
Acabé frente una armería bastante pobre, entré lentamente mientras miraba a mi alrededor. Necesitaba una buena espada, pues la última que estuvo entre mis manos ahora estaba partida a la mitad. Lucho con demasiado entusiasmo…
Miré toda la mercancía que poseían con cuidado, pero la única espada que me llamó la atención fue una que estaba envuelta con una tela de color oscuro y amarrada con un cordón dorado. La tomé entre mis manos, la desenvolví y pude ver una espada de mango oscuro y hoja de cristal. Pasé mi dedo pulgar por la hoja, pero incluso antes de tocarla ya me había cortado.
-Dicen que esa espada tiene más de doscientos años.-Comentó el encargado del lugar.- O eso me dijo el tipo que me la trajo. La describió como: espada de hoja de diamante, salida del infierno y con la capacidad de matar con dos golpes simples.
Quizá aquel hombre hablaba demasiado.
Pero la cuestión es que aquella espada llamaba mucho mi atención, así pues tras regatear con él acabé pagándole y llevándome aquella arma conmigo. Llegué al puerto, dispuesta a tomar el próximo barco. Había una gran cantidad de gente esperando para embarcar, por lo que tuve que esperar mi turno.
Muy cerca de donde yo me encontraba había un tipo grande, muy grande, caminaba haciendo eses y hablaba muy alto algún idioma incomprensible para mi. De pronto se topó con una muchacha que, por su pinta, aparentaba ser muy torpe. Eso provocó que todas las frutas que ella llevaba cayeran al suelo. El tipo la miró de reojo y aunque la chica le pidió perdón, él comenzó a destrozar la fruta a pisotones. No contento con ello, la tomó por el cuello y la levantó.
-Qué divertido.-Musité.
Nadie detenía al tipo.
¿Por qué? ¿Le tenían miedo?
Entrecerré los ojos y me fijé ahora en él. Sus ropas eran caras y llevaba colgado del cinturón un gran saco de lo que aparentaban ser monedas.
Conté tranquilamente el dinero que me quedaba, si continuaba así tras el embarque mi dinero terminaría muy pronto. Por lo que necesitaba más. Quizá aquel tipo iba a proporcionarme el que me era necesario.
Miré hacia la fila de gente que aún tenía delante, sí, seguramente me daría tiempo a regresar. Fui hacia aquel tipo, que no se había dado cuenta de mi presencia. Pero al mirarme la chica que tenía entre sus manos, él giró su brusca cabeza hacia mi.
-¿Qué haces, mocosa?-me preguntó.
-Suéltela.-Le ordené pacientemente.
Me obedeció, la soltó pero la empujó contra una pared. Provocando que perdiese el sentido en ese momento. Desenfundé mi nueva espada, cuya hoja brilló como el fuego al estar en contacto con el sol. Incluso casi lo cegó.
-Hum.-Bufó el tipo.- Con una espada tan frágil como esa dudo que aguantes demasiado contra mi.
Di una estocada rápida, como de advertencia, sin embargo una gran cantidad de sangre salió de su hombro. Abrió los ojos con fuerza, incrédulo. Sonreí levemente mientras me colocaba en posición de ataque.
-Creo que será al contrario.-espeté.
Desenfundó rápidamente su espada y corrió hacia mi, pero lo cierto es que sus movimientos eran lentos y pesados, seguramente por el hecho de estar borracho. Seguramente era un buen espadachín, pero al tener tanta cantidad de alcohol en su cuerpo lo único que pudo hacer fue caer malherido ante mi, sin conocimiento ya.
-gra… gracias…-musitó la muchacha que había sido atacada, mientras se ponía en pie y yo le quitaba al tipo la bolsa de dinero.
-¿Hum?-pregunté mientras me colocaba recta y guardaba el dinero.- No lo he hecho para ayudarte, si es lo que crees.
-Pero…
Giré mi cabeza hacia el barco, ¡comenzaba a zarpar! Corrí pero no llegué a tiempo, estuve apunto de lanzarles mi nueva espada pero me detuve en el acto y, al estar en la orilla, perdí el equilibrio y caí al agua. Mantuve la mirad de mi rostro debajo del agua mientras continuaba con el ceño fruncido.
Mierda…
Al final tuve que quedarme en aquel maldito pueblo un día más, sin embargo, al día siguiente pude tomar un nuevo barco. Este mejor que el anterior, ya que el dinero que le había quitado a aquel tipo me lo permitía.
Lau empezó su búsqueda a las 4:35 p. m.