Hace días que…
No me muevo…
Mi cuerpo arde…
Tengo sed pero apenas soy capaz de mover un músculo. No puedo controlar mi respiración, es rápida, agitada… Noto como un sudor frío recorre mi rostro, no puedo ni siquiera alzar la mano para secarlo. Pero aún así, estoy semi inconsciente. Se apenas donde estoy y poco de lo que hay a mi alrededor. Pero… hay veces que me inmerso en mis pensamientos febriles y… confundo la realidad.
No se cuanto tiempo ha pasado…
Pero oí un golpe. Apenas giré la cabeza, ya podía hacerlo, pero no estaba segura de si realmente lo había escuchado. Volví a oír otro golpe, alguien llamaba a la puerta. Tomé aire e intenté gritar:
-Un momento.
Pero lo único que salio de mi boca fue un tono normal, casi bajo. Arrastré mis piernas hasta el borde de la cama y me senté. Tenía mucha menos fiebre que antes, pero aún no me había recuperado. Llevé mi mano derecha hacia la mesa de noche, me ayudé de ella para levantarme y para ir hacia la puerta sujeté las paredes. Me miré levemente de reojo a un espejo, tenía el pelo completamente suelto y vestía con un largo vestido blanco y una cruz de oro lucía colgada de mi cuello. Continuaba con la respiración agitada, pero notaba que me cansaba sólo de llegar hasta la puerta. Tomé aire, luego abrí poco a poco la puerta.
Era el camarlengo, Lucius.
-¿Madre Adara?-me miró atónito-¿Os encontráis bien?
-Hola camarlengo Lucius...-sonreí suavemente, apenas tenía aire para respirar.-... claro que estoy bien... ¿Qué... qué le trae por aquí?
-Verás...-dudó un poco-.Hace tiempo que no se te ve por el Vaticano. Sin embargo, antes de que Su Santidad se preocupase, preferí venir yo e informarme sobre tu estado.
-...-Continué sonriendo y tomé aire.- solamente... no me encuentro muy bien últimamente. Por eso, no he podido salir...
-Te ruego me disculpes, pero no pareces...muy sana.
-no es nada...-susurré.- Por favor, no se preocupe...
-Pero...
Clavé mis ojos en él, como pidiendo que parase. Sin embargo noté que mis piernas fallaban, hacia tanto que no me ponía en pie que....
Las manos del camarlengo impidieron que cayese al suelo.
-¿Ma...dre?-murmuró.
Por un momento mi cabeza quedó mirando hacia abajo, inmovil. Lentamente, levanté la cabeza y le miré. Después del tiempo que estuve en cama sin moverme, creí que podía haberme repuesto. Pero no era así, quizá estaba débil por no comer ya que no pude ir a buscar nada. Asentí con la cabeza, como indicando que me encontraba bien.
-Perdoneme Camarlego Lucius...-susurré.
Lucius me soltó lentamente y miró a otro lado.
-Deberíamos hablarle a Augusto...sobre vuestro estado de salud.
-¡No...!-Intenté exclamar, pero solo pareció un susurró. Me sujeté al bastidor de la puerta.-Sanaré pronto, no es nada grave... Pero no le diga nada a Augusto, por favor...
Él suspiró.
-Pero...Está bien-cedió al fin.
-Gracias.-Sonreí.- Pronto regresaré a mis tareas...
-Recuperaos primero, os lo ruego.
Le miré y asentí con la cabeza suavemente.
Tras despedirse, se giró y comenzó a caminar por el pasillo hasta que le perdí de vista. Retrocedí en el cuarto, cerré la puerta y suspiré. Fui hacia la cama y coloqué mi mano en mi frente.Ya no ardía tanto como antes, pero aún me encontraba mal. Tomé un poco de agua y luego decidí que debía, al menos, salir hoy. Notaba algo extraño... Y sentía que debía salir.
Out: Corto, pero adaptativo xDDD. Gracias a Lucius
Maddy empezó su búsqueda a las 12:20 a. m.
