¡Bienvenid@s!

x Historia x Join & Rules x Fan Fics and Arts x

 

~ Participantes ~

~ Clérigos ~


 


~ Exploradores ~

 

~ Agradecimientos ~

x A mi Germaneta Lorena por ayudarme con el diseño y blogger y ayudarme a no dejar esto abandonado.
x A Kao por hacerme los avatares, por sus consejos y por su apoyo constante
x A Bunny por ayudar también con el diseño y animarme.
x Y a todos los que seguís participando en el RPG,

¡Gracias!

~ Tag Board ~

 



domingo, julio 27, 2008










Las noches, para mí, eran una tortura. Me removía inquieto entre mis mantas. Empapado en sudor, esperando el momento de la traición.
Alguien vendría, abriría la chirriante puerta de madera e intentaría deslizar una daga a través de mi garganta.
Mi extraño don evitaría que eso ocurriera, y una y otra vez me vería obligado a ver el odio que me profesaban mis extraños y conocidos.
Todos me odiaban.
Todos querían matarme.
¿Tanto me odiaba mi tierra natal, Portugal?

Herejes. Pecadores. Cátaros.
Traidores.


-¡¡TRAIDORES!!-grité en medio de la noche.

Al día siguiente, me encontraba sentado, al fondo de la sala de torturas, donde los herejes eran obligados a confesar sus impiedades, dirigiendo a los verdugos con voz firme.
Que paguen, es lo justo. Que paguen por su traición.
¿Malvado? Si yo estuviese equivocado, Dios me detendría.


En ese momento, llegó un mensaje inquietante.
El Papa quería que me desplazara hasta el Vaticano.
Con el corazón en un puño, tomé lo poco que era mío como equipaje, y partí. Fueron varias noches de viaje que casi acaban con mi cordura, pero llegué sano y salvo hasta Roma.

A las puertas del Vaticano me espraba un joven rubio. Lucius se hacía llamar; me dijo que era el camarlengo de Su Santidad. Vi cómo yo le desagradaba. Rápidamente desconfié de él.
Demasiado joven.


El joven me acompañó hasta la pesada de metal tras la que se encontraba el despacho de Su Santidad. Empujó las pesadas hojas de hierro, que giraron sobre sus goznes hasta que la puerta quedó abierta del todo.
Al entrar yo, la puerta crujió y tintineó, toda ella.
-¿Pero qué...?-murmuró el camarlengo, volviéndose apenas, para luego volver a cubrir su rostro con una máscara de indiferencia y cerrar las puertas tras de sí.
Suspiré con resignación y miré al frente.

El Papa de Roma estaba tras una enorme mesa de escritorio, rodeado de papeles, al oir los crujidos de la puerta levanto la mirada levemente y al observarme dejo todo lo que estaba haciendo e hizo un gesto para que me acercara.
-Su Santidad-dije solemnemente, mientras me acercaba. Hice una profunda reverencia al llegar hasta él.

Luego, pude observarlo bien...Me parecía...demasiado joven.

-Es un placer conocerle señor Borges, nos alegramos de tenerle aqui, en el vaticano.-Dijo tras una leve inclinacion de cabeza.
-Gracias-respondí-. Yo también me siento feliz; la visión de este lugar majestuoso es suficiente para aliviar a cualquiera de su carga.
-Esperamos mucho de usted, Johao.-dijo Su Santidad solemntemente.

Me removí, inquieto.

-Me esforzaré-prometí-.Y, si Dios me da fuerzas, cumpliré todo lo que se me pida.
-Ya conoce a mi camarlengo, Lucius, supongo.-dijo señalando al hobmre que me habia acompañado hasta alli.
-Dios le bendiga-se apresuró a decir éste, que había ido a colocarse tras la silla de Su Santidad, un poco a la derecha. Me miró con desconfianza.
- Y a vos, hermano- murmuré, inclinando la cabeza.

En ese momento Su Santidad carraspeo y el camarlengo lo miro.
-Lucius.. ¿te importaria dejarnos a solas?
El joven palideció y volvió su vista a mí, de nuevo con recelo.
-Pero...
Aunque fuese extraño que el Papa ocultase algo a su camarlengo, lo verdaderamente censurable era que éste se atreviese a replicar. Desvié la mirada, disgustado.

-Por favor Lucius, no admito replica.-dijo frio como el hielo.
El camarlengo abrió la boca, volvió a cerrarla y respiró hondo, todo en un instante.
-Si...Si me necesitan...Estaré cerca-murmuró, a la vez que echó a caminar hacia la puerta, cabizbajo.
-Gracias.-dijo Su Santidad. Una vezs el camarlengo hubo salido por la puerta, el Papa de Roma me miro fijamente.

Le devolví la mirada, preguntándome a mí mismo qué ocurría.

-Todo lo que va a oir ahora, quedara aqui, ¿entendido?
-Perfectamente, Su Santidad.
-Hay una serie de sujetos en el vaticano, que estan cometiendo un delito muy grave..-el Papa entrelazo las manos y me miro aun mas fijamente.-Traicion. Hace unas semanas dejaron ecapar de los calabozos a una hereje, no se porque a ella, ni con que proposito, si fue ella al azar o si fue premeditado, pero.-hizo una pausa.-Pero quiero que la encuentre y me la traiga.

¡¿Traición?! ¿También aquí, en el Vaticano? Me santigué con una mano temblorosa, incapaz de pronunciar palabra. Había escuchado las órdenes, pero era incapaz de dar una respuesta afirmativa, pavor e ira se entrelazaban en mi interior...

-¿Acepta el encargo?


Su Santidad me tendio una carpeta marron.
-Aqui tiene informacion sobre la hereje.

-¿Sólo he de ocuparme de la hereje?-pregunté, a la vez que la tomaba.
-Creo que... no esta sola, hay dos herejes mas con ella.

-¿Qué haré con ellos?-justo después de preguntar, no pude evitar girar medio cuerpo violentamente y mirar tras de mí. Suspirando, volví a mirar a Su Santidad.
"¡Traidores!"

-Mátelos.
Guardé silencio por unos instantes.
-¿De alguna forma concreta?
-Me es indiferente, pero tráeme viva a la hereje, morirá tal y como la habia condenado, en la hoguera.-contesto friamente.
-Que así sea-dije de forma firme.
Luego, bajé la voz para que nadie, nadie escondido detrás de las puertas, o bajo las ventanas, o en cualquier otro sitio pudiera escucharnos.
-¿Y los traidores...?
-Aun no lo se...
Me llevé una mano a la frente e inspiré hondo.
-Los envía el demonio...siempre acechan a los más justos...
-Sí...-afirmo santiguandose.
Respiré hondo y me erguí, intentando sobreponerme.
-Encontraré a los herejes. Saldré esta noche.
-Perfecto, y gracias por su confidencialidad.-dijo el.
-No es más que mi obligación-e hice una nueva reverencia.
Él se limitó a hacer una inclinacion de cabeza
-Me retiro, entonces. Que Dios os bendiga.
-Y a vos...-murmuro Su Santidad antes de vovler la vista a la montaña de papeles.

Salí del despacho y me encaminé a la capilla para rezar y confesarme.
Pronto se haría de noche...
Ajusticiaría a esos herejes; y serían tres personas menos que querrían acabar con mi vida.


//Out//
Post de Johao T-T me hace sentirme demasiado malvada y culpable...Ejem XD...Abrazoss~ Gracias a Susy//Out//