
“Espero que… puedas perdonarme. No pude traerle…”
“No te confundas hermano... las brujas no pueden albergar amor por nadie, son solo eso, brujas, escoria, herejes. Seguramente ella te utilizo para que la ayudaras a escapar. Mi pobre hermano…”
“No te quiero, nunca he sentido nada por ti, me repudias igual que los demás miembros de la iglesia…Fuiste un estúpido por dejarte engañar por una hereje.”
“Quiero ser yo quien sea el encargado de quemar a la hereje Rosalyn.”
KYLE ESTÁ MUERTO.
Me dejé caer lentamente en mi cama, enterrando mi cabeza entre las sábanas. Kyle había muerto. Rosalyn me había utilizado. He traicionado a Augusto. Cerré fuertemente los ojos…
Gente furiosa me rodeaba. Todos adultos, alrededor de un niño de ocho años. Me miraban con sus inquisitivos ojos, cómo buscando a un demonio inexistente. Era de noche y me impedían escapar.
-Vas a lamentarlo.-Gruñó un hombre, tomándome por el brazo.- Ahora no están tus hermanos ni tus padres para defenderte.
Miré a Josh. Él era mi amigo. Por primera vez tenía un amigo. “Alguien que se preocupa por ti y sólo quiere lo mejor para ti”. Él me había llevado hasta allí. Le miré, sin comprender, sin embargo en sus ojos pude ver odio. Rechazo.
Hice un gesto brusco y, a pesar de que me hice daño, aquel hombre me soltó finalmente. Retrocedí, pero detrás de mi también había gente y dos de ellos me tomaron por los hombros.
-Un demonio como tú ha de ser eliminado.-susurró uno de ellos.- No podemos permitir que continúes hiriendo a nuestros hijos.
Demonio.
Gin Flowright es un Demonio. Recuerdo que noté como un escalofrío recorría mi cuerpo mientras me tomaban con fuerza y me introducían en un lugar, no recuerdo muy bien donde era. Golpes, uno tras otro. Levanté la cabeza bruscamente, ahora yo lo veía todo rojo. Todo estaba rojo. Josh en la puerta, mirándome fijamente a los ojos.
-J… Josh.-farfullé.- Ayúdame…
-No.-negó con la cabeza.- Nunca nadie lo hará. Porque nadie puede preocuparse por ti. Nadie puede tenerte estima salvo tus hermanos, si es que la tienen. Porque eres un demonio, Gin. Debes morir.
-¡Yo no soy un demonio!-Grité, un golpe secó en mi espalda me hizo caer bruscamente.
Me quedé en el suelo. Continuaban golpeándome hasta que… me levante bruscamente, a uno de ellos les arrebaté un cuchillo y les miré, mi cabello rubio manchado de sangre me tapó la vista de mi ojo izquierdo.
-Detente.-Ordenó un hombre.- Si nos hieres. Tus hermanos…-sonrió un poco.-… ¿lo entiendes?
Mis hermanos…
El cuchillo se me escurrió de las manos, por culpa de la sangre y de la amenaza y… caí. Caí al suelo bruscamente y oí como se me abalanzaban. Sin embargo… perdí el conocimiento antes de eso.
…
Al abrir los ojos, me di cuenta de que estaba en un charco de sangre. Aunque por un momento me mantuve quieto, con los ojos entrecerrados… Al final me empecé a incorporar. A mi alrededor habían hombres muertos, varias armas les atravesaban el cuerpo. Me noté palidecer, me llevé las manos a la cara y grité:
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡William, Kyle!!!!!!!!!!!!
Me levanté y eché a correr, hacia la salida. Me deslicé por culpa de la sangre y, aunque estuve a punto de caer, me sujeté de la puerta. Aún así, eché a correr saliendo de allí. Continuaba siendo de noche. Me habían llevado a un lugar apartado del bosque cercano a nuestro pueblo. Huí hacia mi casa pero antes de poder hacerlo… me detuve en seco. Estaba lleno de sangre… decían que yo era un demonio…
-y… y si…-susurré, para mi mismo, dejándome caer y llevándome las manos a la cabeza.
La figura de otro niño algo mayor que yo corrió hacia mí.
-¡¡Gin!!
Abrí un poco los dedos de las manos que cubrían mi rostro, mirándole. ¡William! Era... era mi hermano. Intenté levantarme, pero no pude hacerlo y continué en la misma posición.
-Hermano...-susurré.
Él se agachó junto a mi.
-¡Estas lleno de sangre! ¿Qué te ha pasado?-preguntó mi hermano ayudándome a levantarme.
-Josh...-susurré, ayudándome de él.- ... yo me llevó...
-¿Josh? Pensé que érais buenos amigos...-dijo extrañado mientras me ayudaba a caminar hacia casa.
-No... Nunca nadie lo hará. Porque nadie puede preocuparse por mi. Nadie puede tenerme estima salvo mis hermanos, si es que la tienen.-recité.- porque soy un demonio, Gin Flowright es un Demonio. Debo morir.
Mi mirada ardía. Llevé poco a poco mis ojos hacia mi hermano mayor, mientras notaba que la sangre se secaba en mi ropa, cabellos y rostro.
-Gin.. no digas esas cosas...-dijo mi hermano mirandome con tristeza.
-Entre antes me acostumbre, antes dejaré de querer tener amigos.-Me Separé y comencé a andar, solo. Aunque todo dolía, andaba con cierta tranquilidad y la mente en blanco.
Mi hermano me siguió en silencio. Pude ver que una lágrima le caía por el rostro. No tardamos en llegar a nuestro hogar. La luz estaba encendida, por lo que debía de haber alguien dentro. No obstante, abrí la puerta y avancé hacia mi habitación pasando primero por el salón. Kyle estaba allí y sé que habló con Will, sin embargo yo no oí lo que decían. De pronto para mi todo fue un murmullo.
Cuando llegué a mi habitación avancé algunos pasos y me quedé de rodillas, junto a la cama. Todo mi cuerpo me dolía. Mucho. “¿Soy un Demonio?” Pensé
Entonces pude oír como los murmullos se alzaban en voces, y luego unos pasos se acercaban veloces hacia mi habitación y paraban frente a mi puerta, luego llamaron a ella. Giré poco a poco mi cabeza hasta mirarla, pero permanecí en silencio mientras mi ojo derecho continuaba tapado por un mechón de mi pelo cubierto de sangre. Pronto esta se abrió y Kyle salio tras ella con una palangana de agua y unos trapos. Notaba mi propia mirada vacía, con la que le miré. Luego volvió a otro punto de la habitación, mientras me mantenía en silencio. Mi cabeza estaba en blanco pero en aquel momento lo prefería así.
- Gin...- dijo en un frágil hilo de voz mientras se acercaba.- ¿Estás bien?- acarició mis cabellos levemente.
Mis ojos se quedaron fijos en los suyos. Temía decirle lo que había ocurrido, porque entonces quizá el también podría pensar que yo era un demonio. No quiero que Kyle me odie...
-..s...sí...-susurré, mi voz no parecía mía.
Tomo un trapo y lo humedeció en el agua, luego lo paso por los cabellos que tenía manchados.
- ¿Qué sucedió? ¿Otra vez se metieron contigo?
Entrecerré los ojos y agaché la cabeza, mientras continuaba en silencio. No podía decirle lo ocurrido. ¿Y si realmente soy un demonio? ... Cerré fuertemente los ojos, mientras él continuaba limpiando mi cabello.
-Gin...-acarició mi rostro tomándolo y haciendo que le mirara a la cara, me sonreía.- Di.. que sucedió...
-n... no puedo.-susurré.- si lo hago... ... ...
-¿ Si lo haces...?
-Creerás que soy...-mi voz continuaba siendo otra, mi mirada cambiaba.- ... un... d... demonio.
Kyle enterneció los ojos, no le sorprendió lo que dije, seguramente es lo que habían comentado con William abajo.
- Sabes Gin...-continuo limpiando los restos de sangre de mi piel.
Continué mirándole fijamente, en silencio mientras entrecerraba los ojos. El cuerpo me escocía, aún así, me mantenía excesivamente tranquilo y quieto.
- Todo ser humano alberga un demonio en su interior, tú, yo y todos, eso no significa que seas un demonio. El ser humano es imperfecto, deja llevarse por los sentimientos y así llevándose por ellos es como decide si obrar correctamente o no. Eres más fuerte físicamente que otros y a las personas eso les asusta, pero no por que seas un demonio Gin... no les asusta por eso
-¿Por qué entonces?-pregunté, cerré fuerte los ojos.- Porque Josh... Josh me... me entregó para que me...
- Porque el ser humano es simple y estúpido, les asusta lo diferente, lo especial... y saben que tu eres un niño especial, pero no por que seas un demonio o seas malo porque...Dime Gin... ¿nos aprecias? a William y a mi, ¿nos quieres?
-...-Le misré sorprendido, luego asentí con la cabeza.- Claro que sí....
- ¡Pues ahí esta tu respuesta!- dijo alegre tocándome la punta de la nariz con su índice- Si fueras demonio, serias incapaz de albergar ese sentimiento, serias incapaz de querer a nadie, pero tu nos quieres, así que es imposible que seas demonio. Dios nunca otorgaria ese calido sentimiento a tal criatura, en cambio a ti te lo ha entregado, ¿no?
-... ¿Entonces por qué nadie más me soporta...?-musité y de pronto le abracé fuertemente.- Fui tonto, consideré a alguien mi amigo y me traicionó...
- Como te dije, al ser humano le asusta lo diferente- él me tomo entre sus brazos fuerte.-... no fue tu error, todo ser desea tener amigos... y la gente traiciona cuando algo le parece mal. Desgraciadamente la vida es cruel... pero Gin...- me apartó un poco para mirarme.- yo NUNCA te traicionare, siempre estare aquí para protegerte, aunque este lejos movería cielo y mar por protegerte... nunca te traicionaria, ni a ti ni a William. Soy vuestro hermano mayor, y uno de mis deberes orgulloso de el, es protegeros a los dos.- sonrió tiernamente.
Me agazapé en él. Recuerdo que le miré por última vez, antes de dormirme por culga del cansancio. A pesar de las palabras de mi hermano, desde aquel momento dejé de confiar en el resto. Sólo confiaba en ellos, en mis hermanos, no necesitaba más.
…
Ahora, por los ojos por los que caían lágrimas eran los míos. Hacía mucho tiempo que había olvidado aquello. Josh. La única persona en la que confié, aparte de en mis hermanos, la persona que me entregó a aquellos animales. Cerré los puños y apreté aún más mi cara.
-Kyle…
De golpe noté “algo”. No sé explicarlo pero por un momento fue… como si mi hermano Kyle estuviese en mi cuarto. Me levanté bruscamente y miré a mi alrededor. Aunque no había nadie… …
-Creo que estoy delirando.-susurré poco después.
No me dio tiempo de volver a recostarme. Alguien llamó a la puerta y me levanté, poco a poco, con la cabeza gacha. Fui hacia la puerta, suspiré y la abrí. Vi entonces a Lucius. Entrecerré los ojos sólo un poco.
-Buenas tardes, Cardenal Gin-saludó con una corta reverencia y con una "adecuada" expresión de tristeza-.Os acompaño en el sentimiento, en estos momentos tan difíciles para todos.
-...Gracias-Me mantuve en silencio por un momento, luego miré hacia otro lugar.- ¿Qué le trae aquí, Camarlengo Lucius?
-Es mi deber informaros de que Su Santidad requiere vuestra presencia-dijo con voz cansada.
-¿Mi presencia?-Dije, seriamente. Luego asentí levemente.- Voy enseguida.
-Muy bien...-luego Lucius dudó un poco-Cardenal, hay algo de lo que quisiera hablaros.
-¿De qué se trata?-pregunté, sin moverme de mi lugar.
El camarlengo se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada, y luego habló con aire confidencial:
-Vos también...tuvisteis algo que ver en la fuga de...aquella hereje, ¿no es cierto?-susurró.
Aunque me mantuve tranquilo, sé que mi mirada aparentó "arder" de pronto. Continué observándole, fijamente, hasta que finalmente asentí con la cabeza. Era cierto, lo había hecho.
-Sí.-Respondí.
-Ya sabéis que yo soy tan culpable como vos, no penséis que os estoy acusando-me dijo con una sonrisa conciliadora, que cambió pronto a una mirada de preocupación-.Vos también creéis que...¿es posible que Aug...Su Santidad se haya equivocado al condenarla?
-Augusto sabe hacer su trabajo.-me limité a responder.
-Pero...
-Se haya equivocado o no. ¿Qué piensas hacer cuando la ha capturado de nuevo?
-¿Qué pensáis hacer vos?
-Quemarla.
Lucius parpadeó, mirándome horrorizado.
-¿Os ha obligado a quemarla?
-No, me he presentado voluntario.
-...¿Por qué?-susurró él, apenas sin voz.
-Porque las cosas no son lo que aparentaban cuando la ayudamos a escapar.
Me miró, confuso.
-Simplemente quizá no sea tan inocente como pensábamos.
Lucius agachó la cabeza.
-Ya veo-murmuró.
Me acerqué a la puerta, la abrí y le miré.
-Si me disculpa Lucius, he de preparar para visitar a su Santidad.
-Por supuesto-alzó la cabeza y se dirigió a la salida de mi habitación-.Que Dios os bendiga, Cardenal-dijo en un tono de voz inexpresivo. Sin embargo, después añadió en voz muy baja, como si fuera para él mismo-.Dementes...
-¿Algún problema, Lucius?-pregunté, desde su espalda.
-En absoluto. Sólo admiraba vuestra sangre fría y sentido del deber-me respondió sin volverse.
-Debería limitarse a hablar sólo sobre lo que conoce.-respondí, aún estaba airado.
-No he hablado de otra cosa.
-Creo que sí. No sabe mis motivos y continuará de esa manera, aún así prefiere hacer conjeturas.
Lucius se giró y me miró a los ojos.
-Es suficiente-espetó-.Finjamos como que jamás hemos mantenido esta conversación.
-De acuerdo.-asentí levemente, mientras me giraba para entrar de nuevo a mi habitación.
-Con Dios, Hermano-se despidió casi a disgusto, y se marchó de la habitación sin molestarse en cerrar la puerta siquiera.
Le di un toque con el pie y la cerré. Poco después, me cambié la ropa y fui hacia el despacho de mi hermano.
out: Gracias a mis hermanos y al camarlegou
Johann empezó su búsqueda a las 2:13 a. m.