
Faltó poco aquella vez...
¡Pero eso quiere decir que cada día finjo mejor!
-Padre, he pecado-dije con voz grave-.Padre, he pecado...-con voz llorosa-.Padre he pec...Ah bueno, no creo que se repita más.
Ahora que aquellos dos cardenales que tan nervioso me ponían se habían marchado a...hacer algo con herejes por ahí, y Su Santidad me había dejado olvidado por un tiempo mientras me dedicaba a "mi penitencia" (¿de rodillas sobre garbanzos? ¿YO?)...tenía una gran paz espiritual.
Si pudiera encontrar a la madre Catherine, supongo que todo sería perfecto pero...Nadie podía verme hacer otra cosa que no fuera rezar o encerrarme.
Suspiré.
-Maldita ley del mayorazgo...Yo sólo quería mi trocito de herencia y...Ahora soy un camarlengo.
...
-¿Así que una carta?-para una vez que salía de mi celda, y me encontraba con trabajo.
La leí y fruncí la nariz. Qué horrible caligrafía, que tachones, qué...
Ah, de Chibike.
Entonces lo entiendo.
Pensé que sería mi oportunidad para terminar de resarcirme a los ojos de Augusto y pasé el pergamino a limpio. Luego fui a su despacho a entregárselo.
Los mismos tres golpes en la puerta de siempre...
Y la misma voz solemne de siempre diciendo las mismas palabras secas de siempre.
-Adelante.
-Con su permiso, Su Santidad-dije entrando con una educada sonrisa entre los labios.
-Ah Lucius ¿encontraste el perdon?-dijo distraídamente Su Santidad mientras miraba, como siempre, unos papeles.
-Hmmm-borré la sonrisa de mi cara mientras debatía si sería mejor seguir con mi curiosa "penitencia" o volver al trabajo y a mi vida "normal"-.Eso...espero, Su Santidad-dije al final.
-Oh.. perfecto perfecto.-murmuró ojeando aun los documentos que habían sobre su mesa, realmente creo que ni siquiera me escuchaba, en ese momento levantó la mirada y clavó sus ojos en mí.
-¿Que se te ofrece?
Extrañamente, me sentía ignorado. No pude evitar sonreír ante la ironía.
-Ha llegado una carta de la joven Chibike-la dejé sobre la mesa-.Al ser prácticamente ilegible, me tomé la libertad de transcribirla...-dejé el otro rollo al lado del primero.
-¡¡Espléndido!!-dijo Augusto despertando de su... trance.-Buen trabajo Lucius, gracias.
-Ya...supuse que os alegraría...Su Santidad.
Empecé a estirar el cuello disimuladamente. ¿Qué tenían todos esos documentos que tan absorto mantenían a Augusto?
No es que me importara pero...
Pero estiré un poco más el cuello.
El me miró, dejo los documentos sobre la mesa y entrelazó sus manos.
-¿Que ocurre Lucius?
Carraspeé y me llevé una mano al pelo, mirando a otro lado.
-Simple curiosidad, Su Santidad...
Un momento: La curiosidad era un pecado. O no. Eh...
-Curiosidad...-repitió Augusto casi para sí.-¿Que quieres saber?
-Bueno...Yo...No pude evitar fijarme en esos documentos, que parecen robar toda vuestra atención...
Su santidad miró los documentos y luego volvió a clavar su mirada en la mía.
-Son.. los informes que me mandan los miembros de la inquisición, sobre la gente que puede estar interesada en el Santo Grial.-explicó.
-¡¿En serio?! ¿Quiénes son? ¿Suponen una verdadera amenaza?
-Con nombre.. solo tenemos a tres y tenemos uno más sin nombre. Tres mujeres y un hombre...-me miró.-Uno de ellos es una jovencita que parece provenir de una especie de tribu, su nombre es Morrigan, hay otra mujer de larga cabellera rosada y cara cubierta, se dice que es irlandesa.
-Irlanda...tan...lejos de aquí-me estremecí-.Bueno, no creo que dos salvajes pudieran preocuparnos...
-Luego estan los otros dos... un hombre y una mujer que van juntos, de Roma, la mujer se llama Rosalyn, trabajaba en un hospital muy cerca de aquí, el hombre de nombre Yoél la acompaña, un herrero segun creo...-hablaba arrastrando las palabras despacio y mirandome fjamente con las manos aún entrelazadas.
-¿Un herrero y una sanadora?-le quité importancia con un gesto de la mano mientras me reía.
-Ya estan en Alemania.-dijo con un tono gélido, lo que me hizo parar de reír al instante.
Tosí deliberadamente.
-Es posible que...Bueno, tengan unos caballos veloces.
-Caminando... han ido andando desde aquí.-dijo con un tono grave, sin duda estaba preocupado.-Las otras dos mujeres de las que tenemos informacion también llevan un camino bastante adelantado..
Empecé a compartir su preocupación.
-Ya veo, Su Santidad. En ese caso, deberíamos hacer algo cuanto antes...
-Si.. ¿Alguna sugerencia?-preguntó.-Los miembros de la inquisicion andan tras los sujetos de los que te hablé y rastrean medio continente en busca de otros que tambien intenten encontrarlo.. arrestaron a algunos y fueron ejecutados, pero a los que te nombré de momento no hubo manera de encotnrarlos.-Hizo una pausa.-Las últimas noticias que me llegaron, fueron de que seguían a la sanadora Rosalyn y el herrero Yoél por unas colinas, de momento no hay mas información de si los capturaron o no..
La miré confuso. Ahora me arrepentía de haberme tomado esas vacac...penitencia.
-Así que son buenos esquivando a nuestros hombres...Sin embargo, dudo mucho que puedan escapar de vuestros valientes hermanos...
Augusto agachó la cabeza parecía agotado y un sudor frío corría por su frente.
-Eso espero, por el bien de nuestra santa madre iglesia.
Me quedé un rato en silencio.
Tanta era su preocupación...Mientras yo, dormía, comía o ...pensaba en Catherine...
Me apresuré a llegar a una de las ventanas. Descorrí las cortinas y la abrí.
-Su Santidad, debería dejar entrar un poco de aire fresco, la luz que nos envía el Señor es maravillosa...
-Si..-dijo el mirando la ventana de reojo.-Quizá esté exagerando con todo este tema.
Sonreí.
-No alcanzo a imaginar cuán dura puede ser la misión de ser el representante de Dios en la Tierra, pero miles de fieles dependen de vos...Algo tan nimio como esto no debe haceros flaquear.
Su Santidad sacó un pañuelo blanquísimo con el que se secó unas gotas de sudor de la frente.
-Tienes razon, mi deber es el de actuar para que las cosas no se nos escapen de las manos...-me miró fijamente de nuevo.-¿Debería mansdar algunos de los cardenales miembros de la inquisicion de mas confianza a buscar el objeto sagrado?
Asentí.
-O, ¿por qué no? A los mismos herejes que lo buscan.
Augusto se quedó un momento pensativo.
-Creo que.. de momento mandaré al padre Crowley, Dolores y Catherine que se preparen para viajar a buscar el objeto.. si la cosa se complicara... tomaremos medidas mas drásticas.
¡A Catherine!
Un momento...
-¿Drásticas mi señor?-dije intentando ocultar mi nerviosismo.
-Me temo que... si las cosas se complicaran demasiado... yo mismo partiré.
Dejé escapar una risa nerviosa mientras sacaba mi propio pañuelo para enjugarme el sudor que comenzó a perlarme la frente.
-Pero...¿Está seguro de ello? Soy muy joven, Su Santidad, y no sabría cuidar del Vaticano yo sólo...
-Lucius, vos vendríais conmigo.-concretó.
-¿YO?-grité horrorizado-.Quiero decir, ¿yo, Su Santidad?-me esforcé por lograr una sonrisa temblorosa.
-Eres mi mano derecha. ¿Quién mejor que tú?-dijo clavando sus ojos en los míos.
Se me ocurrían unos cuantos cientos de candidatos...
-Tenéis razón. Sin embargo, siendo un hombre de paz como soy...
-Simplemente rezemos para que no haya que llegar a tales extremos.-concluyó Augusto.
-Sí, oremos por ello-dije mirando al teche, resignado.
¡Y todo esto era por mi culpa! Si hubiera cerrado la boca y no lo hubiese animado...
-Si no se te ofrece nada más, debo seguir ojeando informes.
Seguro que si vuelvo a hablar, le inspiro para realizar una cruzada...y enviarme a mí de portaestandarte.
-No, nada más, me retiro, Su Santidad-dije rápidamente y alejándome hacia la puerta.
-Una cosa mas antes de que se me olvide...-dijo antes de que llegara a salir.
¡¡NO!!
-¿Sí?-dije girándome dócilmente.
-Escribiré unas letras a la señorita Chibike, cuando la tenga lista os mandaré llamar para que la envieis.-dijo con su tonto solemne, había vuelto a la normalidad.
Dejé escapar un gran suspiro lleno de alivio.
-Por supuesto Su Santidad-sonreí-.Con mucho gusto.
-Eso es todo pues.-dijo a modo de despedida, volviendo de nuevo a sus informes.
-Dios os bendiga-musité antes de huir a través de la gran puerta.
//Out// Gracias a Susyy XD pobre Lucius, solo le mandan trabajo XD //Out//
Kaori empezó su búsqueda a las 11:35 p. m.