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domingo, octubre 21, 2007










Estamos en apuros...

Los miembros de la inquisición nos habían cogido a Yoél y a mí, nos miramos y ambos nos pusimos en posición, dispuestos a pelear.
-¿Ofrecereis resistencia?-dijo uno de esos “guardias” de la inquisicion.
-Por supuesto.-afirmó Yoél.
-No nos cogereis tan fácilmente.-intervine yo.

En ese momento comenzamos aa pelear, perp eran cinco contra nosotros dos, teníamos la batalla perdida.
Oía los gritos de “fuoco” y “ghiaccio” provinientes de Yoél, que peleaba con tres guardias mientras yo me defendía de los otros dos dando mandobles con mi espada.
Al final, poco a poco nos arrinconaron y Yoél y yo quedamos espalda contra espalda.
-¿Sabes que no vamos a salir de esta verdad Rosalyn?-dijo él.
-No digas eso... todo irá bien..-dije yo con determinación.-He de salvar a mi hermano.
-Eres una idiota... siempre pensando en los demas.-Habló Yoél de nuevo.-Escucha.. a la de tres pateas a los de delante tuyo y echamos a correr ¿vale?-susurró.
-Entendido.-contesté.
-Uno.... dios.... ¡¡tres!! ¡¡Corre Rosalyn!!-gritó Yoél.

Pateé a los dos guardias de delante y ambos echamos a correr, los miembros de la inquisicion nos persiguieron, nos pisaban los talones cuando tropecé y caí al suelo.
-¡¡ROSALYN!!-gritó Yoél parándose en seco.-¡¡Levántate!!
Pero mi tobillo...
-No puedo...-dije yo.-¡¡Vete Yoél!!-grité.
-No seas idiota te llevaré a caballito ¡vamos!-dijo él cogiéndome, pero yo me negué, ya casi nos habian alcanzado.
-No puedes huir si me llevas, así que márchate, no me conoces de nada, nome debes nada, ¡¡vete!!
Yoél me miró y me soltó, se dió la vuelta y echó a correr.
-Si consigo el Santo Grial se lo llevaré a tu hermano Rosalyn, para que beba de él, ¡¡Te lo prometo!!-dijo mientras se alejaba.
-Gracias Yoél...

En unos segundos me alcanzaron los guardias de la inquisicion y me inmobilizaron. Me tenian agarrada por lso brazos, no podía moverme.
-¡¡Soltadme!!-grité.
-No hasta que lleguen los enviados del Papa.-dijo uno de los guardias.

Enviados... del Papa?

Lo cierto es que no pasó mucho tiempo cuando, tras intentarme soltar cuatro veces, vi a lo lejos que se acercaban dos hombres y una mujer. Aquellos que me habían detenido, les miraron y se colocaron rectos. ¿Serían esos los enviados especiales? Para cuando estuvieron de cerca, vi que los tres eran muy jóvenes. Uno de los hombres tenía una sonrisa agradable en el rostro, otro tenía cara de aburrido y la mujer se limitaba a mirarme.
-Bien...-masculló el que tenía cara de aburrido, era rubio y tenía el pelo bastante alborotado.- Yo me encargo de ella, soltadla.
- Suficiente Gin...- saltó el otro chico sin borrar la sonrisa de su rostro.
Los guardias me soltaron de golpe y caí al suelo de rodillas.
-Auch..
El chico que acababa de hablar se dirigió hacia a mi y me ofreció la mano.
-¿Se encuentra bien señorita?
- Maestro, el informe decía que eran dos -se me acerco la mujer- ¿Donde esta su compañero?
-No hay compañero alguno señora.-contesté levantándome gracias a la ayuda de aquel chico.
-Buscad al otro, yo me encargo...-preguntó el tal Gin, mientras en su rostro aparentaba haber ya algo de diversión.
-Dije que es suficiente Gin...
-¿Y a qué se supone que hemos venido?-Espetó Gin, luego se cruzó de brazos y miró a otro lado. De nuevo, aburrido.
-Gin...- dijo en un tono amable- las ordenes de nuestro hermano, no son esas, si nos supone un problema, es normal hacer algo al respecto, pero ¿acaso crees que esta pobre muchacha nos lo esta causando?-luego me miro sonriendo.

¿Pobre muchacha…?


Miré sorprendida al chico que acababa de hablar, se supone que tenían que tratarme con rudeza y detenerme.
-Bien, así que no hay ningún compañero, ¿no señorita?- el chico no dejaba de sonreír tiernamente.
-No, no lo hay…-contesté.
-Bien, entonces fuimos mal informados, nada más que hablar- se giro hacia el chico y la mujer- queridos, podemos volver - les sonrió.
-¿Y ya está?-Espetó el rubio.
El chico miró de reojillo al otro, sin borrar la sonrisa de su cara.
-Así es, ya esta.
-... -El tal Gin me miró mal, luego se giró bruscamente y se cruzó de brazos.
-Vamossss no te enfurruñes- dijo a tono de broma el otro cogiéndole de los hombros- te dejare cazar una perdiz para la cena ¿si?- dijo divertido atusándole el pelo.

No entiendo nada...

-No me hace gracia Kyle...-El rubio miró hacia otro lado, sin embargo sus ojos fueron a mi.- De todas formas, tenemos que llevárnosla.
-Aun no me han dicho de que se me acusa.-intervine.
Mientras los otros dos discutían la mujer me miro despectiva
-Somos la Iglesia, señorita. No tenemos porque darle explicaciones a alguien como usted.
-La iglesia solo tiene poder sobre los que creen en ella mi señora.-contesté con frialdad.
-Que... graciosa.-Gin se colocó la mano en la cabeza, rió esta vez
Entonces de nuevo, Kyle interrumpió.
-Es suficiente, no hace falta darse ese maltrato de palabras, al fin y al cabo todos somos iguales.-dijo algo severamente.
La mujer llamada Dolores apreto los dientes
-Insolente bruja, espero que ardas en el infierno por toda la eternidad.
-Mejor eso que estar de parte de una iglesia tan avara como la suya.-contesté malhumorada.
Kyle miro de refilón a la mujer, luego se dirigió hacia mi.
-Bien, señorita Rosalyn si no me equivoco, ¿cierto?- sonrió nuevamente el llamado Kyle.
-Así es.-dije yo.
-Bien, yo soy el cardenal Flowright , Kyle Flowright- Se presentó amablemente- El es también el cardenal Flowright, mi hermano menor, Gin – dijo señalando al chico que aun seguía riéndose -y ella es la madre García, Dolores García- sonrió mirando a la mujer que andaba ignorando algo la situación.
-Y habéis venido a detenerme, ya lo se...-dije.
-Exacto.-Gin había estado riéndose todo el rato, pero entonces clavó los ojos en mi.- Y no vale la pena que te resistas.
-Solo pretendía ser educado y presentarnos-Kyle puso una cara lastimera luego miro a Gin.- ¿realmente la ves como para oponer resistencia? esta rodeada.
- Es una bruja hereje, no sabemos que puede hacer maestro -dijo Dolores
-¡No soy ninguna bruja!-le dije a Dolores.
-Yo solo veo a una chiquilla de la edad de mi hermano pequeño, que sea hereje o no, eso ya se juzgara a su debido momento, por el Papa, no por nosotros.
- Pues... eres fea como una bruja -la mujer empezó a reír.
-Mira quien habla...-contesté.
-¿Podemos dejar de hablar y llevárnosla?-Gruñó Gin.- Si no puedo matarla, pues al menos desearía deshacerme de ella para buscar a alguien al que poder matar.
Kyle pareció algo aterrorizado y se aparto.
-Si... empiezan a darme un poco de miedo que estén mucho tiempo juntas- dijo secándose algo el sudor.
-Vamos entonces.-Gin puso su mano en mi brazo, no apretó, sin embargo sus ojos se clavaron en mi.- Ahora.
-recuerda como se debe tratar a las damas, Gin- dijo bromeando guiñándole el ojo y ofreciéndole el brazo a Dolores, y ella lo cogió.

Pensé en resistirme y sacar mi espada… pero eran tres contra una, hubiera sido inútil, así que me levanté, estaba adolorida por el combate contra los otros miembros de la inquisición.
Me llevaron en un carro, durante mas de un día hasta llegar de nuevo a roma, al vaticano.
Una vez allí un hombre vestido todo de negro nos atendió en la puerta.
-Cardenales Flowright, madre Dolores, sean bienvenidos.-dijo seriamente.
-Maestro, si me permite iré a asearme, tanto tiempo teniendo cerca a una bruja me produce asco. Además no sabemos si tiene pulgas.
-Esta bien, adelante- sonrió levemente a Dolores- Nos vemos querida Dolores.
Ella se inclinó levemente haciendo una pequeña reverencia y se marchó.
Tras la marcha de Dolores Kyle volvió a dirigir la mirada hacia nosotros.
-Yo informare a nuestro hermano de nuestra llegada y le entregare los informes de la captura... Tú...- entristeció la mirada hacia Gin- enciérrala en las mazmorras de momento.... Puedo confiar en que no le harás nada...¿no?- intento sonreír bromeando.
-He entendido lo que me dijiste antes, Kyle.-Contestó Gin, luego me miró y haló de mi sin hacerme daño.- vamos.
-Solo un segundo- intervino Kyle de nuevo acercándose.
Yo le miré con curiosidad.
Me tomo por los hombrso con la cara algo seria y entristecida, luego sonrió.
-A Dios no le importan Moros o Cristianos, solo las buenas personas, no creo que tu seas una mala persona, entonces, todo saldrá bien, solo cree en ello- intento animarme.
-Esto… gracias cardenal Flowright...-dije entre cortada, no esperaba ese trato de un cardenal.
En ese instante Gin tiró de mí, miró a su hermano por un momento y luego comenzamos a caminar hacia los calabozos.
Al llegar me metió en la celda y yo me senté en seguida en un pequeño banco de madera que había ahí, tenía el tobillo muy dolorido por la caída sufrida unas horas antes mientras huía.
-.... ¿quieres que llame a alguien para que te cure eso?-Preguntó mientras iba hacia la puerta.
-¿Eh? No no da igual… tengo unas vendas aquí.-dije sacando unas vendas de mi bolsa.
-No seas idiota.-Se giró hacia mi.- ... si no quieres que nadie te cure, lo haré yo. Mi hermano me ha dicho que no puedo matarte, así que no deberías desconfiar de mi.
Suspiré.
-De acuerdo...-dije dándole mis vendas.
Tomó mi tobillo con cuidado, lo miró, luego lo enjuagó con el agua que llevaba en un pequeño recipiente. Tras secarlo, comenzó a vendar. Se mantuvo en silencio, tenía una extraña mueca en su cara. Sin embargo, por un momento sus ojos se clavaron en mí. Me miró fijamente, para luego regresarlos al vendaje.
-... ¿Qué edad... se supone que tienes?-preguntó de pronto.
-Diecinueve.-dije yo mirándole.
-Ah.-Asintió levemente con la cabeza, terminó y se puso en pie.- ¿Mejor?
-Si…-me sonrojé levemente.-Gracias cardenal.
-Gin, llámame Gin.-Comentó mientras se giraba. No mantenía su mirada fija en mi mucho tiempo.- ¿Necesitas algo más?
-No no… soy una detenida.. ya os causé bastantes problemas.-comenté.
-Si lo necesitas dilo.-Dijo.
-La verdad... es que llevo dos días sin apenas beber…-dije agachando la cabeza.-Unos lobos nos atacaron.. quiero decir, me atacaron, y derramaron mi agua.
Asintió levemente con la cabeza, sacó un recipiente con agua y me lo tendió.
Luego sus ojos fueron hacia otro lugar de la celda. Comencé a beber, con avidez.
-Dudo que... estés mucho tiempo aquí.-Comentó.
-Ya... me van a condenar a muerte.-dije con franqueza.
-No lo digo exactamente por eso. Has conseguido el agrado de Kyle.
-No te entiendo…-dije algo extrañada.
-... No creo que... bueno, dejen que te maten si te considera inocente...
-No soy inocente... porque aunque me acusen de herejía, en realidad me habéis detenido por ir en busca del santo grial, y si me sueltan…-hice una pausa.-volveré a buscarlo.
-No deberías decirle eso a alguien como yo.-Comentó, luego se giró hacia mi. Tenia una mueca más relajada.
-Lo se, es como firmar mi sentencia de muerte.-Mire a Gin a los ojos.-Tu me hubieras matado allí mismo ¿verdad?
-Es mi trabajo. Sí, lo hubiera hecho.
-Tu dios te manda matar a gente solo porque no piensan como tú…-murmuré casi para mi misma.
-¿Vas a darme una charla de religión ahora?-Se agachó para quedar cara a cara conmigo.
-No serviría de nada. Así que me la ahorraré, a no ser claro, que te interese.
-No, no me interesa.-Clavó sus ojos en mi.- Solo hago mi trabajo y punto. No tengo porqué cuestionar el resto.
-Pensé que para vosotros esto no era un trabajo, si no un deber supremo.-dije mirándole.
-Para mi es un trabajo. No sé lo que es para el resto.

Evité su mirada, me ponía nerviosa.
-¿Tan importante es para ti conseguir el Grial?-Preguntó, de pronto.
-Es lo mas importante para mí…-dije yo. Me vino a la cabeza mi hermano, si a mi me condenaban ¿como iba a salvarle?
-¿Tantos deseos de poder tienes?
-¿Poder? ¿Eso es lo que crees que busco?-mis lágrimas comenzaron a derramarse.-¡¡Tú no lo entiendes!!-sollocé.
Al verme llorar se quedó sorprendido, mirándome fijamente, era como si nunca hubiera visto a nadie llorar.
Por un momento, creí que se ponía nervioso. Levanté mi mirada hacia sus ojos, me estuvo mirando por un momento hasta que...
-n... no te pongas así.-masculló.
-Es que tu no lo entiendes...-dije aun llorando con la cabeza gacha de nuevo.-No es poder lo que busco, ni lso conocimientos que otorga el santo grial, solo quiero su contenido.-bajé la voz hasta dejarla en un susurro.-sólo el vino que guarda…
-¿El vino?-Entrecerró los ojos.- ¿Para qué?
-Para… salvar a mi hermano.-dije mientras una lágrima caía por mi mejilla.
De pronto noté que su mano quedaba en mi cabeza, al levantar la mirada me observaba de una forma bastante curiosa.

Es sorprendente como había cambiado su actitud, notar que me rozaba hizo que me sonrojara y me estremeciese ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué Gin había cambiando tanto desde el momento en el que nos habíamos quedado a solas?

¿Por qué me como la cabeza por un cardenal?

Miré a Gin, aún mis lágrimas se iban derramando, pero no tanto como antes.
-¿Qué ocurre?-pregunté ante su actitud, tan callada de repente.
-... Nada. Solamente... que... ...-acabó quitándome una lágrima de mi rostro, sin embargo, luego retrocedió.- Nada.
Posé la mano en la zona que el acababa de tocar y me estremecí. Al instante reaccioné.
-Perdona, no debería contarte mis penas, supongo que tu también tienes problemas.
-No te...-comenzó a decir, pero entonces se cruzó de brazos.-... deberías descansar.
-No acabas ninguna de las frases que empiezas.-murmuré agachando la cabeza, sin mirarle.
-¿Qué dices?-Espetó, luego me miró fijamente. Aparentaba confuso.
-No nada...-dije yo negando con la cabeza.
Dilo!-Exclamó, se acercó a mi hasta que quedamos cara a cara.
Yo abrí los ojos sorprendida y me sonrojé por tenerle tan cerca, tenía unos ojos muy bonitos, de color rojizo.
-Sólo observé que no acabaste ninguna de tus últimas frases…
-¿¡Y qué... más te da!?-exclamó, apoyó su mano en la pared y así estábamos mas cerca.
-Pues que.. pues.. esto…-no sabía que decir, cada vez me ponía mas nerviosa.
Su mirada me desconcertaba, de pronto, entrecerró los ojos y pareció algo más relajado.
Sin embargo, de pronto agachó la cabeza e iba a comenzar a retroceder. Se detuvo poco después, para mirarme.
Yo también le miré, no sabía si decirle algo, pero ¿Qué iba a decirle? El corazón me iba muy deprisa y estaba cada vez más nerviosa.

Si no se aleja oiré latir mi corazón…

Su mano fue a mi mejilla, la acarició, y de pronto vi como se iba acercando cada vez más.
Sus ojos estaban clavados en los míos, hasta que me besó y cerré los ojos, no sin antes mirarle con sorpresa.

¿Qué estoy haciendo? Gin es un cardenal… es hermano del mismísimo Papa de Roma,, es una de las personas que me han apresado y que estan haciendo que mi camino hacia el santo grial se vea interrumpido, por su culpa no podré salvar a mi hermano… y sin embargo... no quiero que se separe de mi…

Cerré los ojos y una última lágrima cayó por mi mejilla, luego nos separamos, me había quedado sin palabras, le miré, sin embargo mis ojos no soportaron apenas unos segundos y los separé mirando el suelo sonrojado.

Rosalyn te estas volviendo loca...

-... yo...-noté que se alejaba de mi.- ... me.. me voy. Haré... .. guardia afuera... a... adiós.
-va.. vale..-dije yo entre cortada mientras el se iba de la celda.

¿Qué acaba de pasar?

*OUT* **mira el post** ....... **huye y grita mientras se aleja "espero que os guste, gracias a Lore, Gaby y mi primi por la ayuda y despidamos a jose ke se nos va, besines a todos lo sientooooooooooooooooooooooooooooooooooo"** *OUT*