
Brujería. No había otra palabra para describirlo. Cuando el cuerpo de la impía se liberó de sus ataduras y comenzó a flotar, eché a correr todo lo rápido que mis piernas me lo permitían hacia el despacho de Su Santidad.
Él era el único que podía detener aquella locura, si es que alguien podía. Y ya que su joven camarlengo observaba toda la escena como petrificado, decidí que sería yo quien llamaría la atención del Papa sobre el asunto.
Cuando entré rápidamente en el despacho de Su Santidad él estaba inmóvil en su silla, con la frente apoyada en sus manos y los codos apoyados sobre la mesa.
-Su Santidad-dije mientras intentaba recuperar el aliento-.Disculpadme, pero...Es una emergencia.
Sostuve su mirada unos segundos, mientras me iba llenando de desesperación.
-¿Y no podéis...-musité-hacer nada?
-Me temo que no mi querido inquisidor... el poder que Dios me ha otorgado no es suficiente para combatir semejante acto de brujería.-confesó afligido.
-¿Qué haremos?-me llevé una mano a la frente, angustiado-¿Sigue ella allí?-dirigí una mirada furtiva a través del ventanal, para ver que la bruja había desaparecido, y ahogué un grito-.Se ha desvanecido...como sólo el Maléfico podría hacerlo...
-Es una enviada del demonio... ella traerá el Apocalipsis a nuestra pacífica tierra...-dijo Augusto como una premonicion.
Me tapé los oídos con las manos y negué con la cabeza como un crío, demasiado asustado por esas palabras como para pensar con claridad. Intenté respirar con normalidad.
-Dios no lo permitiría...Somos firmes creyentes-susurré al final.
-Tienes razón, no debemos dejar que el pánico nos controle, Dios lo solucionará si tenemos fe, nuestro señor nos esta poniendo a prueba... tenemos que ser firmes Johao.
Asentí en silencio, respirando hondamente...Aunque un golpe en la puerta me sobresaltó de nuevo.
-¿Su Santidad?-dijo una voz tranquila, y me atrevería a decir que no exenta de regocijo-.Ha ocurrido...algo durante la ejecución.
Augusto levantó la cabeza y miró a la persona que acababa de hablar.
-Lo sé Lucius, Johao a venido a contármelo.
El camarlengo se acercó y me dirigió una mirada de disgusto.
-Vaya, sois rápido, hermano, lo celebro-siseó.
-Gracias-respondí fríamente.
-Basta.-dijo Augusto de repente.-¿Alguna propuesta para solucionar este desafortunado incidente Lucius?
-Pero, Su Santidad-el muchacho se encogió de hombros y miró al Papa con fingida inocencia-¿No es un milagro lo que hemos presenciado hoy? La chica fue salvada...Quizás esa era la voluntad de Nuestro Señor.
Observé atónito al camarlengo, ¡que no podía diferenciar un milagro de un acto de vil brujería!
-¡Eso es una blasfemia!-grité.
-No creo que haya sido obra de Dios Lucius...-dije yo intentando mantener un tono sereno.
-El pueblo dice que sí, que es un milagro-se defendió él.
-Me trae sin cuidado lo que el pueblo diga, yo soy el representantew de Dios y digo que el Santo Padre nunca querría salvar a esa bruja.-dijo Su Santidad levantándose por primera vez de su asiento.-¿Que opinais vos Johao?
-Los pueblerinos son ignorantes, están abocados al pecado...Es normal que confundan, desgraciadamente, la obra del Señor con la del Demonio-miré al camarlengo-.Sin embargo, nosotros tenemos que saber distinguir.
-Totalmente de acuerdo con vos Johao.-me apoyó Su Santidad.
Tras unos momentos de tenso silencio, Lucius sonrió.
-Si Su Santidad os da la razón, hermano mío, no me queda otro remedio más que retractarme de mis precipitadas palabras-dijo jovialmente, aunque procurando no mirarme.
-Quiero que ambos... bajen a la plaza y hagan callar esos rumores tan desacertados.-comunicó Su Santidad con un tono bastante pausado. Yo asentí, y el el joven camarlengo suspiró y murmuró un "sí, Su Santidad...".
-¿Cómo de insistentes...-pregunté, acordándome de mis días de inquisidor en Portugal-debemos ser?
-Cuanto sea necesario.
Lucius se cruzó de brazos.
-Nunca estudié las artes de la Inquisición, lo lamento-declaró con tranquilidad.
Sacudí la cabeza, consternado por las palabras de aquel joven, su incapacidad para cumplir una simple orden.
-¡¡Lucius obedece y haz uso del voto de silencio!!-se exaltó Su Santidad.
-...Como ordenéis-susurró, clavando su mirada en el suelo.
Instantes después, el camarlengo Lucius y yo nos alejábamos del despacho de Augusto, y nos dirigíamos hacia el lugar del desastre para cumplir el mandado de Su Santidad.
Por el rabillo del ojo observé la expresión de disconformidad del joven.
Nos traerá muchos problemas, no pude evitar decirme a mí mismo mientras le observaba.
//Out// Lo siento si hay algunos fallitos y demas, pero no tengo mucho tiempo para dar formato ;_;! Muchas gracias a SusanTidad ;3 XD! //Out//
Volker empezó su búsqueda a las 12:42 a. m.