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lunes, agosto 25, 2008










El encierro de Rosalyn y su condena habían despertado en mí un sentimiento de culpa enorme. No podía soportar su mirada, como disculpándome.
¿E Intentar que fuese decapitada en lugar de quemada? Esta vez sí que me he lucido, se cantará sobre mi valor en el futuro.

Y aún así...Problemas y problemas:

- Si siempre es la misma sentencia y el mismo castigo, ¿por qué debo dictarla yo...una y mil veces?
- Porque es tu trabajo.
-¿Mi trabajo es condenar a gente?
- Es parte de él, sí.


Los fragmentos de la tensa conversación entre Augusto y yo continuaban resonando en mi cabeza. Probablemente era la discusión más acalorada que jamás habíamos mantenido.
Aquella cruel afirmación, "parte de mi trabajo es condenar a otros", me había dejado atónito y casi deprimido.
Era bastante egoísta de mi parte, pero mientras no dependiera de mí la vida de otros, y no tuviese que ver su sufrimiento, nunca me había importado qué ocurriera...

No pude evitar, sin embargo, sonreír con cierta ironía cuando se me ordenó que fuese a llamar al ahora único hermano de Su Santidad. Si condenar gente es una parte del trabajo, ser el chico de los recados es la otra.


-¿Os ha obligado a quemarla?
-No, me he presentado voluntario.



La conversación con Gin tomó el mismo rumbo que la mantenida hacía unas horas con su hermano.
Rosalyn se había convertido en culpable de casi todas las desgracias ocurridas últimamente, incluso de la agresión de Kyle hacia el Papa.

Dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde...Cuánta razon tienen.

En ese momento habría dado mucho por poder contarle aquel dilema a Kyle. Pasé por delante de su habitación. Seguía siendo velado, sin descanso.

En realidad, creo que el mayor de los hermanos se volvió loco ante tanta crueldad, primero sobre Dolores, luego sobre esta chica...

Y ellos quieren echarle la culpa a posesiones y embrujos; se ciegan.


Cuando pude darme cuenta, había descendido a las mazmorras. Yo también quería averiguar si era cierto lo que decían de aquella muchacha. Iba a dejarla morir de todas formas, ¿qué otra cosa podría hacer?
Sin embargo, si podía convencerme de que era una bruja, una asesina o una manipuladora, mi conciencia descansaría un poco más tranquila.

Me acerqué a la celda de Rosalyn.

Ella estaba sentada en un rincon, con un plato de pan seco lleno de cucarachas frente a ella y la cabeza hundida en las rodillas, abrazándoselas.
-Rosalyn-la llamé.
La chica levantó la cabeza y pude ver como un mechón de su cabello rubio le tapaba un moratón en el ojo.
-Hola camarlengo.-sonrió.
Me quedé en silencio unos segundos. Ese golpe en la cara de la joven me llenó de un desasosiego aún mayor. Pensé que decir. "¿Cómo estás?" sonaba absurdo.
-¿Qué ha ocurrido?-murmuré, señalando con un leve movimiento de cabeza su ojo herido.
-No es nada.-sonrió.

Cerré los ojos con fuerza y respiré hondo. Esto es...inhumano.

-Rosalyn, discúlpame, pero quiero hacerte unas preguntas.
-Adelante.-dijo ella mirándome con amabilidad.
-¿Tienes algo que ver con el intento de asesinato de...el Papa Augusto?-me sonaba estúpido hasta a mí, pero debía saberlo.
-¿Intento de...?-Rosalyn se puso blanca.-Dios mío pero.. ¿esta bien?
-Por favor, simplemente responde-insistí.
-No tuve nada que ver.-dijo mirándome a los ojos.

Acostumbrado como estaba a mentir, pude ver (o al menos tuve esa sensación) que la joven era sincera. Suspiré y asentí.

-Siento haberte importunado con esto-me obligué a mí mismo a darme prisa, no era bueno que estuviese allí-. Si puedo hacer algo por ti, antes de marcharme...
Rosalyn me miró y sonrió.
-Tenga Lucius.-dijo tendiéndome un papel.-¿Podría darle esto a Gin?
Tomé la hoja que me ofrecía.
-Claro-forcé una sonrisa.
-Gracias.-dijo ella.-Una cosa mas...
-¿Sí?
-Déselo cuando yo ya este...-agachó la cabeza y una lágrima recorrió su mejilla.-Muerta.

Sentí un enorme peso sobre mis hombros.

-El alma es inmortal-intenté consolarla-.Vivirás, en el Cielo.
-Gracias Lucius.-musitó ella.
-Adiós, Rosalyn-eché a caminar hacia la salida, apretando los dientes para contener mis sentimientos de rabia e impotencia.
-Adiós Lucius.-La oí a mis espaldas.

Apenas había salido de las mazmorras, abrí la carta y la leí.

¿Ético? No. ¿Y?

Guardé la carta en mis bolsillos cuando acabé de leerla, petrificado.
Iba a incumplir la segunda petición de Rosalyn.
¡Tenía que darle esa carta a Gin! No por él, por Rosalyn.
Él iba a matarla con regocijo, y ella...

Era extraño, pero el primer lugar al que me dirigí después de eso no fue a la habitación de Gin, sino al despacho de Su Santidad. Ya anochecía, pero esperaba que éste siguiese allí.
Ahí estaba él, escodido tras una montaña de papeles amontonados. ¿Ordenes de arresto, tal vez?
Carraspeé suavemente.
Su Santidad levanto levemente la cabeza y luego volvio la vista a un último papel antes de dejarlo sobre otro monton de papeles.
-Hola Lucius.-Murmuró.
-Buenas noches, Su Santidad-respondí, comenzando a ponerme nervioso-¿Podéis dedicarme un instante? He reflexionado mucho sobre...nuestra charla anterior.
-Por supuesto.-dijo observándome.
-Es más bien una petición.
-Adelante.-asintió.
Busqué la forma correcta de decirlo, sin mucho éxito.
-Durante la quema de la hereje...eh...-titubeé.

Augusto se limitó a mirarme con curiosidad esperando a que siguiera. Apoyé las manos en la mesa de Su Santidad y agaché la cabeza.

-Deseo no estar presente-dije con contundencia.
-Tienes que estar Lucius, eres el camarlengo.
Por favor!-insistí.
-La respuesta es no Lucius.-dijo el papa impasible.
Cerré los con fuerza.
-Si me obligáis a verla arder...Enloqueceré-prometí-¡Tendréis que internar a vuestro camarlengo en un sanatorio!

Pude vislumbrar un amago de sonrisa en Su Santi.. no.. un momento... ¡Se estaba riendo!

-¡Vamos Lucius! Si ya estas delirando... no creo que tu situación mental se vea demasiado afectada.

Abrí los ojos y miré a Augusto, incrédulo, sin poder articular palabra. Me sentí palidecer, y poco después, un calor insoportable en el rostro.
-Os ruego que no os burléis-siseé con la voz temblorosa por la rabia y la vergüenza-.Estoy siendo completamente sincero.

Augusto se quedó en silencio mirandome, del todo serio.
-Lucius... Tienes que ir para leer los cargos.
-Cualquier inquisidor-en realidad tenía uno en especial en mi mente-estaría encantado de leerlos.
-Pero yo quiero que lo hagais vos.
-¿Por qué?-pregunté, desesperado.
-Porque es tu trabajo...-comentó empezando a perder la paciencia.

Dejé de apoyarme sobre su mesa, me alisé la sotana, y luego le miré con fijeza.
-¿Qué pasará si me niego a ir?
-Que tendré que mandar a otro.-contestó impasible.
-Pues me niego-dije sin pararme a pensar siquiera.
-Está bien...-dijo Su Santidad entrelazando las manos.-Tendré que pensar en tu subtituto mientras... ve recogiendo tus cosas.

Le miré horrorizado. ¿O más bien aterrorizado?

-Yo no me refería a esto...-gemí sin poder apenas creérmelo.

Llevó sus manos entrelazadas a la altura de la barbilla sin dejar de mirarme fijamente.
-¿Entonces?

No me quedaban opciones. Sentí toda la voluntad con la que había entrado al despacho unos minutos antes, desvanecerse.
-Leeré...lo que sea. Los cargos, eso-dije con un hilo de voz apenas audible.
-Eso esta mejor.-sentenció Augusto.-A las 8 de la mañana, los guardias llevarán allí a la hereje.
-Os esperaré diez minutos antes en vuestro despacho, entonces.
Augusto parpadeó y me miró sin comprender.
-¿Con que fin?
-Supongo que...debo acompañaros-le devolví la mirada de extrañeza.
-¿A dónde?.-preguntó.
-A...la ejecución.
Augusto negó con la cabeza.
-Debe tratarse de un error, en ningun momento he expresado mi intención de ir.

Le miré en silencio, mientras la indignación y la sorpresa me invadían.

-¿Puedo retirarme?-fue lo único que alcancé a decir.
-Por supuesto.-dijo impasible.

Hice una rápida inclinación de cabeza y me merché de allí sin decir nada más.



"El Cardenal Gin está rezando, preparándose para mañana. No debe ser molestado" me dijeron.
Pasé la carta por debajo de la puerta de su habitación, esperando que la viese antes de la ejecucción.


Ya entrada la noche, regresé a mi habitación. Cerré la puerta con cuidado y...

Grité. Grité con todas mis fuerzas hasta acabar agotado.

Si sólo eso pudiera acabar con mi frustración.


//Out// Post de Lucius, espero que no sea demasiado largo, prometo moderarme en el proximo ;_;. Mil gracias a Susy ^-^! //Out//