
Desde que yo era un niño Kyle siempre sonreía, Augusto se mantenía un poco más serio y yo era el bruto de los tres. Bruto y caprichoso. No me importa lo que la gente piense y diga de mi, son escoria.
Siempre fui despreocupado y nunca me interesé en los problemas de mis hermanos, a no ser que ellos me lo contaran o fuesen evidentes. Realmente no era capaz de darme cuenta de si lo pasaban bien o mal.
Debí interesarme más lo que les importaba.
Pero yo realmente no soy así. Sólo me preocupo por ellos, por nadie más.
Cuando yo era pequeño era igual de temperamental. Pero aún así, mis ojos eran motivo de burla. Los niños decían que yo era un monstruo. Por ello, sin más, los golpeaba. Solía hacerles mucho daño… pero una de las veces fue exagerado. Por ello, la madre del crío me cogió del brazo y aunque me intenté zafar, me arrastró hasta mi casa. Quien abrió la puerta fue Kyle.
- Ah.. Señora Marlowe- sonreía, sierpe sonreía. Luego me miro a mí.- ¿Sucedió algo?
-Tu hermano...-masculló la mujer, furiosa. Me hacia daño.- Golpeó a mi hijo.
Yo miré a Kyle, luego agaché la cabeza mientras intentaba no ser zarandeado por aquella mujer.
- Haga el favor de soltarlo...- dijo amablemente mi hermano- disculpe el comportamiento de Gin... nuestros padres nunca están en casa y...
La mujer me soltó, casi lanzándome hacia Kyle. Me pude frenar antes de golpearle, luego miré a la mujer, furioso.
-La próxima vez llamaré a las autoridades.-amenazó la mujer, luego se giró.- Y tendréis que pagar al medico esta vez también.
- Solo son niños...- añadió a pesar de que la mujer se girara- Y parece no tener en cuenta la crueldad con la que tratan a mi hermano su hijo y sus amigos, si estoy de acuerdo en que fue un mal comportamiento el golpearles, y yo me encargaré de reñirle. No obstante al menos mi hermano tiene decencia y educación, no discrimina a los demás, cosa que la que su hijo carece.- pauso unos segundos para coger aire- Así que no se usted, pero a mi me daría más vergüenza tener un hermano igual que su hijo, que no el hermano que tengo señora.- en ningún momento dejo de ser amable y respetuoso con aquella mujer, y por supeusto su sonrisa no ceso.- He tenido básicamente que encargarme de la educación de este niño, y disculpe por mi grosería señora, pero creo que es mucho más educado de lo que usted pueda haber educado al suyo, lastima que mis esfuerzos se vean anulados al encontrarse con niños como el suyo, luego pasa lo que pasa y Gin es el culpable...- a pesar de todo lo que dijo mi hermano, seguía hablando en un tono amable y la mujer era incapaz de poder enojarse con él también.
Le miró de reojo y luego... continuó andado. Durante todo lo que Kyle dijo yo le estaba mirando fijamente. Era el único que creía en mi. El único. En cuanto la mujer se fue, él me miró y yo agaché la cabeza, de nuevo, con el ceño fruncido. Me hizo pasar al interior de la casa, y una vez cerrada la puerta se agachó frente a mi.
- Giiiin.... ¿Qué te tengo dicho yo de las peleas?-dijo en tono paciente
-¡Lo sé!-Respondí, levantando la mirada.- ¡pero me han llamado monstruo, Kyle!
Entonces mi hermano entristeció la mirada, para luego dedicarme una tierna sonrisa de nuevo.
- Pero Gin... si les sigues el juego, estas siendo tan sucio como ellos, ignórales...- me acaricio la cabeza suavemente.- Tú...no eres un monstruo, y lo sabes...y Will y yo también, eso es lo único que tiene que importarte pequeño.
-Ya... pero... ... dicen... que... no me parezco a vosotros...-tras susurrar eso, agaché la cabeza.- ... que no soy... ...
-¿Que no eres?- se sorprendió Kyle cesando las caricias en mi pelo.
-... hijo de papá y mamá.-agaché aún más la cabeza.-que no soy... vuestro hermano.
- Gin...- apartó la mano del pelo para esta vez levantar mi cara para que le mirara.- Mírame.
Esquivé la mirada... pero luego mis ojos volvieron a mirar los suyos.
-¿Acaso Will y yo nos parecemos mucho?-rió- Cada persona es única y especial, y solo hay uno como tú... además tu aún eres más especial, por que tu eres mi hermano Gin.
Le miré fijamente, luego le abracé fuertemente sin decir nada. Aquellos niños conseguían molestarme porque lograban que creyera sus palabras. Mis hermanos eran modélicos y yo... la oveja negra de la familia. Kyle correspondió el abrazo cociéndome en brazos.
- Gin, yo TE QUIERO.- dijo dulcemente susurrando en mi oreja.
-Kyle...-me aferré a su cuello y cerré los ojos con fuerza.
- Y nadie me va a negar que seas mi hermano pequeño, porque se y siento que lo eres. ¿O tu no?- caminaba hacia mi habitación mientras frotaba mi espalda.
-Sí.-asentí con la cabeza.- además... ¿sabes qué hicieron?
-¿Qué hicieron?
-se... -bajé la voz.- se metieron con Adara...
- Ves como los monstruitos son ellos-entró a mi habitación.- ¿A que tú la defendiste?
-... sí...-susurré.
- Eso demuestra que eres una bella persona Gin.- dijo alegremente mientras me dejaba sobre mi lecho.
-sólo la defendí porque ella no merece ni que la nombren esos...-miré a Kyle fijamente.- Yo... quiero parecerme a tí...
Me miro sorprendido nuevamente luego se rió.
-¿A mí Gin?
-Sí.-asentí, llego de orgullo.
- Oh... eso es un gran halago-se sentó junto a mí.- Pero tú eres tú, y yo soy yo.
-lo sé... -sonreí.- Pero me esforzaré todo lo que pueda para ser lo más parecido a ti.
- A mí me gusta tal como eres, pero si podrías empezar por solucionar lo que ambos sabemos...-claramente se refería a las peleas.
-ya... pero es que... no sé como hacer que paren.-me sinceré.- y pegándoles, callan.
-Pero pegándoles no ganas nada...-suspiro mi hermano.- ¡Bueno, ahora a dormir!
-Sí... buenas noches, Kyle-asentí, cerré lentamente los ojos.
Me besó la mejilla y por último susurro.
- Gin, eres mi hermano menor, y no te cambiaria por nada en el mundo, recuerda eso siempre.
… Y yo en cambio lo único que te he dado han sido problemas.
Mientras hacía el camino de vuelta al Vaticano recordaba todo esto. No pude evitar comenzar a andar más deprisa. Kyle estaba mal… Y si él lo estaba yo debía estar con él. No podría perdonarme si le pasase algo… A ninguno de los dos.
Rosalyn, algún día volveré por ti. Sólo espero que me recuerdes y que no me odies.
Una niñita de cabellos rosados estaba frente a mi. Aunque era mayor que yo, realmente no lo aparentaba. Tiró de la manga de mi camisa. La ignoré. Volvió a tirar ahora con más fuerza y exclamó:
-¡No me ignores, Gin Flowright!
La mire de reojo, de forma un tanto desagradable. Pero no perdió la sonrisa, ni siquiera se ofendió. Ahora, que tenía mi atención, dejó de sujetarme y me tendió una especie de balón hecho a mano.
-¡Para ti!-Anunció, luego sonrió levemente.- Hoy es tu cumpleaños, ¿verdad?
Solo Kyle y Will se habían acordado.
Miré el balón, realmente estaba bien hecho. Sin embargo, giré la cabeza y farfullé:
-No lo quiero.
-¡Gin! No seas tonto. –Tomó una de mis manos y me obligó a extenderla, luego colocó el balón en ella.- Toma. Sé que te gustan y lo he hecho para ti. ¡Así que no me vale un no por respuesta!
-Pe… pero…-intenté protestar.
-¡No!-Negó con la cabeza, sonriente.- Pásatelo bien hoy. ¿de acuerdo? Y que cumplas muchos más.
Tras eso, me dio un pequeño beso en la mejilla y echó a correr mientras me hacía un gesto de despedida. Me quedé quieto, por un instante, sin embargo reaccioné pronto y extendí el brazo mientras la llamaba para que regresase y devolverle el balón. No lo hizo y me quedé allí, con su regalo.
Realmente yo nunca quise su regalo pero…
Secretamente agradecí que me lo diese.
-¡Cardenal Flowright!-Exclamó alguien, que me hizo despertar de mi recuerdo.
Delante de mi había un hombre, quizá un inquisidor del Vaticano. Le miré de reojo, luego me di cuenta de que un poco más adelante había un pequeño pueblo. Regresé mis ojos a él, esperando el motivo por el que se dirigió a mi.
-Ese lugar…-susurró, luego miró hacia el pueblo.- está lleno de pecado. ¡Es un pueblo de herejes solamente! Nos echaron… ¡Intentaron matar a los enviados de Dios!
Un poco más atrás, vi algunos soldados heridos.
Quizá habían venido a buscar información sobre aquel asunto que tanto preocupaba a Augusto y aquella gente no los recibieron bien. Posiblemente entraron, imponiendo su poder, pero tan pocos no pueden intentar hacerse con un pueblo entero.
-¿Encontraron algo interesante para el Vaticano?-pregunté, mientras daba algunos pasos hacia el pueblo.
-No señor… Nada.-Respondió, disgustado.
No me hacía falta escuchar más.
Les mandé marchar hacia el Vaticano, argumentando que yo me encargaría de castigar a aquel pueblo. Cuando ya estaban lo suficientemente lejos, extendí mi brazo derecho y un campo de fuerza, con forma de cúpula, rodeó el pueblo. Lentamente comenzaron a aparecer armas, una tras otra, hasta que casi era imposible ver a través. Sólo me hizo falta pensarlo y las armas cayeron sobre el pueblo. Oí gritos desgarradores, todo comenzó a arder y la gente moría. Me giré mientras sonreía y retomé mi camino hacia el Vaticano. Creí que me había ablandado con Rosalyn… Por fin veo que no es así.
Pocas personas se han preocupado por lo que yo soy. A ellas son a las que protegeré… el resto son escoria. Y a los herejes, los mataré.
Out: Arigato a Kyle ;D
Johann empezó su búsqueda a las 11:34 p. m.