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sábado, enero 05, 2008










Andaba lentamente por los campos que rodeaban el convento. Cada mañana me disponía a dar un largo paseo, en busca de frutas, para repartirlas entre el pueblo. Me gustaba complacer y ayudar a los demás. Sin embargo, me habían llegado noticias sobre los problemas que existían ahora en el Vaticano. ¿Estará Augusto bien...?
Creo que deberé solicitar trabajar allí, para ayudar a su Santidad.
Tras el paseo y repartir la comida, fui hacia mi cuarto. Comencé a redactar mi carta de petición, implorándole a Dios que me fuera permitido el traslado al Vaticano. Desde allí podré hacer el bien con más intensidad... Solo espero que su Santidad no la rechace.

Pasaron los días y no recibí noticias.
De todas formas, mantenía la esperanza de que algún día me llegase su respuesta, fuera afirmativa o negativa. Recuerdo el día en el que por fin recibí respuesta. Hacía mucho sol y yo estaba cerca del lago, cuando oí una voz llamarme. Me giré, sonriente, viendo a Paul, uno de los mensajeros que traían las cartas desde el Vaticano.
-¡Adara!-Me saludó con la mano, luego se acercó.
-¡Hola Paul!-Fui hacia él.- ¿Tienes alguna carta para mi?
-Sí.-Asintió, luego me tendió un papel.

Tomé la hoja entre mis manos. Sí, era del Vaticano.
La saqué del sobre, y observé aquella letra lentamente. Era la de Augusto. ¡Me había respondido de su puño y letra!
“Querida Adara:

Yo Augusto Flowright, como tú me conociste, leí hace unos días tu petición y quise contestarla de mi puño y letra, aun recuerdo la amistad que nos unía de pequeños, así que decidí aceptarla, te espero en unos días. Cuando llegues puedes venir directamente a mi despacho, nadie te lo impedirá, de eso me encargo yo mismo.
Me alegrará volver a verte, seguro que aportas algo de paz y luz de esperanza en mi complicada vida.
Que dios te Bendiga.

Augusto II Su Santidad, El Papa de Roma.”

Sonreí ampliamente... Aún recordaba nuestra amistad y se alegrará de verme. Sin decir mucho más, eché a correr hacia el convento. Paul me miró fijamente, extrañado, mientras corría me giré hacia él y le informé:
-¡Espérame, iré contigo al Vaticano!
-Es... está bien...-Susurró, aún sorprendido.

Me despedí de mis compañeras de convento, las lágrimas caían por sus mejillas, aún así yo les sonreí dulcemente y, mientras las abrazaba, les decía que las quería mucho y que las visitaría muy pronto.
Así, comenzó mi viaje hacia el Vaticano. Durante todo el rato fui corriendo y Paul, que intentaba seguir mi ritmo, acabó agotado. Para cuando por fin llegamos, nos despedimos con un abrazo y me adentré en aquel gran lugar.
Habían muchas personas allí, pero aquel sitio era tan grande que me perdí...
-¿A dónde va?-espetó un hombre, su forma de tratarme era muy desagradable. Me giré levemente.
-Busco a su Santidad...-mascullé.
-Su Santidad está muy ocupado, no puede perder el tiempo con alguien como tú.
-P... Pero él me dijo que me recibiría.
-Fuera de aquí.-Gruñó él, mientras me tomaba del brazo. Me hacía daño.
-Su Santidad siempre tiene tiempo para una vieja amiga Karl, suéltela y márchese si no quiere que le excomulgue.-Oí a mi espalda.

Noté como "Karl" apretaba aún más mi brazo mientras miraba hacia la persona que acababa de hablar. No obstante, me soltó rápido e hizo una reverencia. Me giré para observar a la persona que me había ayudado. Un muchacho bastante más alto que yo, de cabello claro y ropas de... ¡Era Agusto! No había cambiado apenas. Sonreí ampliamente, Karl ya no estaba allí.
-¡Augusto!-Exclamé, mientras me acercaba y lo abrazaba.

Él carraspeó mirando a su alrededor, la gente nos miraba.
-Yo también me alegro de verte pero no puedes hacer eso Adara...
-¡Ah!-Exclamé, avergonzada mientras le soltaba. Me llevé las manos a la cara, avergonzada.- ¡Di... Disculpa... Discúlpeme Santidad! ... Yo...

Miré a mi alrededor, la gente comenzó a dispersarse pero aún continuaban mirándome.
... ¿Metí la pata?... Agaché la cabeza, aún más avergonzada.
-Lo siento...-musité.
-Tranquila... vayamos al despacho.-sonrió-
-¡Sí!-Asentí.

Comenzamos a caminar por aquellos pasillos, toda persona que veía a Augusto, como era natural, realizaba una reverencia y le saludaba con máxima educación. Ha llegado muy lejos... sin duda... Cuando por fin llegamos me dejó pasar y cerró la puerta tras pasar él.
-Bienvenida al Vaticano, Adara.
-Gracias.-Me incliné respetuosamente.- Para mi es un honor que aceptase mi petición...
-No hace falta que me trates de usted en privado.-dijo sentándose tras una enorme mesa.
-Si te digo la verdad ya tenía pensado como tratarte.-Le miré con una sonrisa.- Pero me he puesto nerviosa, jejeje ...
-Estas igual que siempre... parece increíble que hayan pasado tantos años.-dijo mirándome.
-Sí...-Asentí.- Tú también estás igual... Bueno, un poco más alto... No debimos dejar que pasara tanto tiempo.
-Cierto....-asintió.-Pero hace tres años que no tengo vida social fuera del Vaticano, tanto trabajo...
-No deberías trabajar tanto.-Le reprendí mientras me cruzaba de brazos.-Tienes que descansar.
-Ojalá pudiera.-dijo el con una sonrisa triste.
-Prueba. ¡Veras como no duele!-Me acerqué y me senté en una de las sillas.- Augusto, no podrás hacer bien tu trabajo si no estás bien...

Augusto me miró algo sorprendido.
-Viniste a regañarme como cuando éramos críos, ¿eh?
-Si sigues siendo tan cabezón como entonces no queda otra.-Respondí, luego le sonreí dulcemente.
-Me sorprendió mucho recibir tu petición.-dijo cambiando de tema y poniéndose mas serio.
-¿Por qué?-Pregunté.- Uno de los lugares desde los que se puede realizar mejor la voluntad de Dios es desde aquí.
-Pero... ¿por qué ahora?-dijo entrelazando las manos.
-Porque quiero ayudarte.

Él arqueó una ceja, parecía que se hubiera enojado, pero luego sonrió.
-Sigues igual que siempre, me alegra que hayas venido.
-A mi me alegra estar aquí.-Respondí.- ¿Cómo te ha ido todo últimamente? Sé que ha habido problemas...
-Sí... supongo que te enteraste de los documentos que robaron y todo eso ¿no?
-Sí.-Asentí.- Es increíble que hayan hecho algo así... Pero... ¿Tú como estás?
-Bien, bien.-dijo quitándole importancia al asunto moviendo una mano.
-Augusto...-Gruñí.- Sabes que no puedes mentirme.
-Todo va bien, en serio...-Se levanto de la silla y al darse la vuelta hacia unas tazas de té pude ver su hábito manchado de sangre, en la parte de la espalda.
-A... ¿Augusto?-susurré mientras me levantaba.- ¿Q.... Qué es eso?

El se giró y me miró extrañado.
-¿El que?
-Sangre, en tu espalda.-Respondí cuando estaba junto a él, coloqué mi mano sobre la mancha de sangre.

Augusto se estremeció de dolor y seguidamente me agarró de la muñeca, muy serio.
-No es nada.
-Augusto... ¿estás...?
-Fue un golpe tonto contra una ventana abierta que se rompió.-mintió.
AUGUSTO!-Exclamé, me sorprendí a mi misma.-...déjame ver esa herida...
-¿Desvarías?-dijo él.-No puedo quitarme el hábito.
-Tengo que ver esa herida.
-No.
-Por favor...-le rogué, mirándole a los ojos.- No puedes ir por ahí, herido...
-No es nada, ya te lo he dicho.
-Mira Augusto.-Coloqué mi mano sobre su herida, volvió a quejarse.- ¿Ves? ¡Duele! ¡Entonces si es algo! ¡Te lo ruego, déjame verla!

Augusto resopló.
-Está bien...

Fuimos a su habitación, era inmensa, la más grande del Vaticano exceptuando su despacho, se metió en el cuarto de baño y salió vistiendo solo unos pantalones. Yo continuaba mirando aquel cuarto, sorprendida, me pilló con la boca abierta. Sin embargo, luego sonreí levemente.
-Déjame ver la herida.

Augusto se giró en silencio y en su espalda pude ver las marcas de heridas muy profundas, una de ellas sangraba.
-Dios mio...-susurré mientras me agachaba para verlas mejor.- ¿Qué ha pasado de verdad?
-Ya te lo dije, uan ventana rota... ¿puedo vestirme ya?-preguntó girándose para mirarme.
-No, date la vuelta.-Respondí. Le miré severamente. ¡Estaba mintiendo!
-Déjalo ya, Adara...
-Obedece, Augusto.-Fruncí el ceño.- Esa herida requiere ser curada.
-Prometiste que no lo utilizarías.
-Pero es necesario. Estás herido.
-Ya se curará, no son heridas graves.-dijo terco.
-Te voy a curar. A las buenas o a las malas, como tú quieras.-Respondí, clavando mis ojos en los suyos,
-Vale, vale, pero no le digas esto a nadie, primero porque solo Lucius tiene permiso para entrar, y segundo, no quiero preocupar a mis hermanos ni a los cardenales.
-Nooooooooo...-negué mientras se daba la vuelta.

Coloqué mi mano derecha sobre su herida. Lentamente, un fulgor azul salio de mi mano introduciéndose en la herida. Así, lentamente comenzó a cerrarse sola y noté como un fragmento de mi se separaba de mi, para siempre. Noté que me ahogaba, por lo que cuando ya estuvo cerrada la herida me alejé y sonreí ampliamente. Desde hacia poco, cada vez que hacía aquello me quedaba unos segundos sin aire, pero me recuperaba rápido.
-¿Estás mejor...?-susurré.
-No...-confesó Augusto.
-¿No?-Levanté la mirada.- ¿Te sigue doliendo...?
-No es eso... He notado que te cuesta respirar...
-Ah... pero... -el aliento continuaba faltándome, sin embargo sonreí.- No es nada...

Augusto se marchó en silencio al cuarto de baño y minutos después salio vestido con el hábito. Comenzamos a caminar hacia su despacho de nuevo, él estaba muy serio, miraba hacia delante, a lo lejos, cuando dijo:
-¿Que es lo que quieres hacer aquí concretamente? ¿Inquisidora? ¿Quieres ir a por el grial? ¿En busca de los herejes?
-Lo que tu me mandes. Vengo a ayudar.
-Pero tendrás preferencia por algo...
-Me da exactamente igual. Yo solo quiero hacer el bien, seguir la palabra de nuestro Señor y la tuya.-Agaché la cabeza, con respeto.
-Podrías ayudar en el pueblo...-dijo una vez ya en su despacho de nuevo.
-Haré lo que me digas.-respondí, sonriendo.- Augusto...
-Pues, ocúpate de la gente del pueblo, necesitan ayuda, alimentos, cosas así.-Dijo mirándome.-Del presupuesto me encargo yo personalmente así que no te preocupes.
-Bien.-Asentí, era muy feliz.- ¡Lo haré lo mejor posible!
-lo sé.-sonrió.
-Por cierto... ¿Cómo están tus hermanos?-Pregunté de pronto, los recordaba muy bien.
-Bueno, bien, ahora Gin esta fuera, en una... misión digamos... y Kyle pues.. lo verás por aquí, como siempre.-Sin embargo la mirada de Augusto mostraba preocupación.-Enojado conmigo.. pero como siempre.. supongo.
-¿Enojado?-pregunté mientras me acercaba, coloqué mi mano sobre su hombro.- Kyle nunca se enfada contigo... ni con Gin. ¿Qué ha pasado?
-Ahora no puedo contártelo, Adara. Pero en breve te enteraras..-dijo él mirando hacia el ventanal.
-¿Hum?-Pregunté, confusa.
-No te preocupes... en un par de días todo saldrá a la luz, disculpa que no pueda confiarte esto.
-No pasa nada.-Respondí, luego sonreí.- Si no puedes.... pues no puedes. Espero que todo se te solucione y que Kyle realmente no esté enfadado contigo.
-No te preocupes... en un par de días todo saldrá a la luz, disculpa que no pueda confiarte esto.
-No pasa nada.-Respondí, luego sonreí.- Si no puedes.... pues no puedes. Espero que todo se te solucione y que Kyle realmente no esté enfadado contigo.
-Gracias por entenderlo.-Augusto me miró fijamente, peor luego relajó la mirada.-Te presentaría a mi camarlengo, pero no se donde esta...
-Otro día, jeje .-Reí.-Espero poder venirte a visitar más días y ya me lo presentas. Tiene que ser un buen hombre, eso seguro.
-Lo es... y me soporta... que es lo mas difícil...-hizo una pausa.-Por cierto, no hace falta que pidas audiencia para venir, yo hablaré con los guardias de mi puerta para que te dejen entrar, simplemente llama a la puerta.
-Bien.-Asentí con la cabeza.- Pero veo normal tanta seguridad... ¡Eres el Papa! Y por cierto, siempre que quieras hablar... ¡Dímelo! Yo quiero ayudarte.
-Gracias, Adara.
-No tienes porqué dármelas.

Estuvimos hablando durante un largo rato más, tanto que se hizo de noche por lo que, tras indicarme donde se encontraba mi nueva habitación, fui a esta para descansar. La cara de Augusto me preocupaba... estaba lleno de preocupación... y estaba algo paliducho... aunque tampoco es que fuera muy moreno... Y luego era herida... ... esa herida realmente espero que no haya sido por lo que creo. A partir de ahora viviré en el Vaticano, estaré cerca de mi mejor amigo y... ¡Haré el bien! ¡No le defraudaré!


Out: bueno people, aquí está mi nuevo personaje. La dulce Adara. Pronto su ficha y avatar, espero xD. Gracias a Su Santidad!! ^^