Lucius…
Eres tan…
Aburrido…
Es extraño pero así es, desde que comienza a hablar me entra un sueño que… A veces no puedo controlar. Me libré de su compañía rápidamente. Pero lo cierto es que se había llevado la mejor misión desde hacía bastante tiempo… ¿Acabar con el hereje que filtró la información sobre el Santo Grial y además traer de regreso el documento? ¡Hubiese sido genial ir y acabar con esos malditos! ¡¡¡Seguramente habría podido matarles con mis propias manos, destruir el pueblo quizá!!!!
… Pero…
….No pudo ser…
Paseaba por aquel lugar esperando, de alguna manera, algo de diversión. No la hubo. Al menos, la primera hora. Poco después me encontré con un tipo. Estaba borracho, golpeaba a la gente.
-Cuando hay hambre…-musité.- … hasta los garbanzos valen…
Acabé con aquel tipo fácilmente.
Oh, Dios mio… ¿He hecho algo mal? ¿Por qué me castigas con este aburrimiento? Oh Dios…
A lo lejos vi a Lucius, de nuevo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se marchó? Sueño, el sueño vuelve… ¡Gin, despierta! Él se acercaba a mi lentamente, con una sonrisa en el rostro.
Incluso su sonrisa me da sueño…
-Monseñor, esperad, por favor-me pidió mientras se acercaba a paso lento y relajado.
-Oh sí, claro.-Respondí dando un pequeño brinco, estaba apunto de dormirme de pie.- Saludos Lucius.
Sonrió, impasible.
-Dios os bendiga.
-...a vos también... Luci...-sueño, sueño... ¡NO, GIN!.- Lucius.
Se llevó las manos a la espalda, mientras me observaba un poco extrañado.
-¿No es...increíble? Os dije que probablemente os llegaría una misión muy pronto y ¡no sólo ha ocurrido, sino que yo os traigo la buena nueva!
-¿Hum?-Esta vez me desperté de golpe.- ¿De qué se trata?
-Bueno-el camarlengo bajó mucho la voz, hasta darle un tonillo confidencial-.No quisiera discutir los nobles designios del Papa en medio de una plaza...
Entrecerré los ojos mirándole por un momento de una forma que para él, seguramente fue severa, luego asentí y le dije:
-Vamos a donde desees.
Se volvió bruscamente, en dirección al Vaticano.
-Seguidme, por favor.
-Claro.-Asentí mientras comenzabamos a caminar.
Una vez entre las paredes de la enorme construcción, Lucius volvió a colocarse frente a mí. Suspiró.
-Bien, Cardenal...
-Dime.-Respondí
-Descubrí algo durante mi...misión, que ha preocupado al Papa. Debemos intervenir.
-¿De qué se trata?
Su sonrisa serena se crispó un poco; como si tuviera un discursillo preparado y lo estuviera interrumpiendo con mis preguntas.
-Veréis Cardenal...los harejes han buscado la forma de divulgar el preciado documento.
-Que extraño...-ironicé.
-Si no os interesa el asunto, Monseñor, buscaré a otro que prefiera erradicar la herejía en lugar de voz-me espetó con repentina antipatía.
-Yo no he dicho eso.-Respondí mientras me cruzaba de brazos.- Me interesa, Lucius.
Volvió a sonreír con falsedad.
-Eso me suponía. Por ahora vuestra tarea es fácil: Tan sólo "acallar" cualquier forma de herjía, ya sean canciones, conversaciones, reuniones...sueños. Todo.
-... jeh...-reí.
-¿Creía recordar que el asunto era bastante serio, Monseñor?
-Serio para una mente como la tuya.-Respondí, ya no tenía sueño.- Está bien... haré, lo que pueda.
Por un momento, Lucius alzó la barbilla y me observó con los ojos entornados, con desprecio, como solían hacer la mayoría de los nobles. Luego, poco a poco, volvió a sonreír.
-No dudo que eso será mucho. El Papa cuenta con vos, Cardenal. Que Dios os bendiga.
-Oh sí, claro...-asentí.-Igualmente, Lucius.
Se marchó refunfuñando algo.
Out: gracias Lucius ^^
Johann empezó su búsqueda a las 12:51 a. m.
