-...aún es tiempo para arrepentirse, -le dije a los herejes que había encontrado murmurando sobre el Santo Grial- …por que nuestro señor Jesucrito prefiere acoger a un hombre que se arrepiente a que 99 que no necesitan arrepentirse…- y bla bla bla bla blaaah! Después de un rato, seguro que todos ellos irían corriendo a confesarse. Lo gracioso era que ellos estaban más convencidos de lo que dije de lo que estaba yo misma.
Más tarde, daba un paseo “buscando herejes” y cuando llegué a la plaza me detuve un poco a pensar en lo ocurrido con Lucius… ¡estaba casi segura que iba a terminar castigada por la misma inquisición! …por culpa del camarlengo pero… por alguna extraña razón no fue así. De cualquier forma tenía días sin saber nada de él y eso estaba bien.
Llevaba un par de horas tratando de ordenar mis ideas de una manera coherente, pero aún no lo lograba; era inútil. Quizá lo mejor era no pensar…
Pero aah... ¿Qué debería hacer?
Cállate, no pienses.
¿Qué? ah mierda…
no debo de pensar… ¡no debo pensar! ¡no pienses! ¡no pienses! …espera... esto mismo significa que estoy pensando…
Y entonces una voz interrumpió oportunamente mi discusión mental:
-¿Madre Catherine?- me preguntó un sujeto extraño, digo, un cura.
-Esto… si…- algo así…- ¿Qué ocurre?-
-Su santidad le ha mandado llamar-
-Suuu sasasantidad?- balbuceé. Esperaba que no me estuviera jugando una broma. Así, me dirigí a ver a Augusto, quiero decir… a ver que se le ofrecía a su santidad.
Toqué la puerta un par de veces.
-Adelante.-dijo la voz de Augusto al otro lado de la puerta
Entré tranquila, pero sólo en apariencia por que la verdad lo más seguro era que él fuera a reprocharme.
-Buenos días su santidad-
-Buenos días madre Catherine.-dijo con una medio sonrisa en el rostro y las manos entrelazadas sobre el escritorio.-Siéntese por favor.-
Cosa que hice de inmediato y suspiré como para aliviar la tensión.
-¿Para que me ha mandado llamar, su santidad?-
-Tengo una misión para usted.-dijo mirándome a los ojos. De acuerdo, eso no fue exactamente lo que me esperaba.
-Dígame, todo por nuestra Santa Iglesia-
-Quisiera que fuerais a buscar el Santo Grial, se que es muy peligroso pero.. solo puedo confiarle una misión así a gente en la que confío plenamente.-Hizo una pausa y clavó sus ojos en los míos.-Naturalmente, es libre de rechazarla, pero le estaría muy complacido si usted... -
¿QUE? ¡¡NO!! ... espera... cálmate Catherine, si vas por el Grial y se lo traes... ¡NOO! voy a morir si lo intento!...
-Todo sea por preservar nuestra fe que triunfa sobre todo error.- Dije sonriéndole. Espera... mierda ¡Se supone que debí decir que no!
-¿Esta segura madre?-preguntó
Di que no, que NO, está bien?
-Por supuesto que… que si!, su Santidad- respondí aparentando estar confiada.
-Se lo agradezco madre Catherine, tengo mucha fe en usted.
¡Genial! Acabas de arruinar tu vida pedazo de idiota. Pensé mientras sostenía una dulce sonrisa para Augusto, sujeto que se encontraba frente a mi, tan inmutable como siempre. Cosa que llegaba a ser molesta tomando en cuenta lo que yo siento por él y eso… eso… Ah, olvidé de qué iba ese razonamiento.
Los rayos de luz que entraban suaves, por la ventana, enmarcaban su rostro en una composición casi… no! una composición completamente perfecta que…
-Pues, hable con Lucius para que os de los detalles, él es el encargado de informar a los cardenales encargados de esa misión, pero puesto que nos conocemos desde hace mucho tiempo, consideré oportuno comentárselo yo mismo.
¿Lucius? Él no era algo que me interesase en un momento así, a pesar de que todo el día anterior no había podido dejar de pensar en él.
-Esto... Augusto... -le dije, estaba a punto de cometer el más grande error de toda mi vida
-Dígame Catherine.-
El más grande error de toda mi vida...
-Augusto, yo... -me levanté y miré hacia afuera por la ventana. Y después de haberme despedido mentalmente del mundo, volteé a verle- Augusto yo te…-
Me miró con curiosidad se levantó de su asiento y se colocó junto a mí.
-¿Estáis bien Catherine?-
¿Estar bien? no, no estaba bien. Me acerqué más a él y le abracé con fuerza, ¿qué podía pasar después de aquello? Este era otro momento en el que tenía que dejar de pensar. Y así hice.
Uní mis labios con los suyos en un beso sencillo y lleno de ternura.
En un principio él respondió a mi beso, pero de pronto se apartó de mi con brusquedad, estaba terriblemente sonrojado.
-Madre Catherine ¿que significa esto?
- ... -no era que no quisiese responder, es sólo que en realidad no sabía que decir, o mejor dicho, no sabía que era lo que debía decir
-Le he echo una pregunta.-dijo mirándome con severidad.
Agaché la cabeza y miré al suelo para evitar volver a encontrarme con esa dura mirada.
-Desde hace tanto... -mi voz se empezó a quebrar- desde hace tanto tiempo que te quiero de esta manera... que... que te amo- me sorprendí de la manera en que la situación podía disminuir considerablemente mi vocabulario.
Augusto me miró sorprendido, su respiración era agitada, suspiró y luego dijo:
-¿Te das cuenta de la gravedad del asunto? Desobedeces uno de los votos más sagrados de la iglesia cristiana Catherine.
-Lo sé... Y cada día lo llevo pidiendo perdón por ello-
Él hizo un gesto como para acariciar mi cabello pero en el último momento se arrepintió y simplemente me ofreció su mano para que besara sus anillos.
-Te vendrá bien la misión Catherine.-dijo fríamente
Asentí con la cabeza y besé sus anillos. Sin más, salí rápidamente de ahí(casi podría decirse que corriendo) y sin mirar atrás. Preguntándome por qué rayos no había sido excomulgada o bien, estaba encerrada en una celda oscura esperando el momento de mi ejecución.
*out* OMFG XD gracias susy :3 *out*
Anónimo empezó su búsqueda a las 2:12 a. m.
