede cambiar tanto la vida de una persona en tan poco tiempo?

En menos de dos días, fui salvada de la hoguera por el santo Grial, descubrí que Yoél, aquel chico herrero que me acompañó al principio de mi camino, había cumplido su promesa de ayudar a curar la enfermedad de mi hermano si encontraba el cáliz y, lo más extraño o desconcertante de todo… me había convertido en una guardiana del Santo Grial y ahora tenia ciertos poderes especiales que todavía no conocía demasiado bien.

Reliak y yo caminábamos por las calles romanas en silencio, acabábamos de comprar un tonel de magdalenas y buscábamos un buen sitio para sentarnos a comerlas.

-Hmmm...-murmuró Reliak, luego se estiró un poco.- Esto no ha cambiado nada...

-¿Desde cuando?-pregunté.- ¿hace mucho que estuviste aquí?

-Para mi no hace tanto, pero supongo que en "años humanos" hace demasiado.-Respondió.

-Oh…-en ese momento vi un árbol perfecto que daba gran sombra.- ¿Qué te parece este sitio para merendar?

-Personalmente no suelo tener preferencias en lugares para merendar...-Comentó, luego pareció recordar algo.- Pero ese está bien.

-Vale.-Sonreí mientras me sentaba y colocaba la bolsa de magdalenas en una gran roca situada bajo el árbol.- ¡Pues que aproveche!

-Como sea...-susurró, tomó una de las magdalenas y luego se sentó, mientras apoyaba su espalda en el árbol.- ... Ah... Bella debió informarte, aunque no creo que lo hiciera. Soy algo amargo con los demás, así que no te ofendas.

-Oh no no tranquilo no te preocupes. – dije con una sonrisita.- ¿están buenas las magdalenas?

En el corto tiempo que yo hable, él había comido tres. Asintió con la cabeza, mientras tomaba otra magdalena pero en esta ocasión moderó su velocidad a la hora de comer. Sus ojos rojos se clavaron en un punto bastante lejano. Al mirar, vi a algunos inquisidores. Se les distinguía perfectamente. Sus aires de poder, el miedo que transmitían a los pueblerinos. Reliak apretó los dientes.

-Malditos inquisidores.. no se como el Papa puede hacer esto a su gente… Dios tiene que estar avergonzado de él.-murmuré mirando hacia la escena.

-Es una forma de tener atados a los "fieles".-El tono de voz de Reliak sonó algo divertido, pero supe que no lo estaba.- ... Sería genial que de golpe todos esos tipos acabasen muertos y... ... ... no...

-No… eso tampoco estaría bien.-dije entristecida.-En el fondo esas personas también son padres, hijos, hermanos, esposos…

-... No es eso precisamente lo que me detiene.-Murmuró, agachando la cabeza y frunciendo el ceño.

Miré detenidamente a Reliak durante unos segundos.
-¿Qué te detiene pues?

-A Bella no le gusta que nadie muera.-susurró, luego entrecerró los ojos.- Cada vez que mato a alguien, se entristece. Aunque intente esconderlo, lo hace.

-Eres.. muy considerado con ella.. que tierno.-dije mirándole con dulzura.

Me miró de reojo, de pronto se sobresaltó y por un momento, creí verlo colorado. Pero no me dió tiempo, giró el rostro impidiendo que le viese y se metió en la boca una magdalena entera.

-¡¡Te vas a atragantar!!- dije intentando aguantarme la risa.

-Caff... lla... teff...-respondió, para luego toser un poco.

-Vale vale me callo…-dije aun aguantando la risa.

Reliak me miró finalmente, fulminándome con su mirada, pero terminó sonriendo. De pronto oí un grito y para cuando me di cuenta, Reliak estaba de pie. Miraba al frente. Había una niña en el suelo y delante un inquisidor.

-¡¡Maldita cría!!-Chilló el hombre.- ¡¡¡Mira por donde vas!!!

-Lo siento, Bella...-Murmuró Reliak, mientras observaba la escena.

-Reliak espera quizá deberias…-no pude acabar la frase pues antes de que lo lograra Reliak ya habia matado al inquisidor, yo me acerqué a la niña que lloriqueaba en el suelo.

-¿Estas bien?- le pregunté.
-Si pero ese hombre malo me hizo pupa en las rodillas.-dijo señalándoselas, estaban ensangrentadas.

-No te preocupes, yo te curaré eso.-dije poniendo las manos sobre sus rodillas y concentrándome para curarle las heridas.

-Muchas gracias señorita.- agradeció la niña cuando acabé.
-No se merecen, pero ten cuidado la proxima vez, aléjate d ehombres como ese y vete a casa con tu mamá.
-¡¡Siiii!- dijo la niña mientras se marchaba corriendo alegremente.

Tras eso miré a Reliak.

-¿Vas a decirme algo al respecto?-murmuró Reliak, mirando a su alrededor.

Yo agaché la cabeza y empecé a caminar hacia el centro del pueblo.
-Creo que entiendo lo que siente Bella…


*OUT* Gracias Lorenyyyy n.n en fin tras medio año ( o mas) sin postear.. volvemos a las andadas, no dejemos ke los rpg's se mueran del todo va... *OUT*




miércoles, febrero 25, 2009










Todo iba según lo planeado, Reliak había recuperado su cuerpo (haciendo desaparecer a la pobre Rellik), Rosalyn se había convertido en una de mis guardianas y aquel muchacho al que había utilizado para intentar acabar con el Papa de Roma finalmente había vuelto a la vida. Aunque mis planes para con él se habían frustrado, me alegraba de que no hubiese muerto, era inocente al fin y al cabo.
No me sentía orgullosa de lo que había hecho, intentando manipular su mente y al final había dudado tanto que él había ganado la partida expulsándome de su cuerpo y reaccionando antes de matar a Augusto…

Tenemos que organizar una nueva estrategia… ¿Qué ocurrirá si ese hombre da conmigo e intenta destruirme?

Mi mente estaba inquieta mientras yo paseaba por aquella cueva de Escandinavia arriba y abajo, tenia a varios seres vigilando cada una de las entradas pero aún así me sentía desprotegida, por eso había hecho despertar a Reliak, la persona en la que mas confiaba en el mundo. Hemos pasado tanto juntos…

******************************
1200 años antes...

Corría por una calle oscura y estrecha de Jerusalén mientras tres hombres con sables me perseguían, di un gran salto para despistarles pero no lo logré y continuaron persiguiéndome.
-¡¡Vamos muchacha bonita!! No vamos a hacerte daño, solo queremos divertirnos un poco...
-¡¡Dejadme tranquila!! ¡¡Socorro!!-empecé a gritar cuando me agarraron.
-Vamos, María… todos saben que eres ligera…-me dijo al oído el que parecía líder.
-¡¡Eso no son más que patrañas que se inventan!!
-Ya claro….
De pronto, me di cuenta de que los hombres se habían detenido. Al girarme, vi a un muchacho muy alto de cabello oscuro con la cabeza gacha, de cara a ellos.
-¡¿Pero... qué?!-gritó uno de aquellos hombres que me perseguían.
-"Vamos, Maria... todos saben que eres ligera"-recitó el extraño, mientras levantaba la cabeza.- Os mataré.
-Muchacho… no quiero que te hagan daño por mi culpa, huye mientras puedas.-le dije acercándome a él.
En ese momento giró su rostro, mirándome a los ojos. No sé lo que sentí en aquel momento, pero noté que mi corazón daba un vuelco. Él sonrió y acto seguido miró a los extraños. Éstos, hartos, atacaron y lo próximo que pude ver fue que éstos estaban en el suelo, sin vida. El extraño tenía en su mano una espada muy extraña.

-Gracias por ayudarme…-dije limpiando con un pañuelo una mancha de tierra que le había quedado en la cara a causa de la enorme polvareda que había causado.
Entrecerró los ojos, mientras me observaba fijamente. Tenía una mirada dura, que poco a poco iba perdiendo intensidad. Giró sus ojos hacia los cuerpos sin vida de aquellos tipos, para preguntar:
-¿Hace mucho que te persiguen así?
-Cuando no son éstos… son otros iguales o peores que ellos… desde hace meses.-dije bajando la cabeza.
-Esto es intolerable.-gruñó él.
Yo le miré extrañada, intenté disimular pero debí fracasar porque en ese momento él preguntó:
-¿Qué miras...?
-Oh no nada perdona, yo esto.. lo siento…-dije ruborizándome.-Es que… muchas personas me han visto huir de ellos y me han oído pedir socorro y nunca se ha dignado nadie a ayudarme..
-Son unos capullos.-respondió, sin más.
-Gracias por tu ayuda…
-No tienes porqué darme las gracias... No soporto este tipo de cosas.-Murmuró, tras eso giró la cabeza mirando a otro lado.
-Bueno, debo irme… encantada de haber hablado contigo.-dije dándome la vuelta para marcharme.
-Espera.-murmuró, tomándome por la mano por instinto pero al girarme me soltó.
-¿hum?- dije mirándome la mano y sonrojándome levemente.
-Verás... no me ha gustado como te han tratado.-me miró a los ojos, enérgicamente.- Me gustaría ayudarte.
Yo le miré con los ojos como platos.
-Pero.. si ni siquiera sé tu nombre ni tu el mío… y además…- de pronto caí en la cuenta.-Espera…-miré al muchacho con desconfianza.-¿Dónde esta el truco? ¿De qué manera pretendes ayudarme? ¿Qué quieres a cambio?
Me miró a los ojos, luego suspiró y guardó la espalda que aún tenía desenvainada.
-... no hay truco.-respondió.

Yo seguí mirándole con una mueca de desconfianza en mi rostro.
-Mi nombre es Rell.-Farfulló.
-Yo soy María Magdalena…
-Un placer, María.-susurró.- Verás... yo... también desconfiaría, la verdad.
-Lo siento no te ofendas pero… siempre que me fío de alguien acaba pidiéndome cosas… indecentes…-agache la cabeza con tristeza.
-Yo no haría algo como eso.-dijo, rápidamente.
-¿Por qué quieres ayudarme? No me conoces de nada…
-Porque no me gusta que traten a las personas de esta manera. Y no creo que te lo merezcas.
-¿Qué quieres a cambio?- pregunté.
-... ¿comida?

Arqueé una ceja.
-¿Comida…? ¿Eres un sintecho o algo asi?
-Un viajero, más bien.-murmuró, luego me miró de reojo.
-Está bien… Si tu me haces de guardián yo te doy de comer. ¿Trato hecho?-ofrecí mi mano para que la estrechara.
Observó mi mano y aunque por un momento parecía que estaba apunto de rechazarme, luego me la estrechó con la suya y sonrió. Tenía una sonrisa particular.
-Trato hecho.-asintió.

****************************************

Ése fue el comienzo de una gran amistad que nos unió a Reliak y a mí a lo largo de los años. Él me estuvo protegiendo durante mucho tiempo y cuando mi gran amigo Jesús murió y me confió sus secretos y parte de su poder, yo me cambié el nombre e intenté cambiar el mundo, siempre con Reliak a mi lado...


*OUT* Asias Lorenyyyyyyyyyyy aki tenemos un poko del pasado de nuestro amado Grial :P (chúpate esa Augusto!! xDDD) besitosss




sábado, febrero 21, 2009










Creí que no iba a ser posible, pero finalmente él aceptó. Aceptó revivir. Aunque pude sentir que Kyle prefería, ligeramente, estar muerto.
Cuando terminó el funeral, eché acorrer entre la gente en busca de Gin y Augusto. El entierro sería privado, sólo estarían ellos dos. Debía decirles lo que iba a ocurrir. Tenía que decirles que al fin lo conseguí.

Ya en el cementerio, pude verles en una de las zonas más privilegiadas de aquel lugar y me acerqué, corriendo al principio y caminando después. Augusto y Gin miraban fijamente el ataúd, mientras sus cabellos eran ligeramente mecidos por el viento. Me acerqué poco a poco, con paso suave. Cuando llegué a ellos, Kyle también estaba cerca, observándolos, y aunque por un momento intentó tocarlos fue en vano. Los atravesaba.
Augusto tenía una mirada acristalada, que aunque en un primer momento podía parecer fría, estaba cargada de sentimientos, fijaba enrojecida la mirada en el ataúd sin pronunciar palabra.
Unos segundos después se giró hacia mi y me saludó intentando forzar una sonrisa. Gin, por su parte realmente parecía que no se había dado cuenta de mi presencia hasta que hablé:
-Tengo algo que deciros.

Levantó su mirada, que aunque aparentaba no expresar nada en él aquello reflejaba seriedad, mucha seriedad. Su mirada no era la misma, parecía estar sin vida. Llevó sus ojos a su hermano, para luego volver a mirarme.
-Están destrozados...- no sé de que se asombraba Kyle.
-¿Que ocurre?- preguntó Augusto en un susurro.
-Lo conseguí.-me limité a decir, luego le miré significativamente a él, para luego mirar a Gin.- Lo que te dije Gin, en la sala... Ocurrirá.

Gin abrió los ojos con fuerza, demostrando algo de emoción después de varios días. Colocó sus manos en mis hombros, como un acto reflejo y preguntó:
-¿Traerlo de vuelta?
-¿De qué estáis hablando?-preguntó Augusto desconcertado.

Cuando Gin se dio cuenta de que me estaba tocando, me soltó y luego se giró hacia Augusto, aún agitado. Se calmó poco a poco, luego murmuró:
-Adara dijo que traería de vuelta a Kyle.
-¿Traer de vuelta?-volvió a preugntar.
-Revivir.-Susurré, mirándole a los ojos.

Augusto abrió mucho los ojos y los clavó en mí.
-Me prometiste que no volverías a utilizar tus poderes ¿recuerdas? Ni siquiera para...
-Ya lo había hecho.-respondí, luego entrecerré los ojos.
-¿Augusto lo sabia? -preguntó Kyle.
-Sí, lo sabía.-le respondí a Kyle, mirándolo. Luego giré mis ojos a los otros dos hermanos, que me observaban fijamente.
-Vaya por dios cuanto secretismo que hay en esta familia-rió el espectro.
-Adara.. ¿qué...? - Era la primera vez que Augusto se quedaba sin palabras
.-Vaya...-murmuré, luego me llevé la mano a la cabeza mientras lo miraba.- Es cierto, vosotros no podeis verlo.
-¿Ver a quien?-preguntó Gin, luego me miró preocupado.
-¿te encuentras bien Adara?-preguntó Augusto.

Kyle se coloco entre los dos y los tomo de los hombros como si pudiese tocarlos.
-Nunca fui tan invisible-rió Kyle.

No pude evitar reir, sin embargo pronto recuperé la seriedad y los observé a ambos.
-Kyle está aquí.-anuncié.- Pero no podeis verlo aún.

Augusto y Gin se miraron.
-Debes estar agotada Adara, deberias descansar y no forzarte tanto con tu trabajo...-dijo el Papa
-¿Es más creible que pueda revivir a gente que pueda ver a los fantasmas?-pregunté, fijando mis ojos en él.
-Me siento obserbado-añadio Kyle.

Gin abrió la boca, pero no dijo nada y miró a su hermano, extrañado.
- Mucho más observad-dijo Kyle mriando al uno y al otro que se miraban pero como estaba en medio recibia ambas mriadas


Augusto también lo miró a él.
-Dejad de miraros como si yo estuviese loca.-protesté, mientras no pude evitar reir por la cara de Kyle.
-Perdona Adara...- se disculpó mi amigo.

Gin continuaba mirándome raro, con la boca abierta. Me encogí de hombros y observé a Kyle, como indicándole que podía volver cuando quiese.

Kyle sonrio y se dirigió hacie el ataud.
-Podrian abrirlo, no quierod espertarme ys entirme encajonado

Asentí con la cabeza y yo misma me dispuse a abrirlo, tras un rato lo conseguí sin ayuda a pesar de que Augusto y Gin intentaron hacerlo por mi en más de una ocasión.
Kyle se miro a si mismo, se sentia raro al verse ahi, palido y cone xpresion de serenidad, durmiendo placidamente.
-Oh...llevo parche...
-ajá.-murmuré.

Se rió y lentamente su mismo cuerpo, lo abdujo lentamente.
Nada más hacerlo, oí un ligero tintineo y una onda azul salió de él, traspasándonos a todos. Por segunda vez, escuché el tintineo y noté algo en mi interior. Algo extraño. Los sentimientos que antes me invadían se hacían más fuerte. La respiración se me aceleró y entrecerré los ojos suavemente. Miré a Gin y luego a Augusto, quizá pudieron ver algo "extraño" en el cuerpo de Kyle pues lo observaban fijamente.
-¿Lo has visto?...-murmuró Gin.
-¿Tu también?-contestó Augusto.
-S... sí.-susurró Gin, se hizo el pelo un poco hacia atrás.

Y el cuerpo que hace segundosse encotnraba sin vida se reinclino llevando su mano a la cabeza.
-Que mareo...-su voz sonó algo ronca.
-¡AH!-Gritó Gin, luego lo señaló.- está está está está está está está está está...
-Cálmate Gin...-musitó Augusto.

Kyle miro a sus hermanos menores, arqueo una ceja y no pudo evitar decir:
-¿BU?

Gin se calmó, mientras observaba a Kyle después de decir "Bu". Apretó los dientes, se acercó con paso lento y le dió un capón a Kyle.
-¡¡Gin!!-recriminó Augusto.
-Eh que tengo resacón, no hagas eso-bromeo.

Kyle Intentó levantarse, no dominaba demasiado bien sus movimientos terrenales de nuevo.
Gin lo empujó levemente, sin embargo luego lo abrazó mientras se mantenía en silencio. Les miré y sonreí, luego llevé mis ojos a Augusto. Augusto se acercó y le ofreció apoyo.
-Es mejor que vayamos.. adentro.-dijo sin apenas mirar a su hermano.

Kyle al igual evitaba mirar a Augusto a la cara.
-Ya...

Tanto Augusto como Gin le ayudaron a entrar, yo les seguía.
-Estoy bien, estoy bien.
-Pero aún así deja que te ayudemos.-murmuró Gin, luego lo miró de reojo.
-Lo siento
-No hay nada que sentir.. hermano.-murmuró Augusto aun sin mirar a su hermano mayor.
-¿Qué hara sus antidad?
-¿Sobre qué?-preguntó él mirñandole por primera vez de soslayo.
-Sobre el traidor excelencia.- seguia sin mirarle, aparte de que augusto estaba en el lado carente de vision.

Augusto levantó la mirada y aceleró el paso, alejándose de nosotros. Kyle le vio marchar sin mediar palabra. Le miré avanzar y entrecerré los ojos, mientras continuaba siguiéndoles a una distancia prudencial.
- Cambiare, lo prometo-dijo a Augusto mientras aún podía oirle

Augusto se paró en seco y giró levemente la cabeza.
-No hay nada que cambiar Kyle...

Gin levantó la cabeza y miró a Augusto, igual que yo. Luego agaché la cabeza mientras continuaba andando y escuchando.

Kyle entro a su habitación tanteando, mientras Augusto se dirigía hacia su despacho.

Gin observó como uno y otro tomaban caminos distintos. Yo me quedé frente a él y me miró a los ojos.
-Dile a Kyle que me voy a mi cuarto.-susurró, abrumado.- quiero dejarle descansar, así que si me necesita allí estoy.
-De acuerdo, pero Gin...-murmuré, me sentía mal.
-¿Si?-preguntó, después de haber comenzado a andar.
-... nada...-respondí, mientras miraba hacia otro lado.

Tras unos segundos allí afuera, toqué a la puerta de Kyle. Nadie contestó así que entre, Kyle estaba estatico mimandose al espejo con el parche quitado.
-Kyle...-susurré.

Me miró, tenia una profunda cicatriz en el ojo.
-Las heridas cicatrizaron...
-n... no pude hacer más.-musité, luego agaché la cabeza disgustada.
-Así me gusta...- se agacho tendiendome los brazos sonriedno, como siempre.

Me acerqué lentamente a él, para luego levantar la cabeza y observarle su único ojo. Kyle me abrazó hacia el y susurro:
-Voy a cambiar Adara...Muchas cosas sobre mi ... cambiaran ...
-¿Cambiar?-dije, en voz baja mientras yo también le abrazaba.- ¿Como qué?
- No lo sé, estoy confuso...
-Quizá necesites descansar un poco. Yo te cuidaré, ¿de acuerdo?
-No es necesario, ve tu a descansar, estare bien aquí
-Kyle...-murmuré, mientras rozaba un poco su rostro con mi mano. Luego ladeé la cabeza.- Estás realmente agotado y es normal, descansa.

Asintió.
-Pero tambien tu.
-Bueno...-murmuré, pensativa pero luego asentí con la cabeza.
-Ve, prometo que descansaré, pero prometelo tu también.
-Lo prometo.-dije, luego sonreí ampliamente.

Kyle me atuso el pelo, y se retiro hacia la cama , para cerrar los ojos y quedar como hace excasos momentos parecia estar, sumido en un profundo sueño.
Le miré fijamente y no pude evitar sonreir, luego me giré hacia la puerta del cuarto y antes de irme, susurré:
-Si necesitas algo sólo vete a mi cuarto.

Aunque también me di cuenta de que podía saberlo "de otra manera"...


Out: gracias a Augusto, Kyle y Gin













Estaba intentando dormir, pero no lo conseguía Mi mente, de alguna manera, estaba inquieta y no pude evitar pensar que la inquietud “no me pertenecía”, de alguna manera sabía que el que estaba nervioso era el parásito que estaba en mi mente, ese tipo…
Cuando ya estaba harta de la situación, abrí bruscamente los ojos y me llevé la mano derecha al frente. Estaba apunto de gritarle algo, aunque sabía que conocía lo que pasaba por mi mente.
Por eso me mantuve en silencio con los ojos abiertos…
En ese momento apareció de nuevo aquella muchacha de cabellos largos y violetas y se me acercó.
-¿Reliak?
-¿Tú otra vez?-espeté.

Pero ella no tuvo tiempo para responderme, puesto que de golpe noté como "algo" me arrastraba hacia dentro y dejé de ser yo la que controlaba el cuerpo. De nuevo, él volvía a la carga. Pude notar que sonreía suavemente y se incorporó, quedándo sentado justo delante de ella.
-¿Pasa algo?-le preguntó, su voz parecía preocupada.
-No, no-se apresuró ella a decir tranquilizadora.-He contactado con Rosalyn, y le he pedido que sea mi guardiana.
-¿Guardiana?-preguntó él, por su tono de voz no se pudo percibir pero yo noté que se agitó aún más que antes.
-¿No te parece buena idea?-dijo frunciendo algo el ceño.-No sé pensé.. que quizá nos vendría bien un poco de ayuda.. ya sabes.. para que no tengas que hacer tu todo el trabajo...-parecia que se estuviera disculpando.
-No necesito ayuda para protegerte.-Respondió él, esta vez sí que pareció enfadado.

Sin embargo, entonces colocó su mano sobre la cabeza de ella y le sonrió, mientras decía:
-Pero si tú consideras que es una buena idea, a mi me parece bien.

Ella agachó un poco la cabeza.
-¿Seguro? No quiero que te enfurruñes ¿eh?
-No sería capaz de hacer algo como eso.-Respondió él, luego se echó a reir pero yo noté que no estaba siendo del todo sincero. Vaya, vaya con el guardían...

Ella torcio el labio en un gesto algo gracioso.
-No se yo... en fin pensé que unos cuantos guardianes a tus ordenes podrian facilitarnos el trabajo... y además Rosalyn no merecia morir en la hoguera.. así que de paso salvé a una inocente.
-¿Una inocente que hasta hace nada también era de los que querían capturarte?
-Pero sus razones eran nobles, sólo queria ayudar a su hermano...-replicó ella.
-Pues realmente espero que no transformes en guardián a todo aquel con razones nobles...

La muchacha bajó la cabeza.
-Bueno.. creo que ha llegado el momento de que salgas de ahí...
-¿Oh? ¿En serio? ¿Ya?-preguntó, luego sonrió.

¿Salir de ahí? ¿Qué planeaban hacer...? Intenté recuperar el control del cuerpo pero Reliak incluso me paralizó el pensamiento. Guiñó levemente un ojo y sonrió, mientras la miraba fijamente.
-¡¡Si!!-dijo ella alegremente.-Pero.. ¿ella sufrirá?
-Posiblemente.-murmuró.
-¿No hay forma de que no sufra?-dijo preocupada.
-Que yo nunca vuelva.

Ella frunció el ceño de nuevo.
-¿Me oye ella?
-Está inquieta desde hace rato, así que... sí.-asintió él.

Se acwrcó y tocó mi rostro con una caricia.
-Lo siento mucho Rellik.. pero.. es necesario... Espero no hacerte daño.
-¿¡Hacerme daño!?-Gruñí, pero él volvió a controlarme
-Yo también lo lamento, Rellik.-Dijo él, en mi mente.- Pero si no lo hago, la herirán. Y no puedo permitir que eso suceda. ¿Lo entiendes?
-¿... a costa de eso, debes quedarte con mi existencia?
-Sí.
-...¡Ni se te ocurra hacer algo así!

Pero, extrañamente, empezó algo en mi cuerpo que yo no pude evitar. De golpe, él dejó caer la cabeza que quedó apoyada en el hombro de ella. Tenía la respiración agitada y yo noté como de golpe un dolor agudo invadió mi pecho, pero a él también le dolía, también gruñía. Cerró bruscamente las manos, clavándose las uñas y comenzando a sangrar. Un cosquiello incómodo comenzó a hacerse cargo de mis extremidades.
Note como la mano de ella acariciaba mi cabeza con ternura.
Me estaba desvaneciendo, YO me estaba desvaneciendo. Mi mente se quedaba en blanco, entre tanto dolor. En cierta manera "yo" había "conseguido" al grial... sonreí agriamente. No podía respirar, el corazón cada vez me iba más deprisa y no podía sentir mi propio cuerpo.
-al menos... espero... que... lo hagas... bien...

De pronto...
la nada.

*******************************************************************************

Había sido duro el utilizar la existencia de aquella chiquilla para recuperar mi cuerpo, al fin, pero ni siquiera sabía si había funcionado. Ni siquiera era capaz de despertar por mi mismo. Lentamente abrí los ojos y coloqué las manos justo delante de mi rostro. Eran mis manos. Era mi cuerpo.
-¡¡Reliak!!-oí su alegre voz justo antes de que su cuerpo se abalanzara sobre el mío para abrazarme.

La abracé con fuerza, por primera vez desde hacía mucho tiempo con mi propio cuerpo.
-Bella.-Dije, al fin con mi voz de verdad.
-Te echaba mucho de menos Reliak.-dijo ella mientras una lagrimilla caía por su rostro.-Ejemmm quiero decir..-se secó la lagrima y puso gesto duro.-¡¡¿¿Donde te habias metido??!!

No pude evitar reír, sin embargo luego la miré a los ojos y me encogí de hombros.
-No tengo ni idea.-respondí.
-Ah, tengo una cosa para ti.-dijo mirandome sonriente de nuevo.
-¿Hum?-pregunté.- ¿De qué se trata?

De entre su ropa sacó una espada, la espada con la que yo solía defenderla muchos años atrás. Se trataba de una espada larga, cuyo mango tenía la forma de un dragón blanco. Mis manos fueron hacia ella por instinto, sin embargo me detuve y me puse en pie lentamente, para luego arrodillarme delante de ella. La miré a los ojos.

Ella me miró confusa.
-No es necesario Reliak...
-Debo hacerlo.-respondí,manteniéndo mi mirada en sus ojos.

Ella clavó sus ojos en los míos y cogió la espada con las dos manos colocándola de manera horizontal y me la tendió.
-Reliak... prometes protegerme fielmente, y estar a mi lado hasta que mi vida o la tuya finalicen?
-Lo prometo.-Respondí, mientras agachaba la cabeza suavemente. Tras eso, extendí mis brazos.

Ella puso la espada sobre ellas y sonrió.
-Soy afortunada.

Miré la espada, mientras me ponía en pie y luego sólo tuve que desviar un poco la mirada.
-Yo lo soy más.-respondi.

Tras un rato, me pidió que fuese en busca de Rosalyn. Lo hice. No tarde en encontrarla. estaba sentada en el banco de una plaza, leyendo un libro y como una humana normal y corriente mientras rizaba uno de sus mechones de cabello ondulados con un dedo.
La miré atentamente, luego entrecerré los ojos durante un momento. Sabía que Bella lo hacía para que yo estuviese bien, para ayudarme... Pero aún así... Suspiré y me acercé lentamente, para luego sentarme justo a su lado.
Ella ni se inmutó, siguió leyendo como si nada mientras seguía retorciendose el mechon de pelo distraídamente.
-Hola Rosalyn.- La saludé, seriamente mientras continuaba mirando al frente.

Ella me miró y posó el libro abierto sobre su regazo.
-Hola, esto... ¿nos cnocemos?
-Creo que te han hablado de mi .-respondí, mientras aún continuaba mirando al frente fijamente.- Bella, concretamente.
-Oh.. eres su guardián.
-Tú también a partir de ahora, o eso he oído.-Comenté, luego giré mis ojos hacia ella y la miré fijamente.
-Sí, así es.-dijo ella sonriendo.-Es un placer eh...
-Reliak.-Comenté.- Ese es mi nombre.
-Es un placer Reliak.
-¿Estás segura de que quieres ser una guardiana?-pregunté, de golpe.

La pregunta le pillo por sorpresa puesto que me miró con los ojos abiertos.
-Claro, se lo debo, Bella salvó la vida de mi hermano, y también la mía.. ¿a que viene esa pregunta?
-Curiosidad.-Comenté, aburrido mientras miraba hacia otro lado.

Ella frunció el ceño.
-¿Tienes algun problema con eso?
-No, pero hace mucho que no me fío de los humanos.-Respondí, luego sonreí.- Pero si Bella ha confiado en ti, yo debo hacerlo.
-Vaya...-dijo ella cerrando el libro que reposaba sobre sus piernas.-Y... ¿que he de hacer jefe?

Me tomó por sorpresa y la miré fijamente, luego desvié la mirada y me mantuve pensativo durante unos segundos.
-Mantente junto a mi durante un tiempo. Realmnete me inquieta lo que ese bastardo puede estar planeando, por lo que deberíamos de estar cerca de él por si... acaso...
-¿Te refieres a Su Santidad?
-¿A quién si no?-Me coloqué la mano derecha en la cara.- Si intenta cualquier cosa...
-Creo que su obsesion es enfermiza...
-Tiene miedo.
-¿Miedo?
-Todos sus actos están movidos por el miedo. Sobre todo, teme lo que Bella representa, teme lo que Bella es capaz de hacer.
-El pensamiento de que la iglesia deberia estar más por el pueblo y menos por la burocracia...-dijo Rosalyn pensativa.
-Está completamente aterrado. Por eso quiere que Bella desaparezca, porque podría destruir su iglesia.
-Confío en que antes de que cometa una locura sus propios feligreses se den cuenta de su demencia... no creo que a todos los miembros de la iglesia les parezca bien lo que esta haciendo.
-Es cierto, habrá quien no piense como él. Pero algunos por propio miedo, otros porque confían ciegamente en él y otros por... interés, no harán nada. Dejarán que actúe como lo desee,porque ahora mismo es una de las personas más poderosas del mundo.
-A mi me da... lástima.-confesó la muchacha.
-No me puede dar lástima nadie que quiera herir a Bella.
-Ella es importante para tí, por lo que veo.
-Debe serto también para ti.
-Sí sí... por supuesto, lo será, protegerla va a ser mi prioridad a partir de ahora.-afirmó con decisión
-Debo hacerte una pregunta, Rosalyn.
-Adelante.
-¿Hay algo que te "encadene" a la vida humana? Alguna... ¿Alguna persona?

Ella se quedó pensativa un momento y luego su rostro se entristeció.
-Debo.. ¿morir?
-No, pero quiero saberlo.
-Pues.. mi hermano supongo...
-¿Nadie más?

Rosalyn se quedó un segundo mirando a lo lejos.
-Bueno...
-¿Hum?-murmuré.- ¿Hay alguien?
-Sí.. pero él no quiere que esté en su vida así que...-sonrió con tristeza.
-¿No quiere?-pregunté, pero acto seguido suspiré, luego coloqué mi mano en su cabeza.- No te preocupes, Rosalyn.

Ella me miró sonriente.
-No es nada, me conformo con saber que estará bien.
-Será medio idiota si no quiere que estés en su vida.-Comenté, mientras apartaba mi mano de ella.-
-Gracias Reliak.-murmuró ella.
-En fin...-comenté, mientras me ponía en pie.- ¿Tienes hambre y esas cosas?
-Un poco.-confesó.
-Pues vamos, que ahora que estoy medio vivo tengo hambre.-Comenté.

Ella rió y se levantó de un salto.
-Yo te invito si quieres.
-hm...-protesté levemente, rebusqué en mis bolsillos. No encontré nada. Suspiré.- Cosas de estar muerto, no puedo volver con dinero...
-Jajaj tranquilo, yo invito. ¿te gustan las magdalenas?
-Me gusta todo lo comestible.-respondí, luego me encogí de hombros y sonreí.
-Vamos pues, ¡conozco un lugar donde venden las mejores magdalenas de Roma!
-Vamos entonces.

Supongo que para ella debe ser duro ser ahora una guardiana. Y hay alguien con el que ella desea estar pero dicha persona no la quiere a su lado. Rosalyn realmente esconde más sorpresas de las que aparenta. Así pues, debo estar pendiente para que sea una buena Guardiana y proteja a Bella. Aunque realmente creo que no es necesaria, es lo que Bella desea y no pienso negársela.




miércoles, diciembre 24, 2008










Después de aquel desagradable suceso por un momento: nada. ¿Esto era la muerte?¿Nada? …Más tarde una radiante luz… quizá esta era la luz que me llevaría a la tortura eterna de la muerte de un clérigo.

Pero no fue así, fue algo peor, cadenas. Gozaba de unas brillantes cadenas plateadas que me encadenaban a aquel terrible lugar, que me encadenaban al mundo terrenal, justo aquí, al vaticano.

Ahora no soy más que un alma errante

Observaba en silencio la desgracia que había dejado tras de mí. Hasta que alguien perturbo la tranquilidad de mi sufrimiento.

Kyle…

Esa voz….¿Adara?

El poder de Adara “la resurrección” no tenía ni idea de este, ella me rogó que le diera permiso para hacerme volver, no obstante es mejor así, no tengo derecho a la vida después de lo que hice…. No tengo derecho a mirar a la cara de nuevo a Augusto…Y a pesar de la mucha insistencia de Adara, me negué.

Seguí observando en silencio a mis seres queridos, a pesar de que sabía que ahora Adara podía ver dónde me encontraba, aunque realmente pasé la mayor parte del tiempo con Gin… con Gin y Augusto.

Aunque me pareciera increíble, casi todo el vaticano habría notado mi ausencia allí, sobretodo ellos.
Gin… hacía años que no lo veía así…El sentimiento de culpabilidad no hacia más que inundar mi espíritu… y ver a Augusto buscando “venganza” me destrozaba todavía más…

Finalmente, el día llegó, el día en que yo quedaba atrás, el día en que enterraban mi recuerdo para poder seguir viviendo sus vidas con normalidad.
Mi funeral.

El mismo Augusto quiso presidir la ceremonia. En ella asistieron casi todos los clérigos del vaticano, incluso clérigos que estaban de misión o algunos que vivían lejos, pero no solo habían clérigos, dejaron pasar también a la ceremonia al pueblo, y varia gente del pueblo que me conocía paso a el, todo caras destrozadas.

“No imaginaba que la gente me apreciara tanto…”

Entre la gente pude identificar varias caras: Augusto, fue al primero al que reconocí puesto que el mismo dirigía aquel funeral, se mantenía firme y recto en el altar, tenia los ojos resecos y rojizos clavados en el ataúd y la cara seria, aunque en su mirada se reflejaba el dolor de la muerte de un hermano, cuando hablaba su voz sonaba entera y sin titubeos, aunque de vez en cuando le temblaba, al igual que las manos, que pese a tenerlas agarradas le temblaban visiblemente. Me costó reconocer a Gin. Por primera vez desde hacía muchos años, llevaba las ropas propias de su cargo en el Vaticano, las de un cardenal. Una cruz lucía colgada de su pecho. Su cabello, al contrario de lo normal, estaba peinado conscientemente hacia abajo y tenía una mirada seria, muy sería. Se mantenía quieto en su lugar, cosa que realmente no era normal. Pude ver a Crowley también entre la multitud, aparentaba estar triste, miraba de forma muy fija el ataúd, se le veía pensativo y presionando con fuerza sus manos mostrando signos de impotencia como si viera que su lucha se fuera decantando hacia la perdida. Por último fue a Lucius, a pesar de siempre estar fingiendo me pareció realmente afectado, seguramente culpabilidad… no sé…

Oh, querida Dolores, dentro de poco quizá si me porto bien, podré reunirme junto a ti, pedirte disculpas y llorarte todos mis pecados…

Mucha gente me echaba de menos…. Entonces vi a Adara… , estaba algo alejada como si realmente fuera alguien desconocido para mi familia. Sin embargo, su mirada estaba tan brillante y vidriosa que podía notarse desde muy lejos su pena. No se movía.. Desde hacía rato no movía ni un músculo. Tampoco pestañeaba y eso era extraño. Noté de pronto que su respiración se enrarecía y, aunque por un momento creí que iba a desvanecerse, se mantuvo en su lugar. Quieta. Aparentemente serena. Pero realmente destrozada.
A mitad de ceremonia, se llevó la mano derecha al rostro y cerró los ojos. Me dio la impresión de que intentaba "despertar" de una pesadilla. Cuando volvió a abrir los ojos, alzó la mirada hacia mis hermanos y luego perdió brillo en sus ojos, era como si hubiese dejado de estar "ahí".
Me dirigí hacia ella, al estar apartada nadie la vería hablar sola, y estaba preocupado.
-Adara… ¿te encuentras bien?- Había estado observándola y últimamente se la veía débil, la notaba débil.
Creí que no me había escuchado, pero de pronto sus ojos sin vida se giraron a mi y me observó. Rápidamente recuperaron el brillo y movió su mano derecha, aunque intentó tocarme se dio cuenta de donde nos encontrábamos.
-Sí.-dijo, en un leve susurro.
La observe unos instantes, y decidí no andarme con rodeos.
- Mentir es pecado, ¿Qué es lo que te sucede últimamente?- pregunté angustiado, para mi desgracia los fantasmas seguimos sintiendo…y me sentía angustiado…culpable…
-Últimamente...-murmuró, luego agachó la cabeza.- ... Es... "el pago".
-¿Eh?¿De que pago hablas?
-¿Recuerdas lo que te dije? Que podía revivirte...-Musitó, aún con la cabeza gacha, de manera que su cabello le tapaba el rostro.
No contesté, simplemente espere que continuara.
-El hecho de "intentarlo" ya hace que se pague el precio. El que decide es el otro ser, si vivir o no.-Continuó.- Así pues, al intentar revivirte ya pagué el precio, quieras volver o no.
Mi corazón, si es que aún mi alma poseia, me dio un vuelco de repente.
-¿Como?... pero no acepte volver precisametne para que tu no....-sabia que noera tan facil sabia que algo pasaria si ella.... aún muerto no hago más que causar molestias a mis seres queridos.-... Adara, cotnestame, ¿de que se trata ese pago?
-Desde pequeña tengo un don.-Por un momento su tono transmitía nostalgia.- Podía curar lo que fuese, de manera que luego una parte proporcional de mi alma se consumía. También puedo revivir seres... incluido los humanos por lo que el pago, en este caso, sería mayor...

Parecía que le costaba estar explicándome todo aquello, era como si no le gustase airear su "don". Giró la cabeza, me miró y luego volvió a ocultar sus ojos con su pelo.
-Pero cuando intento revivir a alguien y éste no acepta... a parte de consumir la parte de mi alma correspondiente... debo pagar con un poco más.-explicó, con voz tranquila.
Ahora si que todo se me cayo encima. Y seguidamente la mire severo
-¡¿Por que no me lo dijiste antes?! ¡Es mas ni siquiera tendrías que haberlo intentado sabiendo el pago!
Agachó levemente la cabeza, como sobresaltada por mi grito. Sin embargo, no hizo ningún otro gesto más de miedo. Alzó la vista, clavó sus ojos en los míos y me sonrió dulcemente.
-Porque mereces vivir, si lo deseas.-respondió.
Aunque quisiera hacer bien, solo consiguió obligarme, obligarme a revivir....
-Sólo si lo deseas.-Respondió.- Si no quieres hacerlo, no tienes porqué regresar.

-¿Aún se puede hacer algo por ello? ¿Te pondrás algo mejor si vuelvo?
-Si no quieres vivir no lo hagas.-Le costó decirlo, pero después de hacerlo dejó caer un poco su cabeza, juntó sus manos y luego me miró.
- No quiero repetirlo, haz lo que tengas que hacer...-le sonreí tiernamente intentando borrar la seriedad, realmente deseaba hacer lo que fuera por verla mejor, a ella, y a todos.
-Nunca me ha gustado obligar a nadie.-susurró ella, luego me sujetó la manga de mi abrigo y me miró a los ojos.- Así que puedes quedarte así o regresar. Puedes tomarte tu tiempo, la petición ya fue llevada a acabo así que podrás regresar cuando lo desees.
-Lo deseo, y apuesto que lo sabes,¿no?- de alguna forma me sentía unido a ella.
-De alguna manera... sí.-susurró.- Pero también que estás bien así.
- No es que este bien... es que no quiero haceros sufrir más a ninguno.
-Nadie sufrirá si vives.-Contestó.
Yo no tenía tan claro eso... me limite a sonreírle.
-Sólo puedo decirte que te ayudaré en lo que me sea posible, Kyle.
-¿QUé tienes que hacer?
-Simplemente debes aceptar la proposición de revivirte.
-Bien pues eso, ya lo hice...
-De corazón.-Extendió su mano hacia mi pecho, me tocó suavemente y luego volvió a juntar sus manos.- Luego... el proceso se llevará a cabo solo.
-¿Pero, como lo tomaran los demás?-un muerto no sé levanta así como así.
-Bueno, ya...-se rascó la cabeza y luego me miró suplicante.- ... a tu familia siempre se le ha dado bien curarse...
No pude evitar reírme.
-Va, no te rías.-protestó, luego sonrió.- De todas formas, creo que hallaremos una manera para solucionar eso.
-Deberias avisarles...-dije mriando hacia mis hermanos.
-Lo haré.
-Gracias por todo.
-A tí.-Me miró a los ojos y sonrió ampliamente, como antes.
Luego finalizo el funeral y Adara se perdió entre la multitud que empezaba a marchar ya que iban a enterrar mi cuerpo sin vida.


*OUT* >¿Volví? quiens abe muahahah, gracias...b uenoa todos los que asistieron al funeral jajaja, besos *OUT*




martes, noviembre 04, 2008










De nuevo me desperté con el anuncio de una nueva ejecución.
Enterré mi cabeza en la almohada mientras entrecerraba los ojos. Apreté los puños. Poco a poco, me levanté como pude y me puse los hábitos de aquel día. Me miré en un espejo levemente. Estaba pálida, más de lo normal, ojerosa. Pero sonreí y pareció que mi rostro se había iluminado.
No pude hacerlo…
No pude hacerle volver…

Salí de mi cuarto y no tardé en oír gritos, esos gritos…
Llegué en poco tiempo y pude ver como Gin arrastraba a una muchacha rubia, la que debía ser ejecutada. Entrecerré los ojos. Como pude esquivé a los guardias, mientras me echaba a correr y cuando estuve apunto de alcanzarlos mi pie izquierdo falló. Caí hacia delante y levanté la mirada, observando como el fuego se avivaba. Negué con la cabeza y me levanté, acercándome a Gin. Intenté sujetarlo pero entonces… atravesé su brazo con mi mano. Abrí los ojos como platos y me giré, en el suelo estaba mi cuerpo sin conocimiento y me llevé las manos a la cara.
-No… no puede ser…-murmuré.

Pero no tardé en fijarme en ellos. En Gin y la muchacha. Él la miraba de una forma muy especial. Nunca había visto eso en sus ojos. Entristecí la mirada, pues lo entendí y supe lo difícil que debió de ser para él.
Aún así…
De pronto vi como el alma de Rosalyn salía de su cuerpo, con los ojos cerrados y entonces… no tardé en empezar a oir “voces”.
“soy alguien a quien llevas mucho tiempo buscando.” Dijo una voz tan pura y cristalina que creí que no era real…
Una conversación comenzó entre la que parecía ser Rosalyn y… El Santo Grial. Dijeron tantas cosas, entre ellas que el hermano de Rosalyn estaba bien, gracias aun muchacho llamado Yóel y no pude evitar alegrarme. Finalmente, tras la conversación, Rosalyn se convirtió en la guardiana del Grial. Volvió a su cuerpo y desapareció. Gin… Gin estaba completamente triste.
Gin… tú…

Realmente sentí su dolor y me llevé la mano a la cabeza, mientras la agachaba. Pero no tardé en levantarla. Sentí algo. Vi entonces a una chica, quizá algo más alta que yo, de largos cabellos y ojos dorados. Bella, muy bella. Delicada. Rasgos suaves.
No pude quitar mis ojos de ella y noté algo familiar, la conocía de algo.
-Eres…-murmuré.

Ella se mantuvo en silencio, mirándome con una leve sonrisa en los labios.
-El Grial...-susurré, entrecerrándo los ojos.-...

Ella asintió y luego se giró para mirar a Gin, que seguía en el suelo. Yo también le miré, desesperada. Intenté acercarme y de nuevo lo atravesé, por lo que me dejé caer al suelo y entrecerré los ojos mientras volvía a mirarla.
-Este muchacho...-murmuré.-... para él realmente creo que ella es importante...

El grial sonrió y luego volvió a mostrarme su pequeña sonrisa mientras se daba la vuelta y empezaba a elebarse
-Lo siento.-me apresuré a decir, agachando la cabeza.- todo el dolor o problemas que podrán causarte...

Ella clavó sus ojos en mí con un gesto conciliador, se acercó y acarició mi barbilla con la llema de los dedos y se elevó hasta que la perdí de vista. Cuando ya no podía verla, giré el rostro hacia donde estaba Gin. Pero ya se había ido. Me levanté poco a poco y avancé hacia mi cuerpo. Poco después, pude regresar…

Pero ahora me encontraba peor.
Mucho peor. Pero no sabía si el dolor era físico o emocional. Así que acabé marchando hacia mi cuarto, tras una leve conversación posterior con Gin. Pero no podía dormir, no podía descansar. Aquel mismo día iba a ser el entierro de Kyle. Además, había descuidado mis qué haceres así que no pude evitar salir al pueblo, al menos hasta que comenzara el entierro y así no me martirizaba.
Durante un tiempo todo fue bien, la gente me hablaba e incluso una señora me trajo una tarta. Pero cuando ya se me acabaron las existencias y comenzaba a recoger, para regresar, oí pasos acercarse. Como era habitual, no presté atención pero de pronto alguien dio un manotazo en la mesa sobre la que yo tenía anteriormente los víveres y levanté la cabeza.
Aquel hombre.
De nuevo.

Entrecerré los ojos y lo miré, sin retroceder y él sonrió. Creyó que me había paralizado del miedo. Pero no me daba miedo, ya no. A pesar de todo, debía continuar siendo una buena persona. Tenía que serlo.
-Hola, Madre.-saludó.
-Señor…-dije- ¿Qué desea?
-¿Deseo?-se reclinó un poco hacia delante y quedamos frente a frente.- Deseo no tener interrupciones.

Recordé lo sucedido la última vez que le ví. Augusto le apartó de mi. Pero Augusto no estaba. Y realmente me hubiese sentido muy mal si hubiese aparecido, de nuevo. Eso hubiese significado que yo era una carga. Porque Augusto debía estar… muy afectado.
-No las tendrá.-Entrecerré los ojos, observándolo.- ¿Qué es lo que quiere?
-Hacerte pagar.

Llevó su pesada mano a mi cabeza y la posó en ella, para luego arrastrar sus dedos entre mi cabello y tirar de él. Nunca había utilizado la violencia. No me gustaba hacerlo. Pero aún así yo era débil. ¿De qué podía llegar a servir que luchase?
Tomó bruscamente mi pelo de pronto y me hizo alzar la cabeza, mientras me observaba fijamente a los ojos. Entrecerré los mios y de pronto, pateé la mesa de manera que le golpeó los pies y pude zafarme, retrocediendo.
Pero no tardó en ir hacia mi de nuevo, torpemente pero de manera que se tropezó y me sujetó por los hombros, haciéndome bruscamente contra la pared y golpeándome con su peso. Perdí la respiración por un momento y abrí los ojos, bruscamente. Me pegó por segunda vez contra la pared y me golpeé la cabeza, por lo que acabé algo trastocada. Cerré los ojos y noté como me empujaba hacia abajo, haciéndome sentar en el suelo.
-No…-me susurró.- Dios no está hoy aquí. Ni aquel tipo. Nadie, Madre…

Dios está en todos sitios.
Todo lo que Dios hace es por una razón.
Nadie tiene el derecho a discutir su palabra.
Acercó su rostro al mío y yo agaché la cabeza, evitándolo. No sabía que se proponía, pero no me gustaba que se acercase. Me resultaba repulsivo. Pero a su vez yo no quería hacerle daño. No quería ni intentar herirlo. Con su tosca mano sujetó mi barbilla y me hizo levantar el rostro, observándome fijamente.
-No… no hay nadie.-murmuró, lentamente comenzó a acercar su rostro al mío.

Intenté agachar la cabeza pero apretó fuertemente, creí que me partiría el mentón. Su aliento, podía olerlo. A alcohol. Intenté apartarlo con mis manos, pero con la suya que quedaba libre me inmovilizó y consiguió juntar sus labios con los míos. Abrí los ojos con pasmo y me revolví, intentando liberarme pero me apretaba cada vez con más fuerza, tanta que dí un quejido.
-No le importas a nadie.-susurró, separándose un poco y dejándome respirar.- ¿A quién podría importarle una sucia y pequeña monja como tú?

Realmente espero que Dios te perdone esto… sea lo que sea lo que hagas.
Intenté liberarme de nuevo pero eso sólo hizo que me tratase con más brusquedad aún. Noté que un hilo de sangre caía por mi frente. Pero esta vez no tenía miedo. ¿Quizá porque realmente veía que era mi posible fin?
-Una menos…-masculló, mientras volvía a acercarse a mi rostro.- qué mas dá…
-sí…-murmuré, mientras intentaba liberarme.
-Uno menos.-dijo una voz a mi espalda, medio segundo despues mi agresor volaba por los aires por culpa de una onda expansiva.

Lo seguí con la mirada, quedándome en la misma posición y luego llevé mis ojos a aquel que había hablado. A penas me dio tiempo para hablar, puesto que mi agresor me sujetó del pelo y me arrastró, aunque pude ponerme en pie y el dolor de cabeza no fue demasiado. Giré mi rostro, para ver a aquel que había intervenido. Era Augusto. Vestía de forma que era algo dificil reconocerlo, pero era él.
-¡Largo!-Gruñó el tipo que me sujetaba, ahora por las muñecas. Intenté zafarme, no pude.
-Dios te castigará pòr esto, insensato...-Dijo entrecerrando los ojos y dando un par de pasos hacia nosotros.-Suéltala..
-No.-negó, colocándome delante. Yo por mi parte miré a Augusto con los ojos entrecerrados y luego agaché un poco la mirada.

Augusto juntó las manos y una bola de color blanco empezó a formarse entre ellas.
-Última oportunidad... suéltala.
-Muérete.-espetó el que se ocultaba tras de mi. Yo cerré los ojos levemente al oirlo.

La bola de luz fué haciendose mas largo y en un descuido de mi atacante le di una patada en la espinilla y me agaché, Augusto aprovechó ese momento para lanzar la bola de luz contra él y le dió de lleno en el pecho. El hombre acabó varios metros atrás, dolorido y por lo que parecía, sin conocimiento. Me giré lentamente y le observé, mientras el hilo de sangre que caía por mi frente no me dejaba ver bien por el ojo izquierdo. Augusto se acercó, sacó un pañuelo de su larga chaqueta negra y me limpió la sangre.
-¿Estas bien?

Le miré a los ojos, durante un momento, luego asentí con la cabeza mientras desviaba la mirada. Él no debía estar allí. Él debía estar ocupado con sus cosas. No debía estar allí, frente a mi. No debía ayudarme. Debía ayudarse.
-Sí...-asentí, luego sonreí.- ¿Tú cómo estás?

Él no me contestó, se quitó la chaqueta para dejar ver un traje completamente negro salvo por un alzacuellos blanco y la puso sobre mi para taparme.
-Volvamos al Vaticano.

Agaché la cabeza, sin responder y comenzamos a caminar. Pasamos cerca de aquel hombre que me había atacado y le miré fijamente, durante pasaba a su lado. Luego llevé mi cabeza hacia delante, de nuevo mientras entrecerraba los ojos. Una tremenda carga. Nunca debí venir. Lo único que hago es perjudicar a una de las escasas personas que alguna vez se preocupó por mi. Yo siempre sonrío, a pesar de todo. Pero eso no significa que ignore la realidad. Sólo muy pocas personas se preocuparon por mi. "¿A quién podría importarle una sucia y pequeña monja como tú?".
...
Quizá debería marcharme y dejar de molestar.
Llegamos al vaticano y Augusto me acompañó hasta mi habitación.
-¿Necesitas algo?-preguntó

Negué con la cabeza, mientras sonreía y le tendía su chaqueta, aquella que me había dejado. Le miré fijamente a los ojos.
-Sólo, yo...-murmuré.- ... pido traslado...

Augusto me miró con los ojos muy abiertos.
-¿No estas comoda aqui?.preguntó clavando sus ojos en los mios.
-Considero que quizá mi labor no está siendo adecuada.-respondí, mientras le observaba. No pude evitar notar que mi mirada temblaba.- Soy un estorbo.

Augusto me cogió de los hombros y me miró aun mas fijamente, cosa que parecia imposible.
-No digas tonterias, el pueblo te adora, eres muy útil aqui y yo... -apartó la mirada.-No quiero perder a dos personas importantes esta semana...

Sus palabras me afectaron, por lo que tuve que bajar la mirada y extender un poco los brazos, hasta que le toqué. Yo no quería perder a la persona más importante para mi. Yo no quería que él estuviese triste. Sólo quería que fuese feliz. Sólo quería que estuviese bien. Pero con las cosas tal y como estaban, tenía la sensación de que yo no hacía otra cosa salvo perjudicarle aún más.
-Yo sólo quiero evitar causarte más problemas.-dije.
-Tú nunca me has causado problemas, Adara.-y me abrazó, mas fuerte de lo que lo habia echo nunca.

Durante toda la conversación, en cierta manera, había estado muy tensa pero cuando me abrazó todo desapareció. Yo también me aferré a él y cerré los ojos. Que yo nuncca te he causado problemas... eso es mentira. Soy débil, por ello debes ayudarme. Por ello te perjudicas. Por ello no puedes dedicarte a tí. Noté como unas lágrimas caían por mi rostro y enterré mi cara entre sus ropas..
-Sólo quiero ayudar.-musité.

Augusto no dijo nada más, solo siguió abrazándome y acariciandome el pelo.
Al rato se separó de mí.
-Deberias descansar.
-Estoy bien...-Dije, mientras levantaba la mirada para observarle.- dentro de poco es la ceremonia y... quiero colaborar, aunque sea sólo un poco.
-Con tu asistencia será más que suficiente, Adara. Yo mismo voy a presidirla.
-De acuerdo.-acabé diciendo, en voz baja.- descansaré un poco y luego... iré. Pero.... quiero que tú también descanses, aúnque sea sólo un poco.
-Lo intentaré.-dijo esbozando un amago de sonrisa.

Ladeé un poco la cabeza y le sonreí, luego extendí mi brazo y rocé levemente su mejilla. Tenía cara de cansado, no estaba bien y aún así él se esforzaba para parecer normal, dentro de unos límites, para hacerme creer que se encontraba bien.
-A partir de ahora... sólo preocúpate por ti.-Musité, mientras continuaba rozando su cara.

Él se dio la vuelta para marcharse, pero antes de hacerlo giró la cabeza hacia mi y con una sonrisa me dijo:
-Sólo despues de asegurarme que tu estas bien.
-Si tú lo estás yo también.-acabé murmurando, mientras lo observaba y le sonreía.

Poco después ya me encontraba en el interior de mi habitación, justo en frente de la cama y me dejé caer en esta a causa del cansancio. Kyle, el precio ya está pagado. Sólo debes desear regresar. Porque yo ya estoy casi consumida... Entrecerré los ojos lentamente. Kyle, haces mucha falta...
...
..
.

Out: Finí! xD Gracias a Augustooo (8)




viernes, octubre 17, 2008










Desapareció.
Ante mis ojos.
Rosalyn desapareció por completo.
Estuve de rodillas frente la hoguera por no sé muy bien cuanto tiempo. Con la cabeza agachada, el cuerpo en tensión y de pronto, levanté la mirada. La gente estaba airada e intentaban disiparse. Yo… Aún agachado me llevé la mano derecha a la cara y entrecerré los ojos.
Ha desaparecido.

Me coloqué en pie y miré a las personas que gritaban furiosos, o cuchicheaban o… simplemente hablaban con una mueca extraña en sus rostros. Me hubiese gustado matarlos uno a uno. A algunos, por decir que se trataba de un milagro. A otros, por decir que era un acto demoniaco.
Desaparecí entre la multitud y dos hombres vinieron a mi, corriendo. Sonreí como para mi. Eran los dos guardias. Esos dos guardias que…
-Cardenal Flowright.-Dijo uno de ellos, cuando estuvieron delante de mi.- ¿Q… qué ha pasado?
-Ha desaparecido.-Respondí, sin más luego los esquivé y continué caminando.

Uno de ellos me tomó por el brazo, quizá para continuar preguntando pero me giré y de pronto, abrió con mucha fuerza los ojos mientras yo le miraba sonriendo. Sólo me hizo falta bajar un poco la mirada para confirmarlo. Le había atravesado el corazón con la espada al girarme. No iba a haber piedad para ellos. Aquel al que ataqué, cayó bruscamente al suelo y su compañero le miró, extrañado. Pero al levantar la mirada y ver mi espada llena de sangre, palideció.
-C… Cardenal…-murmuró.
-Creo que os hube avisado.-Comenté, luego di un paso adelante.

El resto de las personas que por allí se encontraban, no podía vernos. Estaban demasiado ocupados con otras cosas. El tipo retrocedió e intentó huir. Acabé con él antes de que fuera posible. Luego giré la cabeza y me marché de allí, mientras caminaba pesadamente. Me hice el pelo hacia atrás, mientras no podía evitar tener una sonrisilla en el rostro.
-Realmente no he cambiado tanto.-susurré.

Claro que no he cambiado…
No tardé en aparecer en el despacho de Augusto. Toqué a la puerta, esperé a que me diera permiso y entré. Augusto no levantó la cabeza para mirarme, estaba concentrado en unos informes, sin embargo, con la mano me hizo un gesto para que me acercara.
Comencé a aproximarme a él, con paso seguro. No podía explicarme ni a mi mismo lo sucedido. Cuando estuve delante de su mesa, esperé paciente a que hicera o dijese algo. Pasaron unos segundos hasta que mi hermano levantó la cabeza.
-Discúlpame, terminaba de leer algo importante.-dijo.
-No pasa nada.-respondí, serio.- Supongo que ya te has enterado de lo sucedido.
-Lo he visto, desde el ventanal.-se limitó a contestar encogiéndose de hombros.-Brujería.
-Eso pensaba.-contesté.- ¿Alguna orden?
-Si la encuentras... mátala.-dijo clavando sus ojos en mi.
-Comprendido.-Asentí con la cabeza, mientras le miraba.
-Es todo.-dijo Augusto.

Asentí con la cabeza y me giré, para marcharme pero en ese momento me detuve. Miré hacia delante y luego me giré la cabeza hacia él, observándolo.
-Augusto...-murmuré.
-¿Si, hermano?-preguntó el devolviéndome la mirada.
-¿Estás bien?-Dije, mientras le miraba a los ojos.
-Como Papa de Roma te diré que la muerte del cardenal Kyle ha sido un duro golpe para el papado, era una persona muy valiosa para Roma...-entrecerró los ojos y miró hacia otro lado.-Como Tu hermano William Flowright.. te diré que añoro mucho a Kyle..

Abrí los ojos levemente, pero no exterioricé sorpresa. Me resultaba extraño ver a mi hermano mayor hablar de esa manera, él casi nunca hablaba así. Pero lo veía normal. Me acerqué a él, mientras continuaba con la mirada en otro lugar. Coloqué mi mano sobre su hombro y me miró instantáneamente.
-Yo también.-dije.- Pero... creo que él no desearía vernos tristes, a ninguno. Por eso... debemos reponernos. Apoyándonos...-desvié la mirada y me revolví un poco el cabello, mientras ahora quien desviaba la mirada era yo.- el uno en el otro.
Mi hermano me agarró la mano que apoyaba en su hombro y buscó mi mirada.
-Tienes toda la razón, hay que seguir adelante.
-Voy a... prepararme.-musité, tras unos instantes en los que mantuve mi mirada con la suya.- Si me necesitas, estoy en mi cuarto.
-Esta bien, nos vemos en un par de horas para el... la ceremonia.-dijo antes de volver la mirada hacia los papeles que tenía sobre su mesa.

Asentí con la cabeza, mientras me hacía el cabello hacia atrás y salía del despacho. Mientras caminaba no podía quitarme de la cabeza lo sucedido con Rosalyn, pero de golpe… me di cuenta realmente de la realidad. Iba a presenciar el funeral de uno de mis hermanos mayores. Su funeral. Cuando aún era joven, cuando aún... No debía morir.

Al llegar a la puerta de mi cuarto, noté como unas delicadas manos rozaban casi mi espalda y me giré. Adara. Pálida, ojerosa pero aún con una sonrisa en el rostro, una leve sonrisa que intentaba animarme. Intentaba animar a todos. Intentaba ocultar lo que ella sentía.
-Gin…-murmuró.
-No tienes buen aspecto.-Indiqué, luego me agaché un poco y la miré a la cara.- No, no lo tienes. Deberías descansar un poco…
-… quiero colaborar…-susurró.- Con la ceremonia para Kyle.
-Augusto se ha encargado de todo.-Tras eso, me erguí y coloqué mi mano sobre su cabeza.- Sólo descansa hasta entonces.
-… s… sí.-asintió con la cabeza y luego retrocedió, para marcharse.
-Adara.-dije, antes de que se fuese.
-¿Si, Gin?-Preguntó, mientras giraba su cara hacia mi aún con la sonrisa.
-Gracias por esforzarte tanto.-Respondí, no esperé respuesta y entré a mi habitación.

Nunca le había dado las gracias a alguien excepto a mis hermanos. Nunca había mantenido una conversación tan larga con Adara. Pero Adara era alguien importante para William, alguien a quien yo no debía hacer daño, ni siquiera inconscientemente. No debía aproximarme a ella, porque era delicada.
Quizá muy delicada.