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lunes, septiembre 17, 2007










Un ruido sordo me obligó a abrir los ojos finalmente... Miré a mi alrededor, y vi una paisaje hermoso... un paisaje, que sólo de las torre de vigilancia podía observarse.
Me moví un poco, y noté como alguien me sujetaba con fuerza, era él... Ancel, me había quedado dormida junto a él, y Ancel aún dormía, aferrado a mi cuerpo. Me levanté intentando no despertarle, pero de repente, sentí como me halaba hacia él y nuestros labios se juntaban precipitadamente.
Abrí los ojos con fuerza, y sentí los fuertes brazos de Ancel abrazándome, y sus manos acariciándome...
No quería hacerle daño, por eso le aparté suavemente, y le miré con dulzura.
-Ancel... no... sabes que no puedo hacer esto.- dije un poco sonrojada.
-Perdóname Nazira, no pude evitar hacerlo, conozco tus motivos, y los respeto, aunque no comparto tu cabezonería de seguir pensando en ese.-
-No puedo olvidarle... lo he intentado pero no puedo.- contesté bajando la mirada.
-Déjame intentarlo, déjame demostrarte que puedo hacerte feliz.- dijo agarrándome la barbilla, haciendo que levantara la mirada y la fijara en él.
No pude hacer más que sonreír, y acariciar su rostro. Negué con la cabeza y me levanté. No podía aceptarle, yo aún le amaba... le amaba intensamente.
Ancel me agarró un brazo, pero luego me soltó, parecía haberme comprendido, él me conocía mejor que nadie.
-Voy a volver a casa, necesito descansar...- dije caminando hacia las escaleras para volver al pueblo.
Pero de pronto Ancel me cogió en brazos e hizo que me agarrara a él fuertemente para no caerme y sobrevoló entonces el pueblo, llevándome a mi casa, y dejándome donde me había cogido la noche anterior.
Tomé la mano de Ancel, y le miré agradeciéndole haberme llevado hasta allí, pero él no respondió, sólo me miró volvió rápidamente a al torre.
Entré en casa, y me dirigí hacia la cocina, escuché una conversación entre mis padres y el abuelo, y cuando estaba a punto de entrar e interrumpirles, escuché una palabra que me sorprendió.
El Santo Grial, el objeto sagrado partícipe en leyendas de fantasía, donde dicho objeto, era codiciado por todos, por sus grandes e increíbles poderes.
-Dicen que han encontrado su paradero, ¿no os dáis cuenta? ¡Sería la solución a vuestra maldición!-
-Papá... no quiero que vuelvas a repetir eso, Nazira no debe saberlo, sería capaz de irse ella sola a buscarlo, sabes que se siente culpable de esto... no quiero que ella se vea involucrada, podrían hacerle daño.-
Me quedé pegada a la pared, en silencio, escuchando todos los detalles. Se conocía su paradero, y el Vaticano se estaba encargando de silenciar todo lo referente al tema. Estaba claro, yo debía ir a buscarlo, era la única manera de salvar a mis padres de aquella maldición de la que eran víctimas desde hacía años. Si no hacía nada, les perdería enseguida.
Corrí hacia mi cuarto y preparé todo lo que creí necesario, tenía que irme sin avisarles, aquel mismo día. Preparé una nota y me disculpé con todos.

“Papá... mamá, abuelo.... espero que cuando leáis esto esté lo suficientemente lejos como para que no podáis retenerme. No volveré hasta haber conseguido el Santo Grial. Sí, os escuché hablando en la cocina sobre ello, y sé que es la única solución de curar a papá y a mamá, lo haré por vosotros, y por mí misma. Disculpadme con el reverendo Siud, y con todo el pueblo. Volveré, volveré pronto, con el Santo Grial en mis manos, para poder curaros. No os preocupéis por mi, estaré bien. Os quiere con el alma, Nazira.”

Antes de irme tenía que despedirme de él, al menos de él... Silvé la melodía con la que nos solíamos llamar Ancel y yo, y pasados unos segundos, ya él se encontraba allí, frente a mí.
-¿Ocurre algo?- preguntó extrañado.
-Sí... verás Ancel yo...-
Le conté mis planes, mi intención de ir en busca de aquel objeto sagrado. Ancel pareció no entenderlo, cerró los ojos y me di cuenta de cómo apretaba los puños, parecía nervioso, enfadado.
-Está bien. Iré contigo.- aseguró.
Negué con la cabeza, y le hice entender que eso no serviría de nada. No podíamos dejar al pueblo sin vigilancia. Nosotros éramos los únicos que nos encargábamos de eso. Pareció entenderlo, y se acercó a mi. Se quedó más próximo a mi que de costumbre, me tomó por los hombros, y me besó. Fue un beso cálido, intenso, apasionado. Cerré los ojos, y le abracé mientras me besaba, luego me aparté, y bajé la mirada. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y no quería que él se diese cuenta, pero me conocía demasiado bien.
-Confío en que volverás pronto, sana y salva, y con el Santo Grial, de igual manera, aunque no lo consiguieses, serás nuevamente bienvenida. Te estaré esperando, siempre Nazira.- dijo Ancel con dulzura, con una gran sonrisa en los labios, mientras limpiaba mis lágrimas con uno de sus largos y finos dedos.
Le devolví la sonrisa, y levanté la cabeza para mirarle, me sentía realmente... afortunada de tenerle, era... mi mejor amigo, mi único amigo.
-Gracias...- susurré abrazándole de nuevo.
Ancel volvió a cogerme en brazos, y me llevó hasta la salida del pueblo. Comencé a caminar decidida, alejándome de él, mirando de vez en cuando hacia atrás, hasta que finalmente, le perdí de vista. Sentí miedo, dolor, tristeza, y no pude continuar mi camino. Me paré junto a un gran árbol, y me senté a llorar sobre la hierba. De repente, sentí como alguien se acercaba hacia donde me encontraba. Sus pisadas sonaban cada vez más cerca de mi. El crujir de las hojas secas bajo sus pies lo evidenciaba.
Me levanté de la roca, y me sequé las lágrimas rápidamente. Solté mi mochila lejos de mi, y caminé hacia esa persona, no podía seguir esperando a ver de quién se trataba. Tenía miedo, pero había aprendido a ser valiente. De repente, quedé frente a frente con esa persona, estaba más cerca de lo que había calculado. Le miré, y abrí los ojos con fuerza... no podía creer que... esa persona fuera... era... él...
-Asloth...- susurré con un tono de voz muy débil, que apenas se pudo escuchar.
El se me quedó mirando por un instante, parecía que me había escuchado. Pero seguía allí parado sin decir nada.
-No... no puedes ser tú...- dije acercándome aun más a él, con paso indeciso.
-Lo siento señorita, creo que se confunde de persona. Solo soy un cazatesoros que ha emprendido un viaje para enfrentarse a su pasado.-
-Es que acaso... ¿te has olvidado de mi?- pregunté decepcionada, con los ojos llenos de lágrimas.
-Solo traigo desgracias y la muerte a todo aquel que tengo cerca, ya no hay nadie que pueda decirme quien soy. Solo puedo vivir porque tengo una última cosa que hacer y sino soy capaz de lograrlo me quitaré la vida en ese mismo momento.-
No comprendía sus palabras, sólo... sólo quería abrazarle... y así lo hice, me acerqué hasta tenerle lo suficientemente cerca, y me abalancé hacia él, abrazándole muy, muy fuerte.
-Nazira, el Asloth que tú conociste, está muerto. Me fui entonces sin despedirme de ti porque no quería que te vieras envuelta en lo que viví durante aquel año. Luego encontré la paz, pero ello duró muy poco y me adentré más a ese mundo del que no quería salir.-
-Tú no eras así... Asloth... tú siempre fuiste tan... amable y generoso con todos los que te rodeaban... y yo... yo no pude soportar que te fueras... nunca te olvidé, siempre has estado en mi pensamiento, y... en mi corazón.- dije finalmente sonrojándome.
-Veo que sigues siendo aquella niña tan pura, perdóname por haberte hecho daño al irme sin despedirme- decía mientras se iba humedeciendo la cinta que cubría sus ojos.-
-Siempre me gustaron mucho tus ojos...- dije apartando la cinta hacia arriba, descubriendo sus preciosos ojos negros. –No quiero volver a apartarme de ti, por favor Asloth, no me apartes de tu lado...-
-En mis ojos solo hay tristeza y odio, decidí cubrírmelos para evitar que nadie pudiera verlos y quedaran grabados en ellos una imagen.-
-¿Una imagen en ellos? Se trata de una chica... ¿verdad?- pregunté, temiendo su respuesta.
-Sí, así es, como ya te dije estuve sumido bajo la oscuridad y ella fue la que me volvió a abrir la luz. Pero la mataron por mi culpa, aquello que quise evitar separándome de ti, al final acabo pasándome con ella.-
Bajé la mirada, ahora más triste que nunca. Aquella búsqueda del Santo Grial, para mi también hubiera sido una puerta que me acercaba más aún a Asloth, para poder encontrarle, y ahora que lo había hecho, me sentía peor que nunca...
Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, me dejé caer sobre la hierba, rendida, abracé mis rodillas, y rompí a llorar.
-Lo siento quería evitar que llorarás por mi culpa, pero ahora veo que lo que hice fue verdaderamente egoísta. Tu te portaste muy bien conmigo, y yo solo decidí huir como un cobarde.-
-No es... verdad... tú, tú..... sólo querías protegerme...- dije entre sollozos, con la cabeza escondida entre mis rodillas.
-Pero me alegra ver que estas bien, la verdad es que necesitaba ver alguna cara conocida.-
Saqué la cabeza para mirarle, y me puse en pie, no podía seguir actuando como una niña.
-A mi también me alegra mucho, y más, que esa cara sea la tuya.- dije limpiándome las lágrimas, sonriendo.
-Y que te ha traído a este lugar, ¿ya no eres la guardiana de tu pueblo?-
-No es eso... es que me he ido para buscar algo muy importante... y la verdad es que me ha sorprendido, pero una de los motivos por los que me fui, ya está resuelto, y pensé que sería el que más me costaría.- le conté sonriente.
-¿Intentas encontrar el santo grial para curar las enfermedad de tus padres?- dijo el en tono serio
Le miré sorprendida, pero rápidamente comprendí.
-Exactamente... y tú, debes estar buscando lo mismo... ¿me equivoco?-
-Si, así es, pero eso es algo muy peligroso, ya no solo por la gente que va detrás suyo, sino por los monstruos que se encuentran en el lugar en que está y de lo peligroso que puede ser si se usa.-
-Asloth... quiero proponerte algo... aunque no sé si estropeará tus planes o... bueno, como los dos estamos buscándolo... me preguntaba si te importaría que te acompañara.... y fuéramos juntos...- comenté algo sonrojada, dándole la espalda entonces.
-Tienes que volver a tu pueblo Nazira, es un suicidio querer obtener el santo grial. Yo voy porque es lo único que puedo hacer antes de morir, no me importa lo que le ocurra a mi vida, si por lo menos puedo salvarla a ella que no tenía nada que ver para que la mataran - decía Asloth mientras le caían lagrimas de los ojos.
-Lo siento Asloth, pero no puedo hacer lo que me pides. El Santo Grial es la única salvación para mis padres... y no puedo renunciar ahora que he decidido ir en su busca. Si no quieres que vayamos juntos, lo entenderé, pero por favor, no me pidas que vuelva a mi pueblo.- dije acercándome a él, limpiando algunas lágrimas que rodaban por sus mejillas.
-No voy a dejar que vayas sola, no quiero que te pase nada malo.-
-No te preocupes por mi, no quiero obligarte a cargar conmigo, estaré bien, no olvides que soy la guardiana de mi pueblo, por algo será ¿no?- murmuré sin dejar de mirarle.
-No es ninguna obligación, ya que estas tan decidida en ir pues siempre es mejor viajar con alguien y más si es una persona conocida.-
Sonreí alegre, sus palabras me daban ánimos.
-Me alegro de que pienses así, entonces no hay nada más que hablar, ¡en busca del Santo Grial!- exclamé emocionada.
Uno de mis objetivos se había cumplido... por pura casualidad le había encontrado... a mi amado... y no me importaba que él amara a otra, lo único realmente importante, es que le había encontrado, y ahora viajaría con él... por fin Asloth... por fin otra vez juntos...

*OUT* Espero que no sea mu largooooo, ya llevaba muxo tiempo exo, solo faltaba acabarlo, muxisimas gracias a kike por su ayudaaaa!!! besotes a todos!!! *o* *OUT*