Me levanté de la cama, me vestí y salí de la posada. ¿Por qué mierda tenía YO que quedarme en una posada? Bueno, suspiré, ya ni enojarse es bueno...
Ahora juguemos a "buscando a Lucius"... ¿Cómo será el camarlengo? No pude evitar imaginarme a un anciano calvo y casi tan fanático como Augusto~sujeto en el cual pensaba cada vez que tenía la oportunidad~...
Mmmh... esto de "una idea que lleva a otra" está empezando a desagradarme. Debería tratar de encontrar una forma de distraerme ahora que me encontraba afuera de esa prisión llamada Convento.
Pero primero tenía que hablar con el camarlengo. Fui caminando por la plaza para llegar a la Santa Sede, pero me "cansé" ~o más bien lo que quería era no llegar~ y me quedé sentada en una banca. Pasado unos minutos se sentó un hombre joven a mi lado. Suspiró cansado y miró hacia el cielo.
-¿Dónde se han metido todos? Ah...no pienso buscarlos -masculló.
-Lo entiendo, -volteé a verlo- creo- El joven me miró con detenimiento. Le brillaron los ojos. Luego me dedicó una sonrisa casi perfecta.
-¿Hablaba conmigo, señorita?-
¿Señorita? Era la primera vez que me llamaban así. Recordé que no llevaba puesto mi hábito y bueno... es decir... ah, cállate.
- Sí... -no se me ocurrió nada más que decir. El chico se arregló el cabello rubio sin perder detalle de mí.
-Ya veo. Me pregunto quien es el desconsiderado que te hace buscarlo, en lugar de buscarte él a tí, señorita.-
Él era como... como perfecto. ¡Espera!, sólo Dios es perfecto... ~pero... pero tu no crees mucho en dios.~ Oh, buen punto.
-Hum.. busco al camarlengo, Lucius. -le sonreí. Él palideció un poquito.
-¿De verdad?
-Jeje si, ¿le conoce?
-Eeeh...-tomo airé y luego suspiró- Soy yo, señorita......
-¿eh? -algo andaba mal,- ¿si? -muy mal- jejee, buenos días Lucius -balbuceé- Yo soy la madre Catherine, mucho gusto-
-¿Madre?-preguntó incrédulo. Luego me miró de arriba abajo y se alejó un poquito hacia el extremo del banco-¿Madre Catherine?-
Sonreí nerviosamente ~o al menos lo intenté~.
-Si, mucho gusto en conocerlo Lucius; ¡qué casualidad que nos hayamos encontrado aquí!-
Cuando me fijé bien, Lucius se tapaba la cara con los brazos.-¡No, yo sólo quería ser amable, nada má...!-dejó caer los brazos y me miró asombrado-.Quiero decir, el gusto es mío, Madre,
Dios la bendiga.
-A usted tambien, Lucius. Y... -no sabía si podía arruinar aún más la situación- su Santidad me dijo que usted me daría los detalles sobre... -olvidé lo que iba a decir, debería dejar de ponerme tan nerviosa.
Después de mirarme un buen rato, el camarlengo se levantó.-Es mejor no hablar de eso aquí-me dijo con una sonrisa bastante avergonzada-.Tras las paredes del Vaticano es más seguro, señ...Madre.
-Ah si... -me levanté tambien- No sé en qué estoy pensando jeje -en realidad sí que sabía en qué estaba pensando. Él empezó a caminar y yo le seguí.
Hasta que llegamos a la Santa Sede, allí Lucius se volvió hacia mí.
-Su Santidad me habló de vos, Madre. Queréis ayudarnos en este asunto del Grial...-
-Si, dijo que usted me explicaría los detalles-
Lucius comenzó a hablar y noté que me explicaba con mucha... mucha flojera; como si se tratase de un discurso que sabe de memoria. Él trataba de verme a los ojos pero no podía sostener la mirada por mucho tiempo, cosa que al pasar el tiempo empezó a resultar divertida~al menos para mi~
-Entiendo...- sonreí como para reafirmar. El camarlengo sacó un pañuelo y se lo pasó por la frente, aunque no estaba sudando. Parecía más bien para desviar la atención.
-Y eso es todo, Madre Catherine.
-Si está bien -no es cierto, no había entendido ni queso ~mh... queso~pensé mientras oía rugir mi estómago
-Bueno, Madre...-volvió a guardarse el pañuelo en el bolsillo-¿Llegásteis aquí hace mucho? ¡Se la ve exhausta! Y famélica, Dios me perdone...
-Llegué ayer por la tarde, no se preocupe, me encuentro bien. -o eso quería pensar.
-¿Y perdió su hábito en el trayecto?-dijo con una sonrisilla maliciosa. ¡Eso es jugar sucio!
-Bueno, -piensa Catherine, ¡piensa!- la situación por la que estamos pasando en Roma no es segura, mucho menos para una monja.- excusa estúpida, suspiré rendida.
Me miró en silencio un buen rato. Luego se echó a reir a carcajadas.
-Pero...pero...¡Pero Roma pertenece al Papa! ¡De hecho es mejor ser cura o monja para estar seguro en Roma!-siguió riendo hasta que se le saltaron las lágrimas, luego se santiguó otra vez-¡Perdón, Madre, perdón!-siguió riendo y santiguándose. Me eché a reír yo tambien y cubrí parte de mi rostro con la mano. Poco después, descubrí mi rostro, serio.
-Ya no-
-Si no acabamos con esta historia del Grial pronto, quizás tengáis razón-concedió Lucius, con voz seria, pero con el rostro aún un poco congestionado por la risa.
-Lucius, -puse ambas manos sobre sus hombros- hay mucha gente buscando el Santo Grial. Gente peligrosa que está juntándose aquí, en Roma. Yo les he visto, pasan por las calles y murmuran...- de acuerdo, creo que exageré un poco.
De pronto el camarlengo empezó a temblar. Miró mis manos en sus hombros mientras las mejillas empezaban a teñírsele de rojo.
Murmuró algo que sonó como "Gracias Dios" y luego me miró con ojos brillantes, como un adolescente....
-Si vos lo decís, Madre...-murmuró, embobado, mirándome.
Y aquí podía hacer dos cosas: vengarme por lo sucedido anteriormente o portarme bien...
*out* jaja super chido rolear con kaori,
gracias por aguantarme hemoza! <3
post Cero aporte, pero muy divertido xDDD *out*
Anónimo empezó su búsqueda a las 2:09 a. m.
