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x A mi Germaneta Lorena por ayudarme con el diseño y blogger y ayudarme a no dejar esto abandonado.
x A Kao por hacerme los avatares, por sus consejos y por su apoyo constante
x A Bunny por ayudar también con el diseño y animarme.
x Y a todos los que seguís participando en el RPG,

¡Gracias!

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viernes, enero 04, 2008










Por fin habíamos parado a descansar.
Sin embargo, algo me decía que debíamos continuar con nuestro viaje. El Grial estaba siendo perseguido por todos, pero no todos iban a alcanzarlo. Tras estar varias horas recostada, intentando dormirme, al final me senté. Miré a mi alrededor. Morrigan dormía placidamente. Era genial cuando estaba calladita... Sin embargo, de pronto se dió la vuelta, aún dormida, y susurró algo como "se reirá de ti". Suspiré y continué allí, en la oscuridad, pensando.
De repente una luz cegadora lo rodeó todo y cuando me di cuenta, aquella luz se había materializado en forma de mujer. Arqueé la ceja, incrédula. Luego me mantuve en silencio mientras continuaba observándola.
-Hola Rellik.-dijo una voz en mi cabeza, aunque ella no movió los labios.

Debo admitir que por un momento me descolocó aquella extraña habilidad, por lo que me llevé la mano a la cabeza. Sin embargo, la sonrisa volvió a mi rostro y pregunté:
-Me llevas ventaja, tú sabes mi nombre. Pero yo el tuyo no.
-No vas a saberlo... pues no tengo nombre.
-¿No tienes... nombre?-pregunté. Aunque quería mantener la calma, aquella criatura...- ¿Quién se supone que eres?
-Soy el espíritu de aquello que anhelas y que vas intentando encontrar.-dijo mirándome fijamente.
-¿El espíritu del Grial?-Espeté, luego me acerqué levemente, con cuidado.- Vaya, me siento alagada por tu visita.
-No deberias.
-¿Es eso una amenaza?-pregunté, divertida.
-En absoluto, es la verdad simplemente, pues tu vida va a cambiar desde esta noche.-espetó.
-¿Ah sí?-pregunté, luego sonreí.
-Así es... he venido a contarte algo que no se si sabes.
-¿El qué?
-Tú estas destinada a ayudarme.-dijo muy seriamente.
-¿Hah?-Respondí, luego reí.
-Rellik, en tu interior habita el alma de un guardián del Grial, uno de mis secuaces.
-¿El guardián del...?-Susurré, en ese momento me silencié. Estaba muy seria.
-Sí.
-Estás de broma, ¿no? Anda, no sé quien eres pero no me molestes.-Espeté, me alejé y me puse en pie, dándole la espalda.
-Pronto te darás cuenta, solo he con pronunciar una palabra para que esa alma controle la tuya y te posea...-amenazó.
-¡Ja!-espeté.
-¿No me crees?-arqueó una ceja.
-¿A caso mi risotada no ha sido suficiente?-gruñí, mirandola de reojo.
-Despierta...-susurró.

Noté un ardor extraño en mi brazo derecho. Quité rápidamente la tela de la túnica que lo cubría, viendo como unos símbolos encandescentes emergían en él. Simbolos extraños, aparentaban estar en un lenguaje muerto que yo no era capaz de entender. Ese calor se pasó al resto de mi cuerpo, noté que me ahogaba por lo que de pronto, dejé caer mi cabeza. Mi cuerpo estaba entumecido, no podía moverme. Sin embargo, de pronto éste hizo un leve gesto solo.
-¿Tan pronto?-Susurró mi cuerpo, no era yo... era alguien extraño. Se giró hacia aquella criatura, alzando la cabeza.
-Sí, parece que cada vez se acercan mas...
-Pero sabes perfectamente que no te alcanzaran hasta que yo lo haga.-Respondió aquel espíritu que controlaba mi cuerpo, se acercó y aquella criatura se sentó sobre su mano.- Ningún humano podrá hacerse contigo.
-Reliak.. tengo miedo...
-Tranquila. No debes temer nada. Yo estoy aquí. ¿de acuerdo...?
-Vale...- dijo acariciando mi mano.
-No flaquees ante ellos, nunca. Porque no podrán tocarte nunca, de ninguna manera.-Aquel espíritu que me controlaba, clavó sus ojos en aquel ser, luego noté que le sonrió levemente.
-No lo haré, antes me presenté ante la flacucha que tienes al lado y la amenacé de que no me busque..
-No amenaces... no tienes esa necesidad.. No son dignos, ni siquiera, de verte. Los eliminaré uno a uno si hace falta. Incluso destruiría la iglesia por tí.
-Gracias...
-No es... nada.

Lentamente, comencé a verlo todo oscuro. No oía, no veía, no sentía...
...
.....
.........

Al despertar me dolía mucho la cabeza, tenía una pesadez en la mente que no me dejaba ni siquiera, intentar recordar lo que había vivido anteriormente. Así pues, me senté, confusa, mientras me colocaba la mano en la cabeza. Acto seguido vi unos extraños símbolos en mi brazo, por lo que abrí los ojos con fuerza.
-¿Q...?-mascullé.

Miré a mi alrededor, sobresaltada. Vi a Morrigan boca arriba, con los ojos entrecerrados. Ni siquiera sabía si estaba o no despierta, por lo que me mantuve en silencio mientras tapaba con la túnica aquellos símbolos extraños.

De pronto, la chiquilla suspiró, se incorporó y me miró.
-Ah, ¡Buenos días!
-Buenos días...-farfullé.

Se levantó del suelo y me ofreció la mano, sonriente.
-¿Vamos? Queda un largo camino, aunque cada vez menos.

Tomé su mano y me ayudó a levantarme. Tenía razón, aún así, había algo que me inquietaba aunque me mantuve en silencio. Poco después comenzamos a caminar. Aquel paraje era muy solitario, no había ni un alma y además, aparentaba ser peligroso. Coloqué mi mano sobre la espada, mientras en mi rostro continuaba apareciendo una leve sonrisa.
-Oye, irlandesa...-murmuró Morrigan de pronto.
-Y dale...-gruñí, sin embargo la miré.- ¿Qué?
-Tengo algo importante que contarte.
-¿Ah sí?-Pregunté.-¿De que...?
-¡Alto, herejes!-Exclamó alguien, más adelante. Al mirar... Inquisidores.
-Oh...-mascullé, de mala gana.
-¡¡Estamos en medio de una importante conversación!!-les chilló la pelimorada, enfadada.
-¡Callaos y rendios ante el poder de Dios!-Espetó el tipo, con asco.
-... Que pereza...-susurré mientras me llevaba la mano a la cabeza.
-¡¡Yo no me rindo ante nadie, pedazo de...inquisidor!!-gritó la otra, alzando los puños.
-¿Entonces toca pelear?-Le pregunté a Morrigan, con morriña.
-Pregúntale a los vejestorios...
-¿Vejestorios, toca pelear?-Obedecí.

Para cuando terminé de preguntar, estaban rojos de rabia y cuatro empezaron a correr hacia nosotras. Bostecé... y para cuando dos de ellos me alcanzaron ya había sacado la espada. Le pateé a uno la cara, a otro lo esquivé y le corté la cola de caballo que llevaba.
-¡No os atreváis!-advertía Morrigan a los otros dos, entrecerrando los ojos-.Soy una sacerdotisa de las Tierras Altas, y os advierto que mis poderes no conocen límites, si me enfadáis...

Sin embargo, los sacerdotes no parecían muy convencidos y continuaron acercándose a ella.
-Pero atacales de una vez.-La animé, mientras el ex-cola de caballo volvía a la carga.
-Sólo les advierto de mi poder, porque no veo abusar de los desampa...¡¡AAAAH!!-un cuchillo pasó a apenas unos centímetros de su cuerpo, la chica cayó hacia atrás, a la vez que gritaba-¡TIERRA!

Al principio no pasó nada, pero tras unos instantes, aquellos dos inquisidores comenzaron a agitarse, sorprendidos. Al parecer, uno de ellos había metido el pie en un hormiguero...
-... vale...-miré hacia otro lado con cara de burla.
-¡Ajá! ¡Sentid la furia de mi inexplicable poder!
-¡Tú no has hecho nada, estúpida!-gritó uno, pero en lugar de abalanzarse sobre ella, comenzó a rascarse compulsivamente todo el cuerpo-¡Maldita sea!-y su compañero no parecía estar mucho mejor.
-Sarna con gusto no pica...-Comenté, al verles.
-Maldita hija de...-masculló uno, pero no podía parar de rascarse.
-Pf... llamad a vuestro Dios a ver si os rasca la espalda.-Contesté.
-Y ahora...¡el juicio final! ¡TIERRA!-y con sendos pedruscos, uno en cada mano, Morrigan golpeó a aquellos dos en la cabeza. Cayeron inconscientes al instante.
-Si al final esto será más divertido de lo que pensaba...-Comenté mientras los miraba.
-¿Te ayudo con los tuyos?-sonrió la chiquilla.
-Nooo...-Respondí, al girarme los tipos ya se habían levantado y venían a por mi.

Volví a patear al tipo en la cara de nuevo, esta vez se dio un mal golpe y quedó inconsciente o muerto, no fui a comprobarlo. El otro miró a su compañero, asustado, luego clavó sus ojos en mi y arremetió a golpe de espada. Bloqueé la suya una par de veces, lo arrinconé y... él redicibió una pedrada en la cabeza, desmayándose en el acto. Al mirar, vi a Morrigan jugando con piedras... y mirándome con una sonrisa.
-No pude evitarlo...- dijo con una expresión angelical.
-... vaya...-musité, guardé mi espada.- ,,, me quitaste la diversión...
-Bueno, la próxima vez, te tocan a ti tres, ¿de acuerdo?
-¡Vale!-Exclamé.
-Jeje-rió, complacida-¡Continuemos, irlandesa!-y echó a caminar alegremente.
-... ¡Que no soy irlandesa!


Out: xDDDDDDDDDDD... Gracias Kao!