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miércoles, agosto 20, 2008










Las cosas se estaban complicando. Sin apenas darme explicaciones Gin se había ido, no me pertenecía en absoluto, pero me sentía desprotegida aun teniendo a mis primos a mi lado.

Mis primos…

¿Estarían arriesgando mucho sus vidas por mi culpa? ¿Qué ocurriría si al enfrentarse contra los inquisidores que me perseguían los asesinaban? No podría soportarlo yo yo…
Me levante del sitio donde estábamos cenando mientras Jillian y Sienna discutían sobre algo relacionado con un pedazo de carne, sonreí calidamente al contemplarles, les quería tanto…
En la calle, la gente parecía alarmada y se alejaban de un ser extraño que caminaba por las calles, por sus ropas pude identificarlo, era un inquisidor.
Se acerco a un hombre, un pobre herrero que no había echo mal a nadie y agarrándolo con brusquedad de la camisa le espeto:
-Busco a una muchacha de cabello rubio llamada Rosalyn.
-No se quien es, lo juro, por favor no me haga daño.-dijo el pobre herrero aterrado.
-No me mientas o lo pagaras caro, todo aquel que no colabore con la santa madre iglesia arderá en la hoguera y en el infierno.-intimido el inquisidor.
Después de que el herrero jurara y perjurara no conocerme lo dejo marchar y fue a intimidar a otra persona.

Acabara encontrándome y entonces… me llevara presa... pero ¿y mis primos? Los matará… He de irme de aquí para que ellos no corran peligro.

Y así lo hice, recogí mis cosas mientras Sienna y Hill dormían y me marche de allí, me metí por pequeños callejones para no ser vista.
Me dirigí hacia la salida de uno de los callejones. Pero, de pronto, una figura oscura se situó entre mi vía de escape y yo.
Desde el primer momento lo reconocí, esas ropas… era el inquisidor, me limité a mirarle, sabia que no me dejaría escapar.
-Te reconozco...Tú eres la hereje-pronunció él, con voz grave y muy despacio.

Es inútil negarlo así que…

-Y orgullosa que estoy de ello.-le espeté.
El hombre entrecerró los ojos, como si le doliera oírme.
-¿No ves que ya has pecado lo suficiente? No añadas, además, la arrogancia a tus graves faltas.
-No tengo nada de que arrepentirme.-dije muy segura de mi misma.-Haz lo que tengas que hacer y hazlo rápido si quieres acabar conmigo.
-Vendrás conmigo al Vaticano; allí tendrás una nueva opción de arrepentirte...en la hoguera.-Vaya otra vez… que asi sea.-dije agachando la cabeza.

Mi tiempo se acaba.. lo siento hermano… no he podido salvarte…

El hombre me miró con una profunda desconfianza. Sacó una cuerda de entre sus ropas y, en apenas unos instantes, me había atado con fuerza.
A empujones me condujo hasta un carro en el que no subimos en dirección a roma… otra vez.

Medio día mas tarde llegamos al vaticano, un acontecimiento reciente tenia a todo el mundo nervioso y desconcertado, sin embargo ya lo dicen, en el vaticano todo lo que no es sagrado es secreto asi que la gente utilizaba la ley no escrita del silencio.
Fui arrastrada hasta una sala que ya conocía, el despacho del Papa.
-Su Santidad-el inquisidor entró tras de mí, con aire solemne-.He finalizado la misión que me encomendasteis.

El papa de roma estaba mucho mas degradado que la ultima vez que lo había visto, tenia ojeras, parecía llevar noches sin dormir y por debajo de las mangas de su sotana pude averiguar algunas vendas, ¿estaba herido? ¿enfermo?
-Tu eficacia era una leyenda, pero no sabia que podría experimentarla tan rápidamente.-Dijo Su Santidad a mi captor.
-Humildemente, gracias-respondió mi captor, haciendo una leve inclinación.
Allí se encontraba también el camarlengo que había ayudado en mi huída anterior. Palideció mucho al verme, sin embargo, le hizo una leve inclinación de cabeza al inquisidor.
Sonreí al camarlengo con tristeza y me encogí levemente de hombros, esperaba sinceramente que el Papa de Roma no se hubiese enterado de que el me había ayudado, aunque seguramente no lo había hecho puesto que de lo contrario el no estaría ahí.

-Bienvenida de nuevo hereje.-Me dijo el papa de roma con frialdad.
-Un placer veros de nuevo…-dije cínicamente.
-Puesto que una vez ya tuvimos una charla al respecto de tus pecados… me limitare a hacer que el camarlengo Lucius dicte tu sentencia.-dijo, y luego dirigió la mirada hacia Lucius.
El joven rubio miró fijamente al suelo.
-¿Yo, Su Santidad?
-Claro, es tu trabajo después de todo.-contesto el sin apartar los ojos de mi.
Yo, por mi parte, asentí con la cabeza mirando amablemente a Lucius, agradecía mucho lo que había echo por mi, pero yo sabia mejor que nadie.. que mi tiempo se acababa y que no saldría jamás de allí.
Tras unos segundos, el camarlengo habló por fin.
-Que sea decapitada-dijo.
Tres pares de ojos se clavaron en el camarlengo: los míos, los de su santidad y los del inquisidor que me había traído.
-¿De que hablas Lucius?-pregunto el papa.
-Esa es...-tomó aire para soltarlo muy despacio después-mi sentencia.
-¡Esto es inaudito!-casi gritó el inquisidor-¡Sólo hay una forma de purificar el pecado, y soy consciente de que todos sabemos cuál es!
El Papa alzo una mano para indicarle al inquisidor que se calmara. Cosa que desde luego, le hacia falta.
-Tranquilo Johao, estoy seguro de que nuestro apreciado camarlengo se ha… confundido de sentencia… ¿verdad Lucius?-dijo mirando a este con frialdad.
Por unos segundos Lucius pareció amedrentarse, pero después fue capaz de soportar la mirada del Papa.
-Su Santidad, vos me pedísteis que eligiera una sentencia, y eso he hecho. No quisiera importunar de ninguna manera ni a vos ni al hermano Johao...Pero he estudiado el caso con detenimiento y creo que es la mejor opción.
-Exponed vuestros motivos pues camarlengo.-dijo el Papa.
-Me parecio...lo más adecuado...sólo es eso-murmuró.
-Entiendo…-dijo Su Santidad.-¿Qué opináis vos Johao?
-Como dije antes-el inquisidor miró con disgusto a Lucius- si la joven no expía sus pecados en el fuego de la hoguera, irá a parar al infierno, sin duda alguna. Ejecutarla del modo que propone el camarlengo me parece sumamente...-hizo una pausa. buscando la palabra correcta-...cruel, despiadado.
-¿Cruel?-exclamó el camarlengo, atónito.
-Es suficiente.-espeto el Papa acallándolos a los dos.-Rosalyn… tu condena es morir en la hoguera, pasado mañana.
Yo permanecí en silencio, sosteniéndole la mirada al Papa mientras Lucius y Joao se miraban el uno al otro con odio.
Tras un silencio algo incomodo que se formo en el despacho de Su Santidad, Augusto dejo de mirarme para dirigirse al camarlengo.
-Lucius llévatela al calabozo.
-Sí. Con vuestro permiso-el camarlengo hizo un breve reverencia. Después se acercó a mí y tiró de mi brazo con suavidad, llevándome hacia la salida del despacho.

Caminamos en silencio por los pasillos hasta que levante la vista para mirar al camarlengo y le pregunte:
-¿Por qué has dictado esa sentencia?
-Porque la decapitación, es rápida e indolora...eso dicen-él sonrió tristemente, sin mirarme.
-Si pero.. no se.. quiero decir que era obvio que no iba a servir de nada y ahora por mi culpa seguro que te llevaras una reprimenda del Papa…-me hacia sentir mal el hecho de que Lucius tuviese problemas por mi culpa.
-No te preocupes, creo que ya me voy acostumbrando-murmuró, luego me miró, aún sonriendo tristemente-.Creo que no podremos ayudarte esta vez. Han ocurrido...algunas cosas y...la vigilancia es un poco más fuerte ahora.
Me pare en seco y cogi la mano del camarlengo.
-Muchas gracias, por ayudarme a escapar la otra vez, siento mucho cualquier agravio que pueda haberte causado.. y.. y…-empezaron a caerme las lagrimas.-Muchas gracias…
-No me des las gracias-Lucius dejó de mirarme en cuanto empecé a llorar y giró el rostro-...Sé que no has pecado como para merecer esto. Pero no puedo ayudarte. Es muy injusto.
Me empujó suavemente para que siguiese andando.

Me guio hasta la celda que ya conocía y me metió dentro cerrando la puerta.
-Gracias por todo Lucius, de verdad.
Bajo la atenta mirada de los guardias, el camarlengo se acercó a los barrotes de mi celda, aferrándose a ellos por un momento.
-Irás al cielo-susurró, sonriendo dulcemente-.Así que no tengas miedo.
Después, se giró con rostro inexpresivo hacia uno de los guardias, con el que mantuvo algunas palabras.
-...¿Escapado?...¿Ambas?-le oí murmurar-.Por el amor de Dios...
Antes de marcharse se giro para mirarme y le sonrei con un gesto de profundo agradecimiento.
-Siempre le recordare como un buen hombre Lucius.-le dije antes de que se marchara.

Estuve retorciéndome los dedos nerviosa durante un par de horas, muerta de nervios, mi tiempo se acababa y si al menos me dejaran mandar una carta a mi familia…
Al caer la noche vi que alguien se adentraba en los calabozos y al levantar la vista vi a Gin, casi me muero del vuelco que me dio el corazón al verle, pero puesto que tenia un tobillo encadenado no me moví de mi posición, sentada abrazada a las rodillas.

-Rosalyn...-musitó mientras se acercaba, abrió la celda y se colocó delante de mi.
-Lo siento…-me limite a decir.
-¿Cómo es posible que te hayan capturado tan rápido?-se agachó hasta estar a mi altura. Estaba pálido y lo más sorprendente de todo, muy serio.
-No lo se… ese hombre, iba intimidando a todo el pueblo, amenazándoles así que supongo que alguien me delato…-agache la cabeza para no mirarle.-Menos mal que me separe antes de mis primos si no el los hubiera matado…
-Lamento haberme ido así...

-Ha sido lo mejor.. hubieras tenido problemas si el inquisidor te hubiese visto conmigo.
-Hubiera hecho con él lo mismo que hice con aquel que nos encontró.-Lentamente llevó su mano a mi rostro y me acarició la mejilla.
Cerre los ojos al tacto de su caricia.
-Gin yo…
-Dime.-musitó.
-Nada.. que… agradezco mucho todo lo que has hecho por mi pero.. necesito que me prometas que no vas a volver a intentar ayudarme.-dije casi del tiron.
-¿Po.. por qué?-masculló.- No puedo dejar que te maten.
-¿Por qué?-pregunte.-Es tu hermano quien así lo ha dictado... Debes acatar su decisión Gin.
-Pero no puedo dejarte morir.
-¿Por qué?
-... porque no...-sus ojos se quedaron clavados en mi, luego los entrecerró un poco
Yo aparte la mirada, no podía soportarlo.
-Así que te ayudaré, como sea.-dijo en voz muy muy baja.
-No lo hagas Gin, por favor.
-Pero no podría permitirlo.
Acaricie su rostro.
-Gin es… lo que dios ha deparado para mi.. he de aceptarlo. No me arrepiento de ninguno de mis pecados.
-No has hecho nada malo. No tienes porqué morir.
-Desobedecer a la iglesia catolica.. se pena con la muerte.. y yo acepto ese castigo Gin.
-¡Pues yo no!

-¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo? Soy una hereje ¿recuerdas? Tu mismo me capturaste.
-Pero tus pecados no son tan graves.
-Eso no importa.. el pecado de la herejia se paga asi, todos los herejes pagan la misma pena..
-Claro que importa la magnitud de tus pecados.
Una lagrima cayo por mi rostro.
-No llores...-murmuró, quitando suavemente la lágrima con su mano.
-voy a echarte de menos.-susurre sin dejar de llorar.
-No me vas a echar de menos, porque no vamos a Separarnos.-Dijo, mientras me abrazaba.
-Gin…-dije separandome de el.
-¿Qué?-preguntó, mirándome a los ojos.
-Tengo que decirte una cosa.-dije muy seria e intentando parecer distante de repente.
-¿Qué cosa?-preguntó, de rodillas delante de mi.
-Te he estado utilizando.
-¿C.. cómo has dicho?-espetó, incrédulo.

Dude un momento… no queria decirselo.. no queria mentirle.. queria decirle que le amaba, que queria estar con el pero…
-Lo que has oido, todo lo que he dicho y hecho.. ha sido… por interes, para que me ayudaras.-le mire con dureza.-Solo eso.. por interes.
-mientes...-susurró, negando con la cabeza.

Si…

-No. Lo siento.-menti.
-... no tienes porqué mentirme...-Dijo, negando con la cabeza aún. Su mirada... estaba cambiando.
-¿Por qué iba a mentirte?-espete.
-no lo...-poco a poco sse fue poniendo en pie.- ... sé.
-No te quiero, nunca he sentido nada por ti, me repudias igual que los demas miembros de la iglesia…-cada palabra que decía me dolía mas y reprimía las ganas de llorar.-Fuiste un estupido por dejarte engañar por una hereje.
Su mirada cambió por completo. Me volvió a mirar como la primera vez que nos vimos. Noté que su respiración se agitaba, cerró los ojos por un momento pero luego los clavó en mi de nuevo.
-¿Y a qué viene sincerarte ahora? -preguntó.-¡¿EH?!
-Ya que voy a ir al infierno por hereje.. no quiero hacerlo por mentirosa.
-Jeje... si vas a ir al infierno de todas formas... ¿No hubiese sido más fácil que te salvase yo y que me pudriera también allí?-preguntó, luego se agachó y me tomó bruscamente por la barbilla.- ¿eh? -No soy tan.. despiadada. -inevitablemente una lagrima cayo por mi mejilla.
-Bastante despiadada has sido.-retrocedió, soltandome y quedando delante de mi. Clavó sus ojos en los mios, ahora los suyos parecían arder.- Vas a pagarme este engaño.
No dije nada, no podía ni mirarle.
-Definitivamente morirás.-Sentenció, mientras se giraba. Me miró de reojo.- Debí darme cuenta de que nadie podía decir eso en serio hacia mi. Pero... de esta manera he aprendido algo. Y me encargaré de que tú... tengas tu castigo.
-¿A que esperas? Ve entonces.-dije casi sin voz, no podía soportar sus duras palabras.
-Disfruta del tiempo que te queda.-Sentenció, luego se marchó de allí. Mientras iba por los pasillos, oí que dió un gran golpe en uno de los muros.
Me abrace fuerte a mis rodillas y llore con toda mi rabia, con todo mi corazon y con todas mis fuerzas.

Se que nunca podrás perdonarme Gin, pero no podía dejar que murieras por mi culpa… porque te amo con toda mi alma…

*OUT* Bueeeeno post de Rosalyn a la que se le acaban los dias pobrecitaaaaa peor weeeno eso e slo ke pasa por llevarle la contraria a el gran DIOS Augusto xDDD, proximamente post de él, me han salido los dos un poco largos, pero hay mucha historia dentro así que espero que me perdoneis n.n ya por fin puedo volver a usar blogger menos mal xDDD muchisimasd gracias a Kao y Lore por la ayudaaa :P *OUT*