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x A mi Germaneta Lorena por ayudarme con el diseño y blogger y ayudarme a no dejar esto abandonado.
x A Kao por hacerme los avatares, por sus consejos y por su apoyo constante
x A Bunny por ayudar también con el diseño y animarme.
x Y a todos los que seguís participando en el RPG,

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miércoles, agosto 22, 2007










Era mediodía, aunque aún no era hora de comer. Yo me encontraba guardando en una bolsa mis pocas pertenencias, de hecho, mi única pertenencia real no era más que un pequeño cuchillo. Lo demás . . . eran como notas, pequeñas figuras de madera que me ayudarían a recordar cosas que nunca sabía cuándo había oído o visto. Tenía recuerdos de cosas . . . que nunca habían pasado. Era demasiado extraño y hacía ya mucho que me sucedía.
En esta ocasión, no metería ninguna figurita. Llevaba más de tres meses perdido, dando tumbos de un pueblo a otro sin averiguar nada de nada. Pero hoy sería distinto. Ese día empezaría desde cero. Me encontraba en un pequeño pueblo al pie de los Alpes. Un pueblo humilde, por no decir pobre, un pueblo en el que llevaba ya tres semanas y en el que me habían acogido con mucho cariño.
Llegué allí muerto de hambre, sin dinero y sin un lugar en el que quedarme. Me desmayé mientras andaba por las calles. Al despertar, había un hombre junto a mí. Un hombre de bastante edad llamado Fredo. Él me acogió, me dio comida y un techo, así como un trabajo. Recuerdo la primera noche que pasé en aquella casa, mientras cenábamos, me preguntó por mi cuchillo y por las figuras de madera que llevaba conmigo. Me preguntó si las había hecho yo, a lo que le respondí de manera afirmativa. Fredo quedó maravillado con mi habilidad y me preguntó si me importaría trabajar con él. Era el carpintero del pueblo, se dedicaba a arreglar las casas y los muebles en general. Todo un artesano, aunque siempre me decía que yo lo superaba.
Pero ambos sabíamos que aquello no iba a durar. De hecho, en varias ocasiones le había comentado mis aspiraciones viajeras, mis impulsos por la aventura y por desvelar un misterio que atormentaba mis sueños. En aquel día . . . finalmente partiría.
Cerré la bolsa y me la eché al hombro, mientras bajaba las escaleras. Delante de la puerta me esperaba Fredo.

- ¿Seguro que deseas irte?
- Sí -contesté cabizbajo-, lo siento.
- Tranquilo, sé que te irá bien. Y estoy convencido de que algún día nos volveremos a ver.
- Cuídese mucho, señor Fredo.
- No me llames "señor". Has sido como un hijo para mí durante estas semanas.
- Le echaré de menos -respondí abrazándole y dejando escapar algunas lágrimas, aunque no tantas como él.

Abrió la puerta y me sonrió. Tomé aire y me erguí. Salí por aquella puerta sin mirar atrás, sabiendo que aunque dejara un sitio en el que había sido feliz, siempre recordaría esos días felices y me ayudarían en mi vida. Aunque había sido poco tiempo, por primera vez tuve un sitio al que llamar hogar.

Ahora -dije para mis adentros-, ¡rumbo a Roma!


(Out: Es mi primer post, siento haber entrado tarde, he tenido algunos problemillas >///< prometo intentar adaptarme bien. Espero que os guste el post. Sé que no es gran cosa y que es cortillo, pero supongo que tiene su encanto. Gracias)