
No podía dormir, no hacía más que dar vueltas en la cama, así que me levanté, y me dirigí a mi estantería. Cogí aquel libro, el libro rojo, el que me había regalado mi abuelo para mi cumpleaños... ese libro que jamás terminé de leer.
Me volvía a la cama, me arropé, y me senté, colocándome lo más cómoda posible. Sacudí un poco el polvo del libro, y lo abrí.
-"Zhor y la cabaña invisible"- leí.
Era una historia de fantasía y aventuras, nunca pude leerla antes porque no entendía lo que allí se narraba, pero ahora no tendría problemas.
Ya me había leído la mitad del libro, cuando la vela se apagó. La ventana estaba abierta, y una fuerte ventisca entró por ella. Me levanté de la cama y la cerré, volviendo a coger el libro, aquella misma noche lo terminaría, y así entendería por qué le gustaba tanto a mi abuelo.
Pasaron varias horas, ya solo me quedaban las últimas páginas, cuando la vela volvió a apagarse; la ventana volvía a estar abierta.
-¿Pero... cómo...?- me pregunté extrañada.
Salté al suelo, y fuí hasta ella, me asomé, mirando hacia todas partes, pero no había nada extraño. Miré hacia el cielo y me quedé un rato contemplandolo... me encantan las noches estrelladas, solías verlas con él... con esa persona que me abandonó sin decir nada, esa persona a la que tanto amé...
-Vuelven los amargos recuerdos...- susurré.
Una suave brisa acariciaba mi rostro y mis cabellos, la noche estaba preciosa, así que decidí salir, a pesar de la hora. Me coloqué sobre el borde de la ventana, y salté hacia el árbol de la entrada, que se situaba bastante cerca de mi ventana. Bajé por él, y corrí hasta el jardín, saliendo de mi casa tras saltar el muro. Al otro lado de aquel muro, un enorme bosque se expandía a unos 100 metros. Alrededor de él, unas 100 casas, donde sus habitantes dormían ahora plácidamente.
Yo soy la guardiana de mi pueblo, pero hay más guardianes, aquella noche le tocaba a Ancel, mi mejor amigo, mi amigo de la infancia, aquel que era para mi como un hermano.
Me senté junto a la puerta de su casa, y busqué con la mirada el balcón de la torrecita, allí donde él debía encontrarse, observandolo todo, protegiéndonos. Así era nuestro trabajo, proteger a nuestor pueblo de cualquier peligro, sobre todo de los peligros que el bosque podía causar. Aquel bosque era inmenso, y nadie había logrado nunca conocerlo del todo. Siempre podían venir nuevas especies de seres, seres extraños, nunca vistos, que no podíamos saber si eran inofensivos o no, por eso la protección. Además, aquel bosque conectaba con otros muchos pueblos, y en cualquier momento podíamos recibir la visita de alguno de ellos, una visita... no muy agradable.
Mi pueblo, Caminos Vecinos, era el más popular, y por ello el más odiado por los pueblos vecinos. Todos pretendíamos creer que podríamos vivir en armonía con esos otros pueblos, pero lo cierto es que no nos podemos fiar de nadie que provenga de ellos, la confianza, cuando no es mútua, siempre es traicionada.
-¡Nazira!- musitó alguien a mis espaldas.
Se trataba de Ancel.
-Ancel, ¿qué haces aquí, por qué no estás haciendo la guardia?-
-He venido porque he escuchado ruidos, pensaba que podía ser alguien de Molinos de Fuego.- dijo refiriendose a uno de los pueblos vecinos.
-No te preocupes, no creo que vuelvan a visitarnos en una buena temporada.-
-Prefiero estar alerta.- dijo sonriente.
-Haces bien Ancel.-
-¿Quieres venir conmigo?-
-¡Claro! después de todo, no consigo quedarme dormida, y la noche está preciosa para desperdiciarla durmiendo.- contesté con una amplia sonrisa.
Ancel era un muchacho muy especial. Podía volar. Esos eran sus poderes.
-¿Quieres que volemos?-
-¡Sii!- afirmé muy alegre.
Me encantaba volar con Ancel, volar era una sensación hermosa y placentera. Te hacía olvidar todo lo que dejabas bajo tus pies, y daba la sensación de estar más cerca de las estrellas.
Ancel me cogió en brazos y yo me agarré fuerte a su cuello. Tan solo unos segundos tardamos en volver a la torrecita.
-¿Te ha gustado?-
-¡Sabes que me encanta!-
Ancel sonrió dulcemente. Me apoyé sobre la barandilla de la torrecita, y miré hacia el bosque.
-Parece estar tranquilo.-
-Si, no hay mucho viento esta noche...- susurró Ancel en mi oído.
Acto seguido, se me acercó por detrás, y me agarró la cintura con suavidad, pegándose completamente a mi.
-A-Ancel...- murmuré un poco intimidada.
-Hace una noche preciosa...- volvió a susurrarme mientras me abrazaba por detrás.
Giré la cara para ver la suya, Ancel tenía los ojos cerrados, y me abrazaba cada vez con más fuerza. Sonreí, y acaricié sus fuertes brazos, le quería, le quería muchísimo... Asloth...
*OUT* Wenuuu, aquí mi primer post como Nazira, espero que les guste ^-^ me sentía inspirada y decidí hacer mi introducción. Besines a todos!! espero que esto siga así!! esta muy guay la historia!!! *-* Vuelve Maroncina!! se te exa muxo de menos!! ^^ *OUT*
Yuna empezó su búsqueda a las 3:04 a. m.