¡Bienvenid@s!

x Historia x Join & Rules x Fan Fics and Arts x

 

~ Participantes ~

~ Clérigos ~


 


~ Exploradores ~

 

~ Agradecimientos ~

x A mi Germaneta Lorena por ayudarme con el diseño y blogger y ayudarme a no dejar esto abandonado.
x A Kao por hacerme los avatares, por sus consejos y por su apoyo constante
x A Bunny por ayudar también con el diseño y animarme.
x Y a todos los que seguís participando en el RPG,

¡Gracias!

~ Tag Board ~

 



viernes, octubre 17, 2008










Desapareció.
Ante mis ojos.
Rosalyn desapareció por completo.
Estuve de rodillas frente la hoguera por no sé muy bien cuanto tiempo. Con la cabeza agachada, el cuerpo en tensión y de pronto, levanté la mirada. La gente estaba airada e intentaban disiparse. Yo… Aún agachado me llevé la mano derecha a la cara y entrecerré los ojos.
Ha desaparecido.

Me coloqué en pie y miré a las personas que gritaban furiosos, o cuchicheaban o… simplemente hablaban con una mueca extraña en sus rostros. Me hubiese gustado matarlos uno a uno. A algunos, por decir que se trataba de un milagro. A otros, por decir que era un acto demoniaco.
Desaparecí entre la multitud y dos hombres vinieron a mi, corriendo. Sonreí como para mi. Eran los dos guardias. Esos dos guardias que…
-Cardenal Flowright.-Dijo uno de ellos, cuando estuvieron delante de mi.- ¿Q… qué ha pasado?
-Ha desaparecido.-Respondí, sin más luego los esquivé y continué caminando.

Uno de ellos me tomó por el brazo, quizá para continuar preguntando pero me giré y de pronto, abrió con mucha fuerza los ojos mientras yo le miraba sonriendo. Sólo me hizo falta bajar un poco la mirada para confirmarlo. Le había atravesado el corazón con la espada al girarme. No iba a haber piedad para ellos. Aquel al que ataqué, cayó bruscamente al suelo y su compañero le miró, extrañado. Pero al levantar la mirada y ver mi espada llena de sangre, palideció.
-C… Cardenal…-murmuró.
-Creo que os hube avisado.-Comenté, luego di un paso adelante.

El resto de las personas que por allí se encontraban, no podía vernos. Estaban demasiado ocupados con otras cosas. El tipo retrocedió e intentó huir. Acabé con él antes de que fuera posible. Luego giré la cabeza y me marché de allí, mientras caminaba pesadamente. Me hice el pelo hacia atrás, mientras no podía evitar tener una sonrisilla en el rostro.
-Realmente no he cambiado tanto.-susurré.

Claro que no he cambiado…
No tardé en aparecer en el despacho de Augusto. Toqué a la puerta, esperé a que me diera permiso y entré. Augusto no levantó la cabeza para mirarme, estaba concentrado en unos informes, sin embargo, con la mano me hizo un gesto para que me acercara.
Comencé a aproximarme a él, con paso seguro. No podía explicarme ni a mi mismo lo sucedido. Cuando estuve delante de su mesa, esperé paciente a que hicera o dijese algo. Pasaron unos segundos hasta que mi hermano levantó la cabeza.
-Discúlpame, terminaba de leer algo importante.-dijo.
-No pasa nada.-respondí, serio.- Supongo que ya te has enterado de lo sucedido.
-Lo he visto, desde el ventanal.-se limitó a contestar encogiéndose de hombros.-Brujería.
-Eso pensaba.-contesté.- ¿Alguna orden?
-Si la encuentras... mátala.-dijo clavando sus ojos en mi.
-Comprendido.-Asentí con la cabeza, mientras le miraba.
-Es todo.-dijo Augusto.

Asentí con la cabeza y me giré, para marcharme pero en ese momento me detuve. Miré hacia delante y luego me giré la cabeza hacia él, observándolo.
-Augusto...-murmuré.
-¿Si, hermano?-preguntó el devolviéndome la mirada.
-¿Estás bien?-Dije, mientras le miraba a los ojos.
-Como Papa de Roma te diré que la muerte del cardenal Kyle ha sido un duro golpe para el papado, era una persona muy valiosa para Roma...-entrecerró los ojos y miró hacia otro lado.-Como Tu hermano William Flowright.. te diré que añoro mucho a Kyle..

Abrí los ojos levemente, pero no exterioricé sorpresa. Me resultaba extraño ver a mi hermano mayor hablar de esa manera, él casi nunca hablaba así. Pero lo veía normal. Me acerqué a él, mientras continuaba con la mirada en otro lugar. Coloqué mi mano sobre su hombro y me miró instantáneamente.
-Yo también.-dije.- Pero... creo que él no desearía vernos tristes, a ninguno. Por eso... debemos reponernos. Apoyándonos...-desvié la mirada y me revolví un poco el cabello, mientras ahora quien desviaba la mirada era yo.- el uno en el otro.
Mi hermano me agarró la mano que apoyaba en su hombro y buscó mi mirada.
-Tienes toda la razón, hay que seguir adelante.
-Voy a... prepararme.-musité, tras unos instantes en los que mantuve mi mirada con la suya.- Si me necesitas, estoy en mi cuarto.
-Esta bien, nos vemos en un par de horas para el... la ceremonia.-dijo antes de volver la mirada hacia los papeles que tenía sobre su mesa.

Asentí con la cabeza, mientras me hacía el cabello hacia atrás y salía del despacho. Mientras caminaba no podía quitarme de la cabeza lo sucedido con Rosalyn, pero de golpe… me di cuenta realmente de la realidad. Iba a presenciar el funeral de uno de mis hermanos mayores. Su funeral. Cuando aún era joven, cuando aún... No debía morir.

Al llegar a la puerta de mi cuarto, noté como unas delicadas manos rozaban casi mi espalda y me giré. Adara. Pálida, ojerosa pero aún con una sonrisa en el rostro, una leve sonrisa que intentaba animarme. Intentaba animar a todos. Intentaba ocultar lo que ella sentía.
-Gin…-murmuró.
-No tienes buen aspecto.-Indiqué, luego me agaché un poco y la miré a la cara.- No, no lo tienes. Deberías descansar un poco…
-… quiero colaborar…-susurró.- Con la ceremonia para Kyle.
-Augusto se ha encargado de todo.-Tras eso, me erguí y coloqué mi mano sobre su cabeza.- Sólo descansa hasta entonces.
-… s… sí.-asintió con la cabeza y luego retrocedió, para marcharse.
-Adara.-dije, antes de que se fuese.
-¿Si, Gin?-Preguntó, mientras giraba su cara hacia mi aún con la sonrisa.
-Gracias por esforzarte tanto.-Respondí, no esperé respuesta y entré a mi habitación.

Nunca le había dado las gracias a alguien excepto a mis hermanos. Nunca había mantenido una conversación tan larga con Adara. Pero Adara era alguien importante para William, alguien a quien yo no debía hacer daño, ni siquiera inconscientemente. No debía aproximarme a ella, porque era delicada.
Quizá muy delicada.